Entrevistamos a Mitch, músico, actor y pura adrenalina creativa. En los escenarios, descarga la rabia del punk; frente a la cámara, explora emociones sin filtros.
Hijo de la periodista y escritora Marta Robles, ha formado parte de la banda The Boston Babies y apareció en la serie Hit de Tve. Ahora da el salto definitivo como protagonista de Romería, la nueva película de Carla Simón. Mitch vive para contar historias, ya sea sobre un escenario o frente a una cámara… y siempre rompiendo moldes.
¿Qué fue lo que te impulsó a dar el salto de la música al cine?
Mitch – No lo sé. No era algo que tuviera planeado, pero me fascinó la idea de crear un personaje y darle vida. Es algo que también me ha ayudado en la música. En una de mis bandas interpreto a un personaje llamado Análisis, un ser completamente abrumado y cansado de vivir en un mundo sin alegría.
Cuando te enfrentas a un nuevo proyecto artístico, ¿qué es lo que más valoras: el desafío, la historia o el equipo?
Mitch – Le doy más importancia a la historia y al equipo con el que la voy a contar. Cuando estás cómodo con ambas cosas, puedes empezar a disfrutar del desafío.
En Romería, ¿hubo algún momento durante el rodaje que te hiciera replantearte tu forma de entender tus propias emociones?
Mitch – Constantemente. Sobre todo durante los ensayos. Te das cuenta de los bloqueos emocionales que tienes y aprendes a lidiar con ellos. Es fundamental saber hacerlo para interpretar desde las vivencias del personaje, sin salirte de él. Entre cortes y parones, es inevitable replantearte muchas cosas.
¿Cómo combinas la intensidad y energía del punk con la vulnerabilidad que exige la interpretación en cine?
Mitch – Creo que tanto la intensidad, la energía como la vulnerabilidad están presentes en ambos mundos. Cuando subes a un escenario a cantar letras que te afectan en lo personal, te vuelves muy vulnerable. La rabia detrás de cada palabra o acorde es lo que te permite seguir ahí, compartiendo lo que necesitas expresar para que no te consuma por dentro. En la interpretación ocurre algo parecido: estás encarnando a alguien con sus traumas, alegrías e inseguridades. Eso ya es suficiente motor para defender al personaje con todo.
¿Hay alguna experiencia fuera del ámbito artístico que haya moldeado tu manera de afrontar los papeles que interpretas?
Mitch – Buf, muchas. Pero por mencionar algunas: el patín, la noche, conocer a gente de mundos muy distintos al mío y saber moverme en esas situaciones, haber trabajado en la hostelería nocturna y, por supuesto, la educación que me dieron mis viejos. Todo eso me ha hecho una persona muy empática, muy dispuesta a escuchar. Y creo que eso es clave para tener un pensamiento crítico propio e introducir otros puntos de vista en los personajes que interpreto.
¿Qué música o artistas te inspiran cuando estás en proceso creativo, ya sea componiendo o preparando un personaje?
Mitch – No tengo referentes fijos, sobre todo en un mundo tan sobreestimulado. Vivimos con un bombardeo constante que modifica tus emociones casi a cada momento, y eso hace que necesites estímulos distintos. A la hora de componer, sí que tengo una base inconsciente formada por artistas como Eskorbuto, los primeros discos de Misfits, Rick Agnew, Bowie o Iggy Pop. Pero depende mucho de la etapa: a veces solo escucho flamenco puro o me obsesiono con los tangos de Carlos Gardel. Últimamente estoy enganchado a una canción preciosa de la Urss que se llama Más allá del futuro.
Cuando preparo un personaje, prefiero el silencio. Me gusta observar miradas, tanto de actores como de desconocidos.
¿Qué aprendiste de trabajar con una directora tan cercana y sensible como Carla Simón?
Mitch – Que el proceso de ensayos y de creación de vínculos es esencial para construir una base sólida en el personaje. Sobre todo cuando los ensayos se basan en la improvisación y en reaccionar desde el instinto, sin salirte del personaje.
Si pudieras elegir un personaje o una historia que aún no has explorado, ¿cuál sería y por qué?
Mitch – Como actor novel hay tantos personajes que me gustaría interpretar que no sabría por dónde empezar. Lo que sí tengo claro es que no quiero que me encasillen. Me interesa crear, salir de lo cómodo. Me aburriría muchísimo haciendo siempre lo mismo.
¿Cuál ha sido la reacción más inesperada o sorprendente que has recibido por tu trabajo, y cómo la viviste?
Mitch – Creo que lo más bonito ha sido que mi gente me felicite y se sienta orgullosa de mí. En un mundo lleno de “eunucos mentales” que creen tener derecho a opinar de todo, acabas cansado y agobiado con las miradas. Por eso, cuando las personas que realmente te importan se emocionan con lo que haces —y encima son personas con criterio, con amor, con algo que decir—, te mueres de alegría por ellos y por ti.
Mirando al futuro, ¿qué tipo de legado te gustaría dejar como artista y como persona?
Mitch – No sé aún qué quiero dejar, pero tengo muy claro lo que no quiero ser.
Romería, la nueva película de Carla Simón, se estrenará en cines el 5 de septiembre
Fotos: Quim Vives
