
Entrevistamos a Cristina Lucas con motivo de su nueva exposición inaugurada el 11 de septiembre en Albarrán Bourdais de Madrid.
Cristina Lucas. e-conmotion. Recuerdos colectivos y futuros conscientes es una exposición que explora el vínculo entre tecnología, poder y memoria. A través de esculturas, ensamblajes y un vídeo central, Lucas propone un recorrido por las revoluciones industriales y digitales, invitando a imaginar formas de habitar el mundo más conscientes y sostenibles.
Imagen superior: Destellos oscuros del cuerpo sin órganos
D.A.N.C.E. Dynamic Algorithm
En e-conmotion. Recuerdos colectivos y futuros conscientes, Cristina Lucas convierte la galería Albarrán Bourdais en un espacio para revisar cómo la tecnología ha modelado nuestro pasado y sigue definiendo el presente. La exposición traza un recorrido que va de la máquina de vapor a la inteligencia artificial, entendiendo cada revolución tecnológica como un eslabón en una cadena de transformaciones que afectan por igual a la biodiversidad, la economía, la política y la cultura.

El núcleo de la muestra lo forma el vídeo Chain Reaction Belt, que despliega en forma de “timelapse” del Antropoceno el impacto acumulado de estas revoluciones: desde las fábricas de la revolución industrial hasta las cadenas de montaje robotizadas y los centros de datos que alimentan la Ia. A su alrededor, esculturas y ensamblajes de su serie Composiciones emplean materiales como carbón, hierro, cobre o silicio, revelando su doble condición: son a la vez materia prima de nuestro progreso y testigos de sus consecuencias.
Fotograma de Chain Reaction Belt, 2025
Con esta exposición, Lucas plantea un equilibrio entre crítica y contemplación, devolviendo a los materiales su carga simbólica y su belleza intrínseca. Como señala la artista, se trata de pensar la tecnología no solo como herramienta de poder, sino como un elemento que puede ayudarnos a imaginar un futuro diferente.
Cristina Lucas
Entrevistamos a Cristina Lucas
Belén Vera: Tu nueva exposición, e-conmotion. Recuerdos colectivos y futuros conscientes, se concibe como un recorrido por las distintas revoluciones tecnológicas. Cuéntanos cómo surgió esta idea y qué intención hay tras de ella.
Cristina Lucas: Yo creo que la tecnología siempre ha sido fundamental, aunque no siempre reparemos en ella. Solemos asumirla sin cuestionarla, pero tiene consecuencias enormes. Cuando hablamos de historia, solemos pensar en políticos o guerras, pero en realidad todas las guerras se han librado por el control del territorio y de los recursos, y las ganan quienes tienen mejor tecnología. A lo largo del tiempo, ciertos inventos han transformado por completo la vida de las personas: su salud, su organización social, sus relaciones.
El anciano de los días (W. Blake), Cristina Lucas, 2025
El neolítico marcó el inicio de la agricultura y la domesticación de animales, un cambio radical. Más tarde llegó la primera Revolución Industrial con la máquina de vapor, los telares y las rotativas, que modificaron los horarios de trabajo, la vida familiar, la riqueza y el ocio. Hoy nos enfrentamos a tecnologías mucho más poderosas que nunca, y sin embargo parece que no existe una verdadera reacción social frente a su impacto.
D.A.N.C.E. Dynamic Algorithm
B.V.: ¿Qué tipo de piezas podemos ver en esta exposición?
Cristina Lucas: Creo que el vídeo, Chain Reaction Belt, es el eje que articula toda la exposición. Funciona como una cadena de reacciones que atraviesa la pantalla de manera continua, casi como un gran panorama del siglo XIX. Es un recorrido que muestra cómo surge la tecnología, cómo nos afecta y cómo estructura nuestro trabajo, la sociedad, el pensamiento y la forma de organizarnos. Todo aparece directamente concatenado. He procurado que la presencia de políticos sea mínima y que no se centre en las guerras. A veces aparecen porque es inevitable, la tecnología está muy ligada a los conflictos bélicos—, pero no es el tema central. Lo importante es mostrar cómo la tecnología impacta directamente en la sociedad y, al mismo tiempo, en el medioambiente.
D.A.N.C.E. Dynamic Algorithm
En la exposición hablas de entrelazar cuerpos, máquinas y memorias históricas. ¿Cómo logras mantener ese equilibrio entre lo poético y lo crítico en tus obras?
Cristina Lucas: Pues a mí me parece que la expresión plástica tiene que ser esas dos cosas: expresión, tiene que llevarte a un sitio de pensamiento, y también tiene que ser plástica. Y la plástica no es algo que se desentienda del mundo en el que vives. Entonces procuro usar la tecnología que se emplea contemporáneamente para hablar de cosas contemporáneas. Ahí trato de hacer buenas conexiones. Ahí está el arte y no en el talento.
Fotograma de Chain Reaction Belt, 2025
B.V.: En el texto se menciona que “revolución” es un término técnico, pero también cultural y político. ¿Qué significa para ti esa idea de revolución aplicada al arte y la tecnología?
Cristina Lucas: Es tratar de ver el mismo asunto desde otro punto de vista, y eso lo cambia todo. Mi amigo, el profesor de estética Miguel Ángel García, que nos asesoró en la documentación visual, me dijo algo muy bonito: aunque hables de revoluciones, siempre pasa lo mismo. Aparece una tecnología, afecta a la sociedad, hay protesta, se ecualiza un poco y luego surge otra. Cada vez ocurre más rápido y no somos conscientes de que vivimos en una revolución constante. El gran problema hoy es no entender que estamos frente a una súper revolución que está cambiando radicalmente nuestras vidas: el paisaje, las estructuras sociales y nuestra relación con la naturaleza. Todo está ligado a la gigantesca revolución del big data. ¿Por qué no hablamos más de esto?
Fotograma de Chain Reaction Belt, 2025
En el vídeo, Chain Reaction Belt, se muestra la cadena de montaje de Ford, con todos los trabajadores produciendo, algo que recuerda a Tiempos modernos de Chaplin. Al final, esa misma cadena aparece con brazos robóticos, ya no hay nadie. Es impactante y muestra la velocidad vertiginosa a la que avanzamos.
B.V.: En esta exposición presentas un nuevo conjunto de composiciones en los cuales haces uso de materiales muy diferentes como el carbón, el hierro e incluso microchips. Háblanos de estos materiales ¿Qué papel juegan en tu proceso de creación y cómo dialogan con la historia tecnológica que propones?
Cristina Lucas: Sí, creo que igual que la historia de la tecnología no nos la han explicado en el instituto, tampoco nos han hablado de la historia de lo material. Y lo material, en este momento de emergencia climática, es fundamental. Tenemos un pensamiento muy abstracto y creemos que las cosas aparecen por arte de magia: que la comida viene del frigorífico o la gasolina de la gasolinera. Pero hay una trazabilidad enorme en la materialidad, y hay que prestarle atención, porque nosotros mismos somos materia y formamos parte de un mundo material.

La primera revolución industrial estuvo ligada a la máquina de vapor, que se alimentaba de carbón, abriendo un mundo de minería, geopolítica y emisiones de CO₂. La segunda vino con la electricidad y el petróleo, que transformaron el transporte, la industria y trajeron los plásticos. La tercera giró en torno a la tecnología del silicio, que permitió el microchip y logros como llegar a la Luna. Hoy vivimos la cuarta revolución: la del Big Data, sostenida por centros de datos que consumen enormes recursos y materiales críticos. Nuestros smartphones contienen hasta 72 elementos, muchos en crisis: cobalto, litio, níquel, manganeso… todos en el centro de conflictos geopolíticos. Ya no se disimula: líderes como Donald Trump dicen abiertamente que quieren Ucrania por sus tierras raras.
La materialidad y sus disputas están más visibles que nunca y no podemos dejarlas fuera de nuestro discurso contemporáneo.
Vista de la exposición e-conmotion. Recuerdos colectivos y futuros conscientes
B.V.: En tu obra, el color no parece ser solo una elección estética, sino también una forma de conectar memoria, historia y materialidad. ¿Cómo entiendes el papel del color en la construcción de esas narrativas?
Cristina Lucas: En esta exposición en particular, estoy fascinada por la belleza de los materiales en sí mismos. El color no es algo añadido, sino que viene dado por las formas y las propiedades del propio material. Por ejemplo, el cobalto tiene varias tonalidades: azul, violeta, incluso un tono verdoso, y todas son bellísimas. Lo mismo ocurre con el cobre, que ha sido esencial para electrificar el mundo, o con el silicio, que cuando cristaliza se convierte en cristal, básicamente sílice. Estos materiales tienen una belleza intrínseca que nos emociona como seres humanos. Emplearlos en mis composiciones es una forma de devolverles el honor y el respeto que merecen.

La serie de los Cuadros negros de los ancestros, por ejemplo, está hecha de combustibles fósiles y derivados de la petroquímica. El petróleo es, en realidad, animales y bosques de hace millones de años, y mirarlo así lo convierte en algo de una belleza inquietante, una conexión directa con lo orgánico. Para mí, esa mirada contemplativa es fundamental: no se trata solo de usar el material, sino de reconocer su historia y su carga simbólica.
Noise Growing Old, Big Data
Pero esa belleza no oculta que debemos dejar de usar estos materiales en la industria: son dañinos y tenemos tecnología suficiente para sustituirlos con fuentes renovables —hidráulica, eólica, solar, geotérmica—. Muchas de mis obras, como Fait/H, muestran precisamente cómo la modernización y la tecnología, lejos de ser neutrales, han acelerado la contaminación y la explotación de comunidades.
Silicon Apples of the Moon (adaptación de Morton Subotnick)
B.V.: ¿Cómo crees que podemos repensar nuestra relación con el progreso?
Cristina Lucas: Muchas mentes están trabajando en ello. Nuestro gran reto como sociedad contemporánea es resolver esta ecuación, es decir, cómo habitar el planeta sin destruirlo. No es ninguna tontería. Hay mucha gente dando pasos serios hacia adelante, pero no estamos adoptando esas soluciones porque hay otros intereses en juego. Por ejemplo, hay una química que ha desarrollado un proceso para fabricar cemento sin necesidad de pasarlo por el horno. Esto es revolucionario, porque la producción de cemento es una de las principales fuentes de emisiones de CO₂: se obtiene a partir de piedra caliza y arcilla, que deben calentarse en hornos que generan enormes emisiones. Con este nuevo proceso químico, esa etapa se elimina y, con ello, gran parte de las emisiones.
Silicon Apples of the Moon (adaptación de Morton Subotnick)
Es solo un ejemplo, pero demuestra que soluciones existen. Igual que en España, el país del sol, no es obligatorio que todas las casas nuevas tengan placas solares. Es absurdo que no se aproveche esta energía limpia. Hay intereses económicos que frenan estas transformaciones, pero tarde o temprano habrá que implementarlas. Esta es nuestra guerra: debemos luchar y decidirnos a diseñar una ecuación en la que lo social, lo sostenible y lo económico se equilibren de verdad.
Fotograma de Chain Reaction Belt, 2025
B.V.: ¿Crees que el arte tiene capacidad real de contribuir a una desaceleración de estos procesos o, al menos, de abrir un espacio de conciencia crítica eficaz?
Cristina Lucas: Creo que todo suma. Somos animales simbólicos, no solo consumistas ni seres dedicados al entretenimiento infinito. También necesitamos alimentar nuestra conciencia con materiales que nos permitan imaginar futuros posibles y mejores. El arte siempre ha tenido un lugar en esa ecuación. No ocupa el mismo espacio que el activismo ni que la política, pero sí tiene un papel.
Fotograma de Chain Reaction Belt, 2025
Siempre he querido pensar que mi trabajo sirve para algo. Hubo un momento en el que mi producción estuvo muy enfocada en el feminismo, buscando expresar su lógica en la sociedad democrática. No sé si mis obras ayudaron a que alguien entendiera algo más, pero me gustaría creer que sí. Lo mismo pasa con mi trabajo actual: lo intento.
Fotograma de Chain Reaction Belt, 2025
No va a resonar en toda la población, pero habrá personas a las que sí les cale. Al final recurres a referencias y narrativas que alguien, en algún momento, podrá descifrar y conectar con ellas. No son mensajes unidireccionales ni apelan a alguien en particular, sino que invitan a un pensamiento colectivo: “Estamos aquí, este es nuestro momento, vamos a pensarlo juntos”. Además, es un mensaje que seguirá siendo vigente durante años, por desgracia.
D.A.N.C.E. Dynamic Algorithm
B.V.: Además de e-conmotion, este año presentas obras en lugares como el CAAC, la Bienal Sur de Buenos Aires y el Impakt Festival. ¿Hacia dónde sientes que se dirige tu investigación en los próximos años?
Cristina Lucas: Creo que estoy muy concentrada en lo que te comentaba: en cómo la tecnología, la sociedad y los recursos pueden llegar a un punto de equilibrio que funcione. Para mí, ese es el gran tema contemporáneo y lo que debemos atender desde muchas perspectivas. Es el desafío que tenemos que resolver. Pienso que todo el arte, sea cual sea su forma, debería llevar esto de manera intrínseca en su mensaje, porque es una cuestión urgente y poderosa.
e-conmotion. Recuerdos colectivos y futuros conscientes de Cristina Lucas se puede visitar hasta el 25 de octubre en Albarrán Bourdais de Madrid. Más información aquí.