
Nieves González reimagina el barroco desde una mirada contemporánea: transforma el martirio en resistencia y convierte la tradición pictórica en un lenguaje vivo de feminidad y reflexión actual.
Enraizada en el lenguaje de la veladura, el claroscuro y el simbolismo de los siglos XVI y XVII, pero dotada de una sensibilidad inequívocamente moderna, Nieves González (Huelva, 1996), construye un puente temporal que nos invita a reflexionar sobre nuestras propias relaciones con el pasado y el presente. Sus obras veneran y reimaginan la tradición, enfrentándonos con la necesidad universal de encontrar en el arte un reflejo de nuestra experiencia contemporánea.
Imagen superior. Foto: Jose Albornoz
El gato negro
Narrativas visuales que dialogan con la tradición hagiográfica al mismo tiempo que la transforman. La artista retoma la estructura narrativa de las vidas de las santas, aquellas que exaltaban hazañas, virtudes y martirios, pero la despoja de su carácter sacrificial. En esta relectura, el martirio deja de glorificar el sufrimiento para convertirse en símbolo de resistencia contemporánea. Sus santas ya no padecen por sus convicciones, las encarnan como fuerza vital que conecta con la experiencia femenina actual. Liberadas del destino doloroso, se convierten en espejos de una feminidad que asume sus contradicciones sin inmolarse.
Golpeate el corazón
No se trata solo de mirar el pasado, sino de reconocernos en él para transformarlo. Esta premisa atraviesa cada composición y se hace evidente cuando elementos contemporáneos irrumpen en estos lienzos barrocos. Nieves González construye así un artefacto simbólico cargado de convicción, uno que rehúsa limitarse a lo heredado y que nos obliga a reconsiderar qué significa lo sagrado en el presente. ¿Qué ocurre cuando lo sagrado se desvincula del sufrimiento? La obra responde: lo sagrado son nuestras convicciones.
En una época donde la ruptura parece ser el único camino válido, su obra propone algo distinto, lo clásico como vehículo de transformación. Conversamos con ella sobre esta tensión entre tradición y renovación.
La Santa y el beso
¿Crees que existe una sabiduría específica en los materiales y procesos antiguos que se ha perdido en el arte actual?
Nieves González: Los materiales y los procesos de cada época son un testimonio de ella, y eso me resulta imprescindible a la hora de abordar mi trabajo. En la antigüedad, los materiales dependían de muchos factores, como la situación geográfica en la que se encontraran o el presupuesto destinado a la obra, algo que hoy en día ya no ocurre. Además, el concepto de pintura estaba más vinculado a lo artesanal, con talleres en los que trabajaba todo un equipo.
Actualmente, todo es más inmediato, y yo trato de rescatar ese concepto de tradición y de cuidado hacia el proceso, adaptándolo a los materiales homólogos contemporáneos. Pienso que el conocimiento de los materiales con los que trabajamos es sabiduría y, sobre todo, una responsabilidad que debemos asumir los artistas tanto de entonces como de ahora, porque constituye una parte esencial del concepto.
La Santa y la aurora
Dices que huyes de lo narrativo, pero tus cuadros tienen una carga conceptual evidente. ¿De qué habla realmente tu pintura?
Nieves González: Siempre he huido de las pretensiones y de la idea de obra narrativa, aunque me gusta trabajar con premisas que me ayudan a reconfigurar conceptos que tienen que ver conmigo y con mi generación.
Lo femenino como protagonista, ¿Qué te interesa explorar de esa feminidad?
Nieves González: Principalmente es una cuestión identitaria, un medio de autoexploración y también de vindicación. Ser mujer es simbólicamente muy determinante en nuestra sociedad y, por lo tanto, para mí en mi obra. Intento retratar a una mujer que es fuerte y que tiene poder, a veces como un anhelo o en forma de fantasía.

¿Cómo ha influido tu entorno andaluz en tu visión artística? ¿Cómo dialoga tu trabajo con el peso de la tradición pictórica española?
Nieves González: En Andalucía tenemos una tradición pictórica muy rica. Yo estudié Bellas Artes en Sevilla, la barroquísima, y visitaba el Museo de Bellas Artes -que estaba a dos minutos de la facultad- constantemente. Esto ha influido mucho en mi obra; muchos de los pintores o incluso obras a las que hago alusión son la herencia de aquellos años.
Para mí es importante la idea del puente, de unir pasado y presente, asumir dicho presente como el resultado de una serie de acontecimientos que nos han configurado. También en la pintura. Rebuscar en los temas o el los procesos que me han precedido, es como rebuscar en mi árbol genealógico para entender de dónde vengo.
La Santa y la Fiera
Eres de la generación que creció con la digitalización total de la imagen. ¿Cómo afecta esa saturación visual a tu relación con los cánones pictóricos clásicos?
Nieves González: Esto guarda mucha relación con el tipo de imágenes que persigo. Trato de contaminar la solemnidad del retrato clásico con los elementos de las imágenes que nos bombardean. Creo que es imposible escapar de la influencia que tienen las imágenes sobre nosotros y que está en nuestra mano aprovechar estos recursos para diferenciarnos y definirnos como generación.
La Santa y la serpiente
El mercado del arte contemporáneo a menudo fetichiza la “ruptura” con la tradición. Tú propones continuidad crítica. Desmantelar para reconstruir.
Nieves González: Creo que hay algo de satisfactorio en el reconocimiento, en el recuerdo, algo que nos vincula a lo que estamos presenciando. A mí me encanta la sensación de reconocer algo, como cuando te cuentan una anécdota y has vivido algo parecido, o cuando empieza a sonar una canción y puedes cantarla y recordar experiencias a través de ella. Eso es lo que me lleva a recuperar lenguajes ya existentes de una manera más o menos evidente, el situarme y situar al espectador en un entorno familiar y desde ahí comenzar a dialogar sobre lo que nos está ocurriendo en el presente.
Mi panthera tigris tigri
En una época en la que las instituciones están siendo cuestionadas y las tradiciones desmanteladas, ¿qué significa para una joven artista española “defender un relato que comenzó hace mucho tiempo”? ¿Estás conservando o cuestionando?
Nieves González: No creo que esté tan alejada de esa ruptura, mi trabajo busca dinamitar la tradición desde dentro, reconfigurar sus códigos. Me interesa entender de dónde venimos para poder cuestionarlo con más precisión: recoger los restos de un relato heredado y ponerlos en tensión con el presente. No se trata de conservar pasivamente, sino de provocar una grieta en los lenguajes que parecían intocables. Para mí, defender un relato no significa repetirlo, sino enfrentarlo, desarmarlo y volver a armarlo con otros significados. En ese gesto, la tradición se convierte en material vivo, susceptible de ser contradicho.

Entre lo sagrado y lo profano, si Ribera y Murillo se levantaran de sus tumbas, qué crees que te dirían?
Nieves González: Con suerte, siendo mujer, me dirigirían la palabra.
Donde te nutres, donde encuentras tus dosis de cultura que nutren tu trabajo?
Nieves González: Además de ver más pintura, me encanta la música y la literatura. El flamenco para mí es una gran fuente de inspiración por su pureza, su vínculo con la tradición y su afán de evolución constante. Últimamente escucho mucho a las Hijas de Felipe, un podcast dedicado a la literatura barroca y cuya consigna es “todo lo que te pasó a ti, ya le pasó a alguien de los siglos XVI y XVII”; me gusta pensar que son mis homólogas literarias.
Frontera de lo puro, flor y fría
¿Qué pides del espectador que mira tu obra?
Nieves González: No pido respuestas inmediatas, sino que se detenga, que mire con calma y se permita cuestionar lo que ve …
¿Cuál es el futuro inmediato? ¿Exposiciones, ferias? proyectos??
Nieves González: Estoy preparando un proyecto individual muy especial para finales de este año en la galería T293 de Roma, además de mi participación en Untitled Miami y Art021 en Shanghái. El 2026 también se presenta lleno de energía y proyectos ilusionantes, con dos exposiciones individuales en Los Ángeles y París y dos en el ámbito nacional.