La exposición Desplazamientos reúne a Anna Malagrida y Mathieu Pernot para explorar, cómo los movimientos de especies y personas transforman paisaje, memoria y fronteras.
La exposición Desplazamientos presentada por Galeria Senda, reúne por primera vez las miradas paralelas de Anna Malagrida y Mathieu Pernot para explorar cómo los movimientos —naturales, humanos y simbólicos— transforman el paisaje mediterráneo. Entre capas de historia, fronteras visibles e invisibles y ecosistemas en crisis, ambos artistas articulan un relato poético y político sobre un territorio en constante mutación.
Un Mediterráneo tejido por viajes y transformaciones
La exposición Desplazamientos propone un recorrido que se despliega entre dos orillas del Mediterráneo. A través de sus obras, Anna Malagrida y Mathieu Pernot activan una reflexión sobre la fragilidad de un paisaje que, lejos de ser estático, se ha configurado históricamente por la circulación de especies, mercancías y personas. Sus enfoques también subrayan cómo las decisiones económicas y las políticas migratorias contemporáneas modelan este territorio tanto como lo hicieron las antiguas rutas coloniales.
En este sentido, la muestra subraya que nada se desplaza de forma inocente: cada tránsito deja huellas, altera equilibrios y construye nuevas realidades visibles en la vegetación, en los caminos y en las dinámicas sociales que atraviesan el mar.
La chumbera y la cochinilla: un pigmento que narra una historia global
Entre los elementos más llamativos del proyecto se encuentra la relectura que hace Malagrida de la chumbera y de la cochinilla roja. Aunque estas plantas y especies hoy parecen casi naturales en el Mediterráneo, su llegada es relativamente reciente. Introducida en el siglo 16 durante la colonización española en América, la cochinilla —cultivada en paisajes mexicanos desde la Antigüedad— se convirtió rápidamente en un bien preciado. Su pigmento carmín teñía telas de poder, circulaba por los mercados europeos y consolidaba una economía basada en la extracción y el desplazamiento.
Malagrida retoma esta historia compleja mediante un juego de superposiciones cromáticas. Sobre láminas transparentes, aplica intensos rojos derivados del pigmento carmín, que se yuxtaponen al paisaje del Cap de Creus, un entorno donde la presencia del cactus americano se hizo especialmente significativa tras su introducción. Las imágenes revelan así una doble temporalidad: la del territorio y la de los procesos económicos y coloniales que lo han modelado.
Anna Malagrida, Paisaje #4, 2025
Este enfoque no es únicamente estético. La artista introduce una dimensión ecológica contemporánea: la proliferación actual de la cochinilla en zonas del Mediterráneo, favorecida por la sequía y la falta de políticas ambientales, convierte a la chumbera en una especie invasora que interpela directamente nuestra gestión del entorno.
Mathieu Pernot, Melilla, 2022
Pernot y la frontera: el bosque que mira hacia la valla
En la orilla opuesta, Mathieu Pernot dirige su cámara hacia el enclave español de Melilla. Allí, el eucalipto —otra especie importada, en este caso desde Australia en el siglo 19— se erige como testigo silencioso del drama fronterizo. Su presencia masiva oculta parcialmente la valla, pero también la subraya: detrás del follaje emergen las rejas metálicas y los alambres de espino que dividen el territorio en dos.
Pernot construye sus imágenes mediante polípticos que fragmentan el espacio, replicando la lógica de la frontera. Cada sección revela un fragmento del paisaje, generando una visión discontinua que habla de las restricciones y fracturas impuestas al movimiento humano. Su práctica, que combina fotografía documental y estrategias narrativas próximas a la ficción, permite articular relatos que dan voz a quienes suelen permanecer en los márgenes: migrantes, comunidades desplazadas, figuras nómadas.
Dos miradas que dialogan en un mismo territorio emocional
Aunque los enfoques de Malagrida y Pernot son distintos —ella desde la estratificación temporal y la abstracción; él desde la observación del conflicto contemporáneo—, ambos convergen en una misma conclusión: el Mediterráneo es un espacio en perpetua construcción, definido por los desplazamientos que lo atraviesan.
Malagrida ofrece imágenes que invitan a la contemplación, donde lo visible convive con lo latente y la imaginación del espectador se convierte en parte activa del relato. Pernot, por su parte, introduce la memoria, los archivos y los cuerpos ausentes para construir narraciones que atraviesan generaciones y cuestionan nuestra relación con el territorio.
Desplazamientos se presenta así como una invitación a mirar el paisaje con atención renovada: a reconocer las historias que esconden sus plantas, sus fronteras y sus colores; y a comprender que cada movimiento —por pequeño que parezca— transforma el mundo que habitamos.
Desplazamientos
Anna Malagrida y Mathieu Pernot
Galería Senda
