
Spiritvessel expone Árboles de Victor Jaenada. La muestra explora la lógica porosa del flamenco y la taxonomía, usando un móvil que invierte la genealogía del arte.
El arte contemporáneo encuentra un fértil terreno de exploración en Spiritvessel, un formato curatorial que, desde su raíz en el contexto rural de Espinavessa, Alt Empordà, proyecta una mirada internacional. Este espacio, dirigido por Sira Pizà y Andrew Birk, ha desarrollado desde 2019 proyectos individuales en colaboraciones flexibles, resultando en gestos singulares y específicos para el sitio.

Su esencia radica en la naturaleza descentralizada de su ubicación, donde la distancia de los centros urbanos tradicionales y sus discursos culturales permite que la práctica del artista se vuelva permeable a una noción local de tiempo, materialidad e historicidad. Las conexiones entre esta localidad y el contexto transnacional contemporáneo generan profundos cambios en la obra de los artistas.

La Taxonomía y la Lógica del Flamenco
En este marco, la exposición Árboles de Victor Jaenada se presenta como una reflexión sobre los sistemas de ordenación y la identidad artística. El artista encuentra un espejo en la lógica del flamenco, un sistema que es simultáneamente estricto y poroso. El flamenco, con su linaje insondable pero innegable, se establece a través de cánones (los palos, los cantes, las modalidades) que son de tradición oral, maleable y escurridiza al sesgo académico. Su identidad es clara, aunque su procedencia sea misteriosa, ramificándose como un vástago en múltiples direcciones.

Jaenada se inserta en esta lógica, consciente de que su acción artística es una reproducción de todos los gestos precedentes (todo lo pintado, todo lo dicho sobre lo pintado) a la vez que una nueva combinación genética. Actuar, en el arte como en el flamenco, es siempre operar dentro de unos límites, estructuras donde lo singular emerge para modificar las posibilidades de quienes lo reciben. Es una metodología en movimiento, una praxis que se construye al hacerse, renovando constantemente el propio sistema que la define.
Árboles: Genealogía, Caos y Suspensión
El árbol genealógico es tradicionalmente el diagrama de la ciencia de la ascendencia, un intento de fijar la evolución de las cosas —familias, razas, conocimientos— de una forma lineal y jerárquica. En sus raíces, los orígenes son incalculables, vinculados a la tierra; en las ramas, se abre la heterogeneidad y se produce la mezcla. Para mantener su “forma pura”, la poda es necesaria para cortar las ramas desviadas.
Jaenada, sin embargo, invierte esta imagen. El árbol invertido de su obra pone la clasificación patas arriba, dejando de funcionar como un diagrama rígido y volviéndose suspensión. Se trata de un móvil de tronco que se retuerce, hilado de compleja filigrana.

“Cuelgan como hojas cientos de objetos de diferentes categorías: orgánicos, artificiales, palos, cristales, etiquetas de cerámica, troncos, espejos, colmenas, avispas, llaveros, tubos de metal, palabras comunes, nombres propios y madera tallada.”
Esta máquina delicada se mueve con un motor, arrastrando curiosos hallazgos en su paso circular. El movimiento simboliza que las definiciones “nunca están fijas”. La obra es una acumulación creciente de elementos, un universo de observaciones del mundo real conectadas en ecosistemas personales. La noción del todo se compone de una amalgama incalculable de fragmentos y referencias que se despliega en una red continua y laberíntica de archivos.
El Equilibrio de la Impureza
La obra de Jaenada se forma en la complejidad y el ritualismo doméstico, despojado y sin adornos, explorando las fuerzas intangibles que nos impulsan a tomar decisiones. Su arte es un reflejo de la taxonomía como la ciencia de entender, el arte de sistematizar, donde la lógica es el orden que se esparce sobre el caos existente en todas las cosas.
La reflexión sobre la tierra, en el contexto del flamenco y el arte, se vuelve esencial. Pedro G. Romero, citando el análisis de George Didi-Huberman sobre la tierra batida por el bailaor, subraya que esta tierra “no está hecha sino de vestigios dispersos, fósiles rotos, suciedades acumuladas… y, en definitiva, de la impureza por excelencia”. Si el cante jondo es un canto de la tierra, es ante todo el canto de esa misma impureza.

El árbol invertido de Jaenada encarna este concepto: es el equilibrio móvil en la búsqueda del éxtasis, la suspensión que se niega a la clasificación rígida, abrazando la confusión consentida en el tránsito de la mimicry a la ilinx (pérdida de la propia personalidad, dejándola ir a la deriva). En su exposición en Spiritvessel, Jaenada nos invita a mirar la genealogía no como una línea ascendente y pura, sino como un enjambre de anotaciones y una pertenencia al árbol imposible de la genealogía del arte.
Sobre Victor Jaenada
Victor Jaenada (Barcelona, 1974) inició sus estudios en la Escola d’Art i Superior de Disseny Llotja y continuó su formación en la Universidad de Barcelona, profundizando en pintura y dibujo a la vez que experimentaba con otros lenguajes. Ha expuesto en centros como la Fundació Miró (Barcelona), el CCEMX (Ciudad de México) y la Fundació Antoni Tàpies (Barcelona), entre otros. Su práctica es un diálogo con el mundo, una amalgama que ahora, bajo el formato singular de Spiritvessel, florece en la complejidad poética del Alt Empordà.


