
Jorge López ya ha protagonizado numerosas series y películas, pero en ninguna se refleja su ADN como en la campaña de perfumes de Adolfo Dominguez donde elige ser “yo mismo”, igual que en esta sesión exclusiva para Neo2 donde nos habla de sus motivaciones.
Jorge López no es solo un rostro conocido del panorama audiovisual internacional; es también una de esas personalidades magnéticas que logran equilibrar lo mediático con lo auténtico. Desde sus inicios en Chile, pasando por su consolidación en Disney con series como Soy Luna, hasta sus más recientes proyectos como Marea Negra o Quebranto -su nuevo estreno para Disney+-, el actor ha demostrado una inquietud artística que va mucho más allá del escaparate. Ahora, además, es el protagonista de ADN, la nueva colección de perfumes de Adolfo Dominguez, en una campaña que no solo realza su presencia, sino que conecta de lleno con su identidad.
Total look ADOLFO DOMINGUEZ
JORGE LÓPEZ
Fotografía Rafa Gallar
Estilismo Daniela Gutiérrez
Entrevista Juan Marti
Filmmaker Jesús Ubera
Muah David Carreiro de NS Management
Producción Ramón Fano
Coordina Tony Herrero
Asistente Fotografía Carlos Baez
Asistente Estilismo Lola Puime
Plató Wasabi
Agradecimientos Adolfo Dominguez
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Espontáneo, audaz, libre. Así se define Jorge, y así lo vemos en cada imagen y cada gesto de una campaña que, más que promocionar un perfume, parece capturar su esencia. Porque López no interpreta un papel: simplemente es.
En esta conversación nos habla del rodaje de ADN, de su complicidad con Begoña Vargas, de su amor por la improvisación y de esa búsqueda constante de proyectos que le representen. También nos abre la puerta a su día a día, sus rutinas, su manera de entender el éxito y su forma de proteger su energía en un entorno cada vez más hiperconectado. Lejos de los focos permanentes, Jorge López apuesta por un camino sostenido, por apariciones que marcan y por personajes con capas. Un actor que no quiere repetirse y que se define, ante todo, por su capacidad de transformarse sin dejar de ser fiel a sí mismo. ADN, en estado puro.
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Jorge, estás viviendo un momento muy especial al protagonizar la campaña de la nueva fragancia de Adolfo Dominguez, ADN. ¿Cómo ha sido tu conexión con este perfume?
La verdad es que siempre he sido muy fiel a mi esencia, a lo que me mueve, a lo que quiero ser y a lo que ya soy. Me considero una persona muy espontánea, muy visceral incluso, y creo que ese es precisamente el lema de la campaña: seguir tu instinto, actuar desde la verdad, desde lo que eres. En ese sentido, siento que ADN me representa al cien por cien. Tiene que ver con esa audacia que me mueve, con mi irreverencia, con esa necesidad de romper moldes y de ir un paso más allá. Son rasgos que no solo definen mi personalidad, sino también mi carrera, mis elecciones, los desafíos que he afrontado. Así que, honestamente, fue como un clic inmediato: una conexión natural entre lo que soy y lo que la fragancia transmite.
¿De qué manera ha ido cambiando tu identidad con el tiempo?
Más que cambiar, creo que se ha ido afianzando. He pasado por distintas etapas, por momentos de más seguridad y otros de más incertidumbre, pero siempre he mantenido ese hilo conductor que es mi esencia. Y lo bonito del tiempo es que te permite pulirte, entenderte mejor, saber cuándo actuar y cuándo parar. La audacia sigue ahí, la irreverencia también, pero ahora tienen un sentido más claro. Siento que me conozco más, que ya no necesito demostrar nada, solo ser. Eso se refleja en cada proyecto, ya sea en ficción, en moda o en cualquier propuesta artística que elijo. Me gusta pensar que mi identidad es como un perfume: evoluciona con el tiempo, pero siempre mantiene una nota base muy reconocible.
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La parte visual de la campaña es fabulosa. ¿Cómo fue rodarla y qué libertad tuviste a la hora de expresarte?
Fue una experiencia muy potente. Rodamos durante tres días en Barcelona con Canada Films, que es una de las productoras más top de España. Trabajar con ellos fue un regalo, y encima compartí rodaje con Begoña Vargas, que ya era amiga. Nos entendemos sin hablar. Hubo mucha complicidad, muchas risas, mucha confianza… y eso se nota en el resultado. Desde el principio me dieron libertad total para explorar, para improvisar, para jugar. La coreografía, por ejemplo, salió sola, sin ensayos, simplemente siguiendo el ritmo, fluyendo. Lo mismo con las menciones al perfume o las escenas de marca. Fue un proceso orgánico, creativo y muy estimulante. Me sentí como un niño con zapatos nuevos: curioso, libre, con esa capacidad de asombro que a veces perdemos con los años.
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¿Te gusta mucho improvisar?
¡Me encanta! Para mí, improvisar es lo más parecido al juego. Y esto, al final, va de eso: de jugar, de explorar, de sorprenderte a ti mismo. Cuando todo está demasiado medido o ensayado, pierdo la chispa. Necesito ese margen para salirme del guion, para equivocarme, para encontrar cosas nuevas. Me interesa romper con lo establecido, con lo que ya se espera de mí. Me gusta esa sensación de no saber qué va a pasar, porque ahí es donde aparecen los momentos más reales y potentes. Lo inesperado es lo que más me inspira.
Dentro de la gama de fragancias, ¿cuál es tu favorita?
ADN Sándalo Sacro, sin duda. Es la que yo represento y tiene unas notas maderosas que me transportan directamente a mi infancia. En la campaña aparezco abrazando un árbol, y eso no es casual. Yo crecí en un pueblo de Chile, rodeado de naturaleza, de árboles, de tierra. Ese vínculo con lo natural sigue siendo muy fuerte en mí. Me gustan los aromas intensos, con carácter, que tienen algo salvaje y elegante a la vez. Lo cítrico y lo amaderado me conectan con mi esencia. Los perfumes demasiado dulces no son lo mío, aunque reconozco que tengo mi lado cute y dulce en la vida real. Pero para oler… prefiero algo que me recuerde quién soy.
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¿Qué valores te interesan cuando representas a una marca?
La autenticidad es lo más importante. Si no hay verdad, no me interesa. Busco marcas con las que me sienta identificado, no solo en lo estético, sino también en los valores, en la filosofía, en el mensaje que transmiten. Adolfo Dominguez tiene esa coherencia. Es una marca que habla de esencia, de sostenibilidad, de estilo con contenido… y eso conecta conmigo. No me interesa colaborar solo por la visibilidad o el dinero. Si no me representa, prefiero decir que no.
¿Recuerdas cuál fue tu primer contacto con Adolfo Dominguez?
Sí, claro. En Chile siempre ha sido una marca muy presente, muy valorada. Recuerdo que cuando era más joven veía la marca como algo más adulto, más formal, pero con el tiempo entendí que también tiene una línea muy contemporánea, especialmente en perfumería. Siempre ha estado en un lugar privilegiado, entre lo exclusivo y lo accesible. Tiene ese punto sofisticado sin ser pretencioso. Y eso me gusta.
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Háblame del equilibrio que has construido entre tu faceta mediática, tu vida personal y tus inquietudes artísticas.
Para mí, el equilibrio está en la conexión con mi arte. Todo lo demás es accesorio. No busco ser una celebrity ni me interesa estar expuesto todo el tiempo. Lo mediático llega, claro, pero no lo persigo. Me gusta tener una vida privada tranquila, discreta. Y cuando elijo mostrar algo, lo hago desde el placer, no por estrategia. Mi foco está siempre en los proyectos, en la creación, en crecer como artista. Todo lo que no alimenta eso, lo dejo fuera.
¿Cómo te sentiste cuando se publicó la campaña?
Fue una locura. Yo estaba en Canarias rodando Mago de Oz, la película, y empezaron a llegarme mensajes de amigos: fotos mías por todas partes, pantallas gigantes, escaparates, redes… Fue muy emocionante. Se lo mandé a mi madre enseguida. Ella es mi fan número uno. Y todavía sigo viendo el spot en la tele. Fue como: “Ok, volvimos”. Me hizo ilusión, no te voy a mentir. Me gusta verme ahí, sentir que sigo vigente, que estoy en movimiento. Hablemos ahora de tu próximo estreno, la serie de Disney+
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Quebranto. ¿Cómo llegó a ti este proyecto?
Fue muy loco, porque llegó en un momento en el que no lo esperaba. Disney fue mi casa durante años, pero hacía más de una década que no trabajaba con ellos. Después de Soy Luna, no hubo más colaboraciones, salvo un cameo que hice en BIA. Así que cuando me llegó la propuesta para Quebranto sentí que se cerraba un ciclo y se abría otro totalmente distinto. Me pidieron una audición y la hice sin muchas expectativas. Y justo cuando me confirmaron que había quedado, ¡estaba en pleno concierto de Madonna en Río, en el cierre de su gira! Imagínate. Estaba viviendo un momento increíble a nivel personal, y de repente llega esta noticia profesional que también lo cambia todo. Fue una señal.
Da la sensación de que en Latinoamérica llegáis muy jóvenes a un público masivo.
Sí, y no siempre es fácil. En mi caso, empecé muy chico y, claro, te enfrentas a un nivel de exposición que a veces te sobrepasa. Al principio me costó mucho. Había mucha inseguridad, muchas dudas sobre si iba a estar a la altura. Pero con el tiempo aprendí a relajarme y a confiar en mi trabajo. He tenido la suerte de poder explorar muchos registros, de no quedarme encasillado. Me interesa construir personajes que tengan matices, que sean complejos. Y aunque Quebranto sea una serie para una plataforma grande como Disney+, he podido poner mucho de mí en el personaje. Lo trabajé a fondo, con coachs, analizando cada escena, cuidando incluso el styling… soy bastante obsesivo cuando me meto en un papel.
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¿Qué te llamó la atención de Quebranto?
Me atrajo el conflicto interno de los personajes. Todo gira en torno a la familia Lara Castillo, y hay una búsqueda de identidad muy fuerte. El personaje de Tini, por ejemplo, es una chica huérfana que va a México para descubrir quiénes fueron sus padres biológicos. Y mi personaje, Javier, también está en esa búsqueda. Él es chileno-mexicano, hijo de un exiliado que murió sin contarle toda la verdad sobre su pasado. Así que también viaja a México buscando respuestas. Ambos personajes se cruzan, y a partir de ahí empieza una historia intensa, con secretos, giros, traiciones… Es una serie corta, creo que de seis episodios, pero con mucho contenido. Tiene thriller, drama, romance… y un ritmo que no te suelta.
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¿Cómo fue trabajar con Tini?
Un placer. Ya nos conocíamos desde 2016, cuando hicimos juntos una campaña de Carolina Herrera para Latinoamérica. En ese momento solo cruzamos algunas palabras, pero quedamos como en la retina del otro. Así que cuando nos reencontramos ahora, fue como cerrar ese pequeño círculo. Ella me dijo que le gustaba mucho mi trabajo, y yo también admiro el suyo. Es una artista gigante, pero lo que más me sorprendió es su sensibilidad, su sencillez. Tiene algo muy puro. Y cuando trabaja, lo da todo. Se entrega desde un lugar muy auténtico. Al principio me intimidaba un poco, porque es una estrella mundial. Pero en cuanto empezamos a grabar, desapareció cualquier tensión. Fue todo muy fluido, muy bonito.
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¿Y qué lees?
Libros de autoayuda, sobre todo. Ahora estoy con uno que se llama Reconquista Tu Mente, Recupera Tu Vida —creo que ese es el título—. Me lo regalaron y me atrapó. Habla de cómo mantener la mente enfocada, de las adicciones —al azúcar, al móvil— y de cómo reconectar con el presente. A raíz de eso me puse una app que me bloquea las redes sociales. Solo tengo acceso a Instagram dos horas al día. ¡Y lo cumplo! Te juro que me cambió la vida.