TRISTÁN ULLOA y 'ADENTRO'

HABLAMOS CON EL ACTOR SOBRE SU ÚLTIMA OBRA, COMO DIRECTOR, LA FAMILIA Y LA RAZA HUMANA

Hay momentos en los que para un actor y su necesidad de expresarse, no es suficiente con estar a las órdenes de un director. Momento en el cual, las tornas se invierten y el actor toma el papel de director, sumando a su viaje de aprendizaje otras formas de encararse a la vida y a la realidad del ser humano. Una doble faceta con la que el actor Tristán Ulloa (Francia, 1970) se siente más que cómodo y sigue practicando, esta vez, con ‘Adentro’, la historia de una familia argentina de raíces españolas en la que sus miembros manejan un continuo juego de contrastes y ambigüedades y a la que no se juzga sino que se transita junto a ella. Una obra que Ulloa dirige hasta el 17 de mayo en la Sala de la Princesa del María Guerrero, que sueña con girar en otoño, preservando su espíritu de obra pequeña, de actores casi desconocidos que no pretenden ser más de lo que son, sino simplemente disfrutan de su esencia genuina…, incluso mágica.

¿Qué es ADENTRO? ‘Adentro’ es una obra que escribió Carolina Román que cuenta la historia de una familia muy enrocada sobre sí misma (y enroscada sobre sí misma), con apenas vínculos con el mundo exterior, por lo que su escala de valores puede ser un tanto amoral al no existir diferencias entre lo bueno y malo, al no existir un juicio. Los personajes no son juzgados y quizá sea el personaje de Carolina, La Negra, el que toma conciencia de todo ello. Una obra en la que desde mi propia autoría hasta la de cada uno de los personajes, se plantea la indulgencia. Todos tienen una razón de ser, todos tienen su equipaje heredado y son de carne y hueso, aludiendo a esa responsabilidad que tenemos de todo lo recibido (bueno y malo) de nuestros progenitores. Hace un poco referencia a lo que ya citaba Italo Calvino: “me alejé de mi tierra para hablar de mi tierra”. Uno, para hablar de su familia debe distanciarse de ella.

¿Cómo surge la idea? De esta obra se hicieron, en su día, dos piezas cortas con un personaje en común: el de La Negra, en dos situaciones diferentes. Luego nos propusimos el reto de desarrollar el papel, tanto añadiéndole un personaje más como conociendo su entorno laboral, doméstico… De esta manera llegamos a este punto que ahora nos vuelve a reunir. Lo bonito de esta historia es que aunque el hilo conductor sea La Negra, los 4 personajes están ahí no por ser accesorios, sino por tener peso específico en la trama.

¿Qué valor tiene para ti la familia? Es el primer referente que tiene el ser humano de lo que es la sociedad. Es un sitio al que tarde o temprano se vuelve. Uno siempre busca culparla o disculparla.

Carolina Román y Nelson Dante, ¿cómo surgió la compañía con ellos? Fue algo muy espontáneo. Carolina y Nelson regentaban una milonga, lugar donde se baila tango, en el Barrio de las Letras y años después fue Nelson el que regentaba otra, momento en el cual pensando en qué poder hacer entre baile y baile, se nos ocurrió la idea de distraer a la gente haciendo una pieza pequeña de teatro, hablando de lo que se sabía. Tocó, emocionó y surgió la compañía que lleva el mismo nombre de esta obra. Nada fue premeditado.

¿Piensas que la creatividad encuentra hoy en las pequeñas salas o en formatos como el microteatro, su particular viaje hacia la luz? No es una cuestión de tamaño. El teatro siempre ha tenido sus crisis y en Argentina es de lo más normal. Hay teatro en cualquier sitio. Allí el underground o el off, está más normalizado. El hecho de que se esté poniendo más acento en el off, no quiere decir que no haya existido antes. Llevo haciendo teatro desde los 90 y hacíamos teatro en los bajos de los bares y no era café teatro, era teatro. Sentimos la necesidad de no parar y seguir contando historias, ya sea en salas grandes como pequeñas. Aún con eso y dado que hemos estrenado en el Teatro Palacio Valdés en Avilés, la obra tiene 2 formatos, ya sea para representarse en una gran bombonera o sala más pequeña.

TRISTÁN ULLOA y 'ADENTRO'

¿Por qué hablar de la naturaleza humana? Cuando uno se propone a hacer teatro, quiere hablar de lo que conoce y no es que conozca a la perfección la raza humana, pero si uno hace ejercicio de observación y tiene un mínimo de sensibilidad pues es fácil intentar afrontar las cosas como las percibe. Nos mueven a todos cosas muy similares. Shakespeare, Chéjov y Cassavetes ya hablaban de la naturaleza humana y al fin y al cabo, escribir de nosotros es poner un espejo frente al público e invitarle a reflexionar.

¿Te sientes más cómodo dirigiendo o siendo dirigido? ¿Qué experimentas como director que como actor no haces? Me siento actor que eventualmente dirige. Amo mi oficio, más allá que sea desde la interpretación o de la dirección. Hay una necesidad de expresión por mi parte y siento que puede canalizarse por uno u otro lado. Disfruto (y aprendo) mucho dirigiendo a los actores e interpretando aprendo bastante de los actores. Son 2 disciplinas que se retroalimentan. Diderot se refería a la paradoja del comediante al hablar de la necesidad de estar muy cerca de un personaje para sentirse identificado con él, pero por otro lado tener cierta distancia para vincularte de él. Precisamente es esto lo que experimento como director: la capacidad de ponderar los momentos en favor de un todo.

¿Piensas que en un país como el nuestro, que rebosa de cultura, los espectadores todavía no están acostumbrados a otro tipo de teatro que no sea el gran teatro de 500 (o más) butacas? Creo que no. Lo que nos cuesta a los profesionales es la precariedad con la que estamos trabajando. No aquí, en el Centro Dramático Nacional, donde tenemos de todo sino en aquellas salas privadas de multiprogramación que descuidan la calidad de los espectáculos. Hay mucha gente, también entre nosotros los actores, que trabajan gratis. Como productor, una de las cosas que me propuse es que nadie trabajara por nada o por debajo del mínimo. En el caso que así fuera, disolvería la compañía. Se deben dar ciertas condiciones, ciertos mínimos que no solo quiero para mí sino para el resto de mis compañeros.

¿Por qué crees que el cine español todavía sigue teniendo ese estigma frente al americano? Tiene mucho que ver con acontecimientos que han ocurrido en este país y que la gente identifica con la gente que nos dedicamos a esta profesión. Arrasan las series españoles, pero se olvidan que los que hacíamos antes series, ahora hacemos teatro, cine o las dos. Está todo muy politizado. Somos un país que no hemos tenido transición y donde cuesta expresarse libremente todavía. Cuando la gente se echa las manos a la cabeza con Charlie Hebdo, yo pienso en las portadas de El Jueves, en las de Mongolia y en los escándalos que han provocado. ¿Perdón? Dejemos de ver la paja o la viga en el ojo ajeno. No tenemos ni sentido de la autocrítica, ni sentido del humor y como digo, hay cosas que no están superadas y entre ellas la transición…, que no se hizo. Somos un país muy polarizado entre derecha e izquierda, que durante la guerra de Irak se encargó de identificar a un colectivo de artistas con la oposición al gobierno, oposición a una intervención que fue absolutamente ilegal y en contra de una resolución de la ONU. Y todo pasará con que nos pusimos muy pesados…, cuando murieron 10.000 personas. ¿Por qué en los años 60-70 en Estados Unidos hubo un movimiento hippie? Porque lo ocurrido en Vietnam fue muy fuerte, una vergüenza. Puedo compartir el fondo con aquellos compañeros que abanderaron la oposición, pero no la forma. Tenemos muy poca capacidad de autocrítica.

TRISTÁN ULLOA y 'ADENTRO'

¿Qué encuentras en el teatro que no encuentras en cine y televisión? ¿Dónde te sientes más cómodo? Es otro código. En el teatro hay una libertad que me hace sentir más dueño de lo que hago. En cine también pero en televisión está más cercenada por determinados factores, hasta que se invente otro tipo de televisión que auguro está al caer: una televisión no regida por el prime time. Una televisión en la que los formatos son de 70 minutos, las prostitutas deben ser divertidas, los gays tienen que ser graciosos, los temas deben tocarse por encima para no ofender y así conseguir más audiencia, no es el producto que me gusta. Se está subestimando la capacidad del público. Va a llegar un momento en el que se va a demandar otro tipo de modelos, véase HBO. La televisión va encaminada a eso y nos va a hacer bien a todos. Aún me sigue costando el modo de hacer televisión hasta ahora. El cine, pese a la crisis que está pasando, ha vuelto de nuevo a la diversidad temática.

¿Qué te hizo convertirte en actor? Al principio fue una cosa terapéutica. Tenía cierta incapacidad de expresión, muchas ganas de hacerlo pero sin encontrar el canal. Lo encontré y se convirtió en afición y ésta en vocación y luego en profesión.

Mirando atrás, ¿ha cambiado tu idea de la profesión en todo este tiempo o la sigues viviendo de la misma manera en que por vez primera quisiste ser actor? Sí pero porque te va con la edad, la vida, tu experiencia, vivencias… El haber hecho determinados trabajos te hacen crecer. No me arrepiento de nada y lo bonito es que todo suma.

En tus últimos papeles en televisión (Los nuestros y El tiempo entre costuras), hemos visto que interpretas papeles secundarios, ¿cuesta encontrar un buen papel protagonista o es que prefieres tener más tiempo para poder seguir desarrollando esos nuevos textos que rondan tu cabeza? Es un mercado. Cada uno vive su momento, su cenit de no dar abasto pero esto para mí es un oficio. El oficio de alternar una cosa con otra. Yo nunca he querido un papel por hacerlo sin más, sino que he tenido que encontrar algo en el personaje a lo que me haya podido agarrar. Con la edad se ve todo diferente. Como dice Tennessee Williams: “el mundo está iluminado por el relámpago” y sigue iluminado por él, por eso es bueno aprender a vivir también con la luz de las velas.

¿Qué papel aún no te han propuesto interpretar y querrías hacer o qué historia te gustaría contar como director y aún no lo has hecho? Es complicado. Hay tantos textos, personajes e historias que quiero contar o dar vida y tantas cosas que no se… Yo no conocía El invernadero, hasta que me lo propuso Mario Gas y me está encantando hacer este personaje. Me apetece seguir teniendo esa capacidad de sorpresa tanto como actor, como director y entregarme hasta el final. Como decía Cassavetes: “uno tiene que estar dispuesto a jugárselo todo, a perderlo todo por conseguir expresarse” y a mí, sí que me va jugármelo.

¿Qué será lo próximo? Tengo una llamada del señor Julio Medem para más adelante que ya veremos en qué consiste; por otro lado, un proyecto con mi hermano para una serie nueva, una serie austera de planteamiento pero que habla de la naturaleza humana y más adelante, también algún proyecto para dirigir, con Carolina…, pero mi día a día hasta el 17 de mayo es esto, Adentro.

¿Qué te gustaría que experimentara el público de Adentro? Me gustaría que se divirtiese y emocionase y si le da para reflexionar sobre ellos mismos y sobre qué somos y qué cosas nos mueven, buscando la indulgencia, pues me quedaría más que satisfecho.

ADENTRO en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero

Hasta el 17 de mayo

TRISTÁN ULLOA y 'ADENTRO'