
La exposición Hollow Bones de Bianca Barandun presenta esculturas, relieves y dibujos que transforman la ligereza y el vuelo de las aves en una poética visual contemporánea.
La galería Marc Bibiloni de Madrid presenta Hollow Bones -Huesos Huecos-, la primera exposición individual en España de la artista suiza Bianca Barandun. Una muestra que convierte el espacio en un ecosistema poético, donde esculturas, relieves cerámicos, dibujos y piezas de madera trazan un canto visual inspirado en el mundo de las aves y en la ligereza que sostiene el vuelo.

Un espacio concebido como una sinfonía visual
En Hollow Bones, Barandun despliega un conjunto instalativo que transforma la galería en un entorno flotante, lleno de silencios y vibraciones. Las piezas cuelgan del techo, emergen de las paredes o se disponen como si formaran parte de un ritmo interno, orquestado desde la observación minuciosa de las aves y la musicalidad de sus movimientos. El comisario Kosme de Barañano describe el conjunto como “un espacio mágico” donde las obras funcionan como una polifonía de elementos visuales.

La ligereza como estructura: el significado del título
El nombre de la exposición alude a los huesos huecos que permiten a las aves volar: estructuras livianas que, paradójicamente, les otorgan fuerza. A partir de esta imagen, Barandun reflexiona sobre la fragilidad como fuente de equilibrio, sobre la capacidad de la materia para contener aire, memoria y ritmo. En este diálogo entre peso y levedad, su obra invita al espectador a “escuchar con los ojos”.

Cerámica, madera y dibujo: una técnica que se expande
Una de las claves del proyecto es la diversidad material. Los relieves cerámicos se realizan mediante moldes de linóleo y silicona que permiten trabajar con cerámica líquida pigmentada, un proceso veloz y preciso que genera superficies vibrantes. Las esculturas talladas en madera, por su parte, parecen reducir su peso para “formar parte del aire”, evocando plumas o refugios suspendidos.

Barandun combina estas técnicas con organzas, sedas, grafito y rotring, en un ejercicio de exploración material que, según ella misma, nace del interés por “descubrir, experimentar y aprender constantemente de cada material y su comportamiento”.

Aves como metáfora y melodía
Aunque su investigación parte de la observación de especies como el colibrí, el búho o el pájaro carpintero, la artista insiste en que no busca crear un tratado de ornitología. Su interés reside más bien en la traducción poética del ritmo y el lenguaje de las aves, en esa transición “de ver a oír pájaros”, que vertebra su filosofía visual.
Esta mirada le permite construir una instalación que funciona como un gran poema visual, donde cada obra actúa como un verso o un compás. Barañano vincula este enfoque con el espíritu de las Geórgicas de Virgilio, donde la naturaleza es observada no solo como un hecho físico, sino como un territorio de resonancias simbólicas.

Un recorrido inmersivo entre memoria y ritmo
La exposición se organiza en dos salas: una principal, donde cuelgan dibujos, relieves y pinturas dialogando con dos grandes piezas circulares de cerámica, y un espacio secundario teñido de rosa, que acoge esculturas suspendidas y obras que pueden recorrerse desde todos sus ángulos.

La noción de “nota fantasma”, tomada del jazz y revisada en proyectos anteriores, reaparece aquí como metáfora de lo que ocurre en los silencios, en los intersticios entre una pieza y otra. Barandun compone desde estos espacios intermedios, buscando una experiencia que une lo intuitivo, lo táctil y lo acústico.

Un diálogo con la Historia del Arte
Las formas depuradas y la relación con la materia remiten, según Barañano, a Brancusi, Calder o Giacometti, así como a ciertas tradiciones orientales donde el trazo capta tanto el canto como el silencio. La instalación se lee también como una arquitectura móvil, que redefine el espacio a partir de la interacción entre figura, vacío y ritmo.

Un bosque de ideas y un canto a lo intangible
Miles de dibujos y bocetos dan origen a esta exposición que, lejos de exhibir aves, propone una sensibilidad ecológica y espiritual. Para Barandun, trabajar con lo leve es una manera de pensar el vínculo entre cuerpo, memoria y naturaleza: un diálogo que se despliega como un canto visual, delicado pero firme, que invita a permanecer en el aire.
Hollow Bones de Bianca Barandun
En Marc Bibiloni
Hasta el 17 de enero