La última gran fiesta de la noche madrileña: Roar

Tras cinco años de liarla, Roar se ha convertido en una de las fiestas clave de Madrid, uniendo pop, drag y diversidad bajo la mirada de Jaime Caballitos

La fiesta Roar nació en 2019 con la idea de mezclar pop, drag y energía urbana, y que hoy es uno de los referentes del ambiente queer de la capital. Detrás está Jaime —más conocido como Caballitos—, ingeniero informático de día y DJ y productor de eventos de noche. Inquieto por naturaleza, encontró en Roar el espacio perfecto para unir sus dos mundos: la organización meticulosa y la libertad del escenario.

@roarpartymadrid / Entrevista Juan Martí 

La última gran fiesta de la noche madrileña: Roar

Lo que diferencia a Roar no es solo su cartel de drags o su estética, sino su espíritu inclusivo. Lejos del elitismo que a veces domina el ambiente, aquí todo gira en torno al buen rollo, la diversidad y la naturalidad. Gente que baila, que se saluda, que se conoce sin pretensiones. Cinco años después de aquella primera edición caótica con Letizia Sabater, la fiesta se mantiene como un punto de encuentro generacional y creativo. Y Caballitos, con su mezcla de humor, disciplina y desparpajo madrileño, sigue rugiendo al ritmo del pop y el reguetón.

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¿Cómo vas? ¿Qué tal tu día?

(Jaime Caballitos) Bien, un poco cansado. Estoy algo pachucho, pero nada grave: mañana estaré bien.

Cuéntame un poco de ti: ¿de dónde eres?, ¿cuál es tu background?

(Jaime Caballitos) Soy de Madrid, aunque mi familia es de Albacete. Trabajo como ingeniero informático en un banco, pero desde 2019 me metí en la noche madrileña: fiestas, mundo DJ, producción de eventos… Siempre estoy buscando ideas nuevas.

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¿Cómo empezaste en ese ambiente?

(Jaime Caballitos) Empecé en El Cuenca. Vi un anuncio que buscaba DJs: llevabas tu playlist y pinchabas con tus amigos. Allí conocí a Mario, mi antiguo socio en Roar. Un día me propuso montar una fiesta con drags y así nació Roar, que es como mi hija pequeña.

¿Tú eras la cara visible desde el principio?

(Jaime Caballitos)No, lo llevábamos a medias. Pero en ese momento yo tenía más presencia en redes, así que quizá se me asoció ligeramente más a la fiesta.

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¿Cómo ha evolucionado el proyecto?

(Jaime Caballitos) Muchísimo. La primera Roar fue un caos, pero salió bien. Con el tiempo fuimos cogiendo método: preparar el line-up, contactar con las drags, diseñar la cartelería… Empezamos en 2019, justo antes del COVID, y sobrevivimos haciendo ediciones con mascarillas y público sentado. Esa etapa nos ayudó a profesionalizarnos y posicionarnos.

¿Y el nombre?

(Jaime Caballitos) Roar surgió sin pensarlo demasiado. Queríamos una fiesta drag abierta a todo el colectivo LGTB, no solo gay. Se me ocurrió “roar”: rugir, ser tú mismo, bailar como quieras. No tiene un significado profundo, pero funcionó. Ahora la gente dice: “¿Dónde vamos? Al Roar”, y el nombre ya es parte del propio ambiente.

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¿Os costó encontrar público o conectasteis directamente con vuestro nicho?

(Jaime Caballitos) La noche madrileña cambia constantemente, es un Juego de tronos continuo. Nosotros llegamos buscando un público joven al que le gustara el pop y el drag, pero que no viniera solo a ligar. Queríamos una fiesta abierta, divertida y diversa. En la inauguración vino gente del Cuenca y bastante público nuevo. Con el tiempo, el perfil se ha ido asentando: ahora acude mucha gente muy fan del drag, sobre todo desde el boom de Drag Race. Se quedan hasta tarde viendo los shows. Nuestro público es joven, entre 20 y 30 años, muy mixto: chicos, chicas, gente queer… Y les gusta tanto el pop como el reguetón y lo urbano. Roar es eso: pop, urbano y hits.

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¿Cuál ha sido la mayor movida organizando Roar?

(Jaime Caballitos) Alguna que otra. Una vez las etapas de sonido petaron con la gente esperando fuera y el técnico sin llegar. Otra noche, llovió tanto que la luz se iba constantemente; vino un electricista de urgencia y acabó bailando entre el público mientras arreglaba la avería —era una edición de Rosalía y se viralizó en Twitter.
También tuve un lío surrealista con una famosa que quiso que la acompañara a comisaría en plena fiesta. Fue de locos, pero por suerte no pasó nada.

¿Cuál es tu criterio para invitar a artistas?

(Jaime Caballitos) Buscamos variedad. Llevamos cinco temporadas de Drag Race, así que mezclamos perfiles: cómicas, bailarinas, monsters, club kids… Todo depende del tema de cada edición. Si la fiesta es de Lola Índigo, buscamos drags con una energía más potente en baile. También investigamos qué artistas destacan en Madrid, Barcelona o en otras ciudades, y combinamos eso con el universo Drag Race. Han pasado por Roar La Niña, Chloe Vittu, Killer Queen, Arantxa, Clover… muchas del programa.

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¿Y antes de Roar, cuál era tu relación con el drag?

(Jaime Caballitos) Ninguna. Empecé a salir por el ambiente en 2015; conocía a La Prohibida por sus canciones, pero no tenía vínculo con ese mundo. Con el tiempo vas conociendo drags y, si trabajas bien, hablan de ti. Hoy todas están a gusto en Roar y eso me hace feliz.

Más allá de eso, parte del éxito de Roar también viene de tu popularidad.

(Jaime Caballitos) Puede ser, aunque mucha gente no sabe que yo produzco la fiesta porque me ve pinchando. No me gusta ir diciendo “la Roar es mía”. Prefiero mantenerme discreto. La promoción en redes ha ayudado, sí, pero la gente no viene por mí: viene por la fiesta. Se lo pasan bien, hay buen ambiente y la sala funciona. Quizá al principio venían por curiosidad, pero ahora vienen por Roar.

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¿Qué dirías que aporta Roar que no tenga ninguna otra fiesta?
Sobre todo, visibilidad a drags locales y a artistas con talento que no vienen de Drag Race. Y también que no es una fiesta “gay” al uso. En muchos sitios el ambiente es muy masculino y con cierto postureo. Nosotros buscamos lo contrario: un espacio amable, seguro, natural. Que puedas decir “me encanta tu outfit” y que de ahí salga una charla. Eso es lo que nos diferencia.

¿Cuál sería tu drag soñada, si pudieras invitar a cualquiera?

(Jaime Caballitos) Supremme de Luxe, sin duda. Sería un escándalo tenerla. Me centro más en drags españolas; el panorama de RuPaul no lo sigo tanto. Pero sí, Supremme sería mi sueño… aunque claro, ya tiene su caché y no quiero hipotecarme.

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¿Tienes algún vínculo con la producción de Drag Race España?

(Jaime Caballitos) No, ninguno.

¿Y te gustaría?

(Jaime Caballitos) Sí, claro, pero sería un cambio grande. Si surgiera, tendría que replantearme mi trabajo de informático: pedir una excedencia o reorganizar mi vida. Dependería de las condiciones: cuánto se gana, cuánto dura el proyecto, cuánta dedicación exige… Pero si se diera la oportunidad, ¿por qué no?

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