
Esperábamos con tantas ganas la segunda entrega de Poquita Fe que cuesta creer que ya esté disponible en Movistar Plus+. Y qué mejor forma de celebrarlo que charlar con Julia de Castro, la cuñada más querida.
Hay personajes que tienen algo…aunque su actitud no sea la más alegre o soñadora, quizá son voraces, sarcásticos o tienen una desidia tan grande que, con un buen humor, logran que conectes con ellos. Eso ocurre con el gran papel de Julia de Castro en Poquita Fe. En esta serie de Movistar Plus+ vemos personajes buenos, con alma, y se agradece en la pantalla. Y, entre esas conversaciones, aparece esta gran actriz, que además es una interesante directora y cantante, siempre luchando por aquello que la hace sentirse viva.
Divertida, entusiasta y con una pasión por la vida que hace que ningún proyecto se le resista. Hablar con Julia de Castro es un lujo, puedes pasar de la seriedad que exige comentar proyectos densos a reírte a carcajadas cuando confiesa que es un auténtico “culo inquieto”. En todo momento transmite ese deseo de vivir y de sentirse realizada en cada trabajo. Y eso, al final, es lo más bonito que tiene un actor, músico o director: es búsqueda de emocionar y transmitir con cada obra.
Ahora regresa con su querido personaje en Poquita Fe, disponible en Movistar Plus +,una mujer con una actitud complicada, pero con un corazón genuino. Y aunque parecía difícil que pudiera sorprendernos más, Julia asegura que veremos un gran cambio. No nos cuesta creerla, sobre todo sabiendo quiénes están detrás del guion, los creadores de Camera Café, aquellos que ya nos hicieron reír tanto y que son garantía de éxito.

Vimos la primera temporada en 2023, se acaba de estrenar la segunda. ¿Cómo regresa el proyecto?
Julia: Creo que el personaje de la cuñada es bastante imprevisible. Nunca sabes muy bien por dónde va a ir ni qué va a pasar. Precisamente por eso me gusta interpretarlo, es como una nota disonante. Creo que todavía da una vuelta de tuerca más, haciendo que suceda algo que parecería completamente imposible. Los creadores han hecho aquello que nunca pensaste que podía pasar y pasa.
Estoy muy contenta. Creo que hay un punto de inflexión muy fuerte, con una narrativa y un arco de personaje realmente bonito y sorprendente. Todo el mundo espera ciertas cosas de la cuñada porque es muy irreverente, desobediente y contestatario. Pero, pasan muchas cosas…En general, esta temporada es muy interesante.
¿Y cómo es enfrentarse o dar forma a una segunda temporada cuando la primera fue tan bien?
Julia: Ese era el gran miedo de todo el equipo, era imposible superarla. Todos estábamos convencidos de que no pasaría nada, que ya veríamos. De hecho, los creadores tardaron mucho tiempo porque, al principio, también dudaron de que eso tuviera continuidad.
Al final, se toman muy en serio su trabajo. Si ven que algo no funciona, no lo sacan. Creo que el proceso de guion llevó tanto tiempo porque realmente no son conformistas y han querido alcanzar un nivel de calidad alto.
¿Cómo recuerdas ese primer guion, sabiendo que venía de gente que había trabajado en Cámara café?
Julia: El guion sobre papel era muy extraño. Por eso entendí que la serie tardó nueve años en salir adelante, era muy difícil de comprender. Incluso durante el casting, pensabas: “¿Pero esto qué es? ¿Cómo va esto?” Tiene un código propio.
Como toda obra genuina, auténtica y un poco rompe-moldes, requiere un poco de fe… Confiar en que esto va a salir adelante. Una vez que ves la primera temporada, ya entiendes formas de hablar o los códigos. En el casting me aprendía cosas que ni siquiera tenía que aprender.
Eso es lo que la hace tan auténtica, no se parece a nada sobre el papel. Y ya en la segunda temporada, todos sabemos que funciona, así que hay muchísima confianza en lo que está pasando.

¿Por qué crees que ha funcionado esta serie?
En primer lugar, se habla mucho del amor. Y además, parece que estamos en un momento en que los malos son más atractivos que los buenos, que lo “malo” llama más la atención. Pero esta serie habla de gente buena. De gente buena que merece la pena, de cómo la gente buena genera cosas, provoca cambios, incluso en los pequeños detalles. Creo que eso es súper necesario, una comedia sobre gente buena. Hoy en día parece que idolatramos a personajes malvados como narcos, villanos, chicos problemáticos… Pero aquí la gente es buena.
Eso ha conectado y es un manifiesto visual sobre una necesidad mundial: la humanidad necesita que haya gente buena.
¿Entonces, veremos un crecimiento positivo en La cuñada?
En psicología se dice que, cuando no te haces cargo de tus cosas, la vida te cambia a ti. Es decir, cuando no te trabajas a ti mismo, la vida te trabaja a ti.
Tus puntos débiles, si no los has enfrentado, tarde o temprano te los pone frente a ti porque no hay manera de eludirlos. Al final, son tus debilidades. Y eso es lo que le pasa a este personaje. Lo interesante es que no es algo voluntario. En esa desidia que tiene, descubrimos que tiene un corazón precioso.
Además, vemos que tiene su pequeño refugio, rodeada de personas que probablemente a nadie más interesarían, y es ahí donde conecta de verdad. Es un personaje tierno, pero al mismo tiempo todo lo que sea socialmente “normal” le asusta. No comulga con las reglas ni con lo que “debe ser”; nada de eso le interesa.
Hablando más de ti, estudiaste Historia del Arte en la Complutense y desde ahí has dado mil saltos: cantante, actriz, directora… ¿Pensaste que tendrías este ritmo vital?
No, la verdad es que no. Sí es cierto que tengo una tendencia, no sé si muy millennial, de apuntarme a mil cosas. Mi madre siempre me decía: “Haz cosas, haz cosas, haz cosas”. Y creo que eso marca. Al final no siempre se asimila todo, pero te queda esa actitud.
Creo que es algo muy instaurado en mi vida. Tengo 40 años y sigo igual, cualquier cosa que me interese, me lanzo. Por ejemplo, ahora estoy un taller de dos días en Alcalá 31 con una cineasta. A mí la vida me estimula constantemente, me sobreestimula incluso, porque siempre quiero aprender y hacer cosas nuevas. Es un aprendizaje constante.

Paquita Salas te ficha sí o sí, eres una actriz 360
Totalmente (se ríe)
¿Cómo recuerdas esa gran oportunidad que te dio Carlota Ferrer, fue tu inicio en el teatro?
A Carlota la invité a un concierto muy grande en La Zarzuela, por la Purísima. Creo que a partir de ahí, al ver el concierto, que era muy teatral, empezó a considerarme como posible actriz para alguno de sus proyectos.
Cuando me llamó para Esto no es la casa de Bernarda Alba fue un momento muy fuerte para mí, porque yo admiraba mucho su trabajo. Además, el montaje estaba encabezado por Eusebio Poncela, que hacía de Bernarda, así que era un proyecto enorme. Estuvimos girando bastante tiempo y, de alguna manera, ese proyecto me abrió un camino. Tuve después cuatro o cinco obras seguidas con ella y fue un aprendizaje total.
Carlota tiene un don muy especial, una intuición increíble para el casting. La gente de la que se rodea es siempre ultra talentosa. En los ensayos estabas constantemente alucinando.
Tras esto has estado en varios proyectos y también has dirigido tu película ‘On the go’.
Justo, me acaban de dar la beca de la Academia de Cine. Lo anunciaron hace apenas una semana, seleccionaron 20 proyectos en esta séptima edición. Cada año la Academia acoge en residencia a 20 personas que, durante nueve meses, trabajan con sueldo en el desarrollo del proyecto que presentaron.
Justo tuvimos ya la primera reunión de grupo, que fue muy interesante. Empezamos el 1 de octubre. Es muy competitivo, ya que se presentaron unas mil personas y solo eligieron a 20. El propio director, Fernando Méndez-Leite, decía que era un chollo. Te pagan por escribir, te dan un espacio, tienes foros comunes, tutorías con profesionales que hacen un seguimiento de tu proyecto… Es la beca para escribir, sin duda.
En mi caso, todo empezó con On the Go, pero ahora voy de lleno a mi siguiente proyecto como guionista. Lo ideal sería dirigirlo y producirlo también, pero, de momento, escribirlo como residente de la Academia ya me parece un paso muy importante.

¿Cómo fue ponerte tú detrás de las cámaras?
Creo que lo más difícil no fue dirigir, sino sacar adelante la película. Éramos dos mujeres, María y yo, veníamos de lugares distintos. Ella desde el documental y yo desde la interpretación, y juntas decidimos hacer nuestra primera película de ficción. Esa unión fue la clave.
Hacer una película es complicadísimo. Como dice Guillermo del Toro: “El estado natural de una película es no hacerse, llevarla adelante es un milagro”. Así que para mí, ponerme detrás de la cámara fue casi lo fácil, porque lo realmente duro fue producirla. Cinco años de desarrollo, no solo de guion sino de equipo, sin ayudas públicas, asumiendo un riesgo económico enorme. Fue un aprendizaje totalmente artesanal, desde la página en blanco hasta la distribución, que también hicimos nosotras.
Hoy en día la película se puede ver en Francia, también en Suiza, Alemania, Taiwán… adquirió una dimensión internacional que no esperábamos. A veces se nos olvida que un proyecto español puede crecer mucho más fuera. Para nosotras fue clave, enseguida conectó con el público internacional. Los agentes de ventas franceses nos dijeron desde el principio que tenía muchísimo potencial, y tenían razón. Recorrimos unos 50 festivales y ganamos 23 premios. Fue un subidón.
La dirección, en realidad, la viví con mucha confianza porque éramos dos. Cuando yo estaba como actriz, María estaba detrás de la cámara, y cuando coincidíamos, lo hacíamos juntas. Fue un trabajo precioso y común. Estoy muy agradecida de haberlo hecho mano a mano con María, aprendimos muchísimo las dos.
Y para terminar, ¿cómo fue eso de que a la reina Letizia le encantara tu papel en Poquita Fe?
Ella es muy espontánea, y tengo la sensación de que está muy al tanto de lo que pasa. Conocía perfectamente, lo cual me sorprendió muchísimo. Me hizo mucha ilusión que no solo hubiera visto la película, sino que además le divirtiera tanto mi personaje. La verdad es que me quedé blanca.
Pero no es la primera vez que me pasa algo así. En Islandia, en mitad de unas cataratas, alguien me reconoció como “la cuñada de Poquita Fe”; en Alemania también me paró un señor que acababa de comprar los derechos de la serie y me reconoció enseguida. Es un personaje que conecta mucho con la gente, y eso siempre me sorprende.
En este caso, que fuera la reina quien se acercara a felicitarme fue muy bonito.

Fotografia: Guillermo Álvarez
Maquillaje: Dior Beauty
Ya está disponible ‘Poquita fe’ en Movistar Plus+