20.000 DÍAS EN LA TIERRA ATENTOS AL QUE PUEDE SER UNO DE LOS MEJORES DOCUMENTALES MUSICALES DE LA HISTORIA

Ian Forsyth y Jane Pollard se encargan de la dirección de esta maravilla que desprende y respira cine en cada fotograma, en cada segundo, y en cada rincón de su metraje. De una figura tan icónica y mitificada como la de Nick Cave, ese narrador de historias con halo de misterio y sex-appeal brutalizado a manos de un talento desmedido como compositor y como cantante, podría desprenderse la necesidad de hacer un documental prototípico y descafeinado. Gracias a dios no ha sido así. La película tiene como premisa plasmar lo que es un día cualquiera en la vida de Nick, en la lucha del artista por la creatividad, en su conflicto interior con la bestia parda que le regala esas canciones. De esta premisa tan simple, construyen un documental falsamente ficcionado, (la narración está tan bien construida que no lo parece), y logran arrastrarnos a otra realidad, la del personaje, sin soltarnos en las dos horas que dura la cinta. 20.000 días en la tierra fascina porque es un documental, es ficción y sobre todo es puro cine. Y lo es por un tempo magnífico, pausado, elegante, estéticamente visual, inteligentísimo y con una edición de Óscar.

20.000 DÍAS EN LA TIERRA

Nick Cave se interpreta a sí mismo (sin ningún esfuerzo, claro está) y tiene todo ganado con la fascinación que despierta su voz, y la credibilidad palpable que destila todo lo que la película nos muestra sobre su proceso creativo. Los diálogos sorprenden, maravillosos como la interacción entre los músicos, las voces en of, y esos segmentos largos y narcisistas (gracias Nick) en los que la banda nos ofrece momentos íntegros de la grabación y ensayo de canciones. Soy fan de Nick Cave, lo reconozco, pero este es de los pocos documentales que te gustará aunque no te interese el personaje ni recurras a Spotify después de ver el film para oír sus discos. Ahora, eso sí, recordarás haber visto esta película toda tu vida.

20.000 DÍAS EN LA TIERRA

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