
La película Ciudad sin Sueño se adentra en la Cañada Real a través de Toni, adolescente que se enfrenta al desalojo y a la pérdida de su modo de vida. Se estrena en cines de España 21 noviembre.
El debut en el largometraje de Guillermo Galoe, presentado en la Semana de la Crítica de Cannes, se adentra en la Cañada Real a través de la mirada de Toni, un adolescente que observa cómo su mundo se desmorona mientras lucha por conservar la magia de la infancia. Ciudad sin Sueño combina ficción, experiencia comunitaria y una sensibilidad estética que reivindica lo invisible.
Un retrato íntimo desde el corazón de la Cañada Real
Ciudad sin sueño sitúa su acción en el asentamiento irregular más grande de Europa, un territorio que durante décadas creció al margen de Madrid y que hoy vive un proceso de desalojo marcado por conflictos sociales y el corte prolongado del suministro eléctrico a miles de familias.

Desde este escenario emerge Toni, un chico de 15 años orgulloso de su familia chatarrera y profundamente unido a su abuelo. Las máquinas de demolición avanzan hacia la parcela donde viven, y el anciano se niega a abandonar su hogar pese al riesgo que ello implica. En la oscuridad de noches sin luz, las leyendas que marcaron la infancia de Toni comienzan a adquirir una materialidad inquietante, situándolo ante un dilema: aferrarse a lo conocido o afrontar la incertidumbre del futuro.

Una ficción nacida de seis años de convivencia
Galoe construye la película a partir de un proceso de seis años junto a la comunidad de la Cañada Real. El cineasta desarrolló talleres de creación con niños y adolescentes, generando un vínculo que posibilitó una aproximación respetuosa y alejada de dinámicas de poder. Sólo tras dos años de presencia constante decidió introducir la cámara, cuando sintió que filmar ya no suponía una violencia para quienes viven allí.

De ese proceso surgió la figura de Toni, a quien el director conoció cuando arreglaba una bicicleta en la puerta de su casa. El adolescente participó primero en el cortometraje Aunque es de noche, base emocional y estética del proyecto. Cuando Ciudad sin Sueño llegó al rodaje, Toni ya había crecido, y el equipo decidió adaptar el guion a su nueva etapa vital, convirtiendo su transición hacia la adolescencia en un elemento vertebrador del relato. Una decisión que, según Galoe, “es de las mejores que he tomado nunca”.

Los márgenes como espacio de cuestionamiento
Uno de los pilares de la película es la voluntad de retratar a una comunidad habitualmente invisibilizada o representada desde la estigmatización. Galoe busca filmar desde la intimidad, dejando de lado los clichés asociados a territorios marginalizados. En sus palabras, el cine puede “captar lo invisible” y ofrecer preguntas más que respuestas sobre una sociedad marcada por tensiones identitarias, desigualdades y discriminaciones persistentes.

A través de Toni, la historia incorpora elementos casi míticos, herederos de un imaginario familiar transmitido por abuelas y ancianos. Esta convivencia entre lo real y lo legendario es central en la estética del film: colores intensos, la presencia constante del fuego y un trabajo visual que abraza la oscuridad como espacio narrativo. Incluso imágenes grabadas por el propio Toni con un teléfono móvil forman parte del metraje, reforzando la idea de un cine que nace desde dentro de la comunidad.

Actores no profesionales, verdad sin artificio
El reparto está compuesto por habitantes reales de la Cañada Real, quienes nunca habían actuado ni leído una línea del guion. El trabajo con ellos se articuló a partir de juegos, ejercicios físicos y espacios seguros que permitieran desarrollar escenas desde la naturalidad, evitando que se sintieran observados o juzgados. Galoe y el equipo construyeron las secuencias mediante ensayos abiertos, un marco flexible donde lo escrito se adaptaba a lo que surgía frente a la cámara.

El resultado es una interpretación situada entre la realidad y la ficción, donde los actores encarnan versiones transfiguradas de sus propias vivencias, sin caer en el documentalismo ni en la recreación distanciada. La propuesta se enmarca en un estilo que dialoga con tradiciones como la de Bresson: depurar los pensamientos para permitir que la presencia física y la intuición guíen la puesta en escena.

Cannes como punto de partida
El filme, una coproducción entre España y Francia, llegó a la Semana de la Crítica de Cannes con el respaldo de un equipo técnico encabezado por el director de fotografía Rui Poças y la editora Victoria Lammers, obteniendo el Premio Sacd a la autoría (dirección y guion). Para Galoe, presentar allí su primer largometraje suposo cerrar un ciclo que nació en la periferia de Madrid y que ahora dialoga con el centro del cine mundial.
Guillermo Galoe durante el rodaje
Ciudad sin sueño aparece así como una de las apuestas más singulares del año en la cinematografía española: un relato íntimo, político y profundamente humano que revela lo que sucede cuando el cine decide mirar de frente a quienes durante demasiado tiempo han permanecido en la penumbra.
Ciudad sin Sueño, se estrena en cines de España el 21 de noviembre.

Póster de Los Bravú
El póster (no oficial) creado por Los Bravú, pareja artística formada por Andrea Gómez y Diego Omil, funciona no solo como pieza promocional, sino como un artefacto visual con entidad propia: un lienzo lleno de trazos a lápiz y color difuminado, rostros que emergen y se desvanecen, aves en movimiento y un protagonista joven que parece atrapado entre sueño y vigilia. La composición respira espontaneidad y, al mismo tiempo, una poética muy cuidada, alineada con el tono emocional de la película. Una imagen muy potente para complementar la historia.