ADIÓS A WILHELMEL NUEVO Y ÚLTIMO DISCO DEL GRUPO SE TITULA, HOW HIGH LILY?

Tres años después de su sorprendente debut con The War Of Species, la banda pamplonesa retorna con garra, y con ganas (o eso creíamos) a pesar de haber eliminado del nombre a sus “Dancing Animals”. Tras la buena noticia de la llegada de su nuevo disco, llega la mala noticia de que el grupo se separa. Lo contaban hace unos días así en su Facebook: “¿Qué es el éxito? no lo sabemos, pero sabemos que no es esto, y si lo es, no nos está gustando. Wilhelm no tiene que demostrar otra cosa que su felicidad y bienestar, y para que eso suceda tiene que desaparecer. Se cierra una puerta y se abre un mundo, la música nos acompaña de una manera u otra. Amamos la música y sentimos que la hemos traicionado, así que cuando nos conciliemos con ella volveremos a disfrutarla. Muchas gracias a todos por apoyarnos, ha sido una etapa intensa con muchos momentos felices, pero nuestras vidas no aceptan sólo muchos momentos felices, queremos que TODOS los momentos lo sean”. How High Lily? (Origami Records), se ha convertido así en su disco póstumo. Un disco que supone una vuelta de tuerca a la experimentación y la introducción de nuevas alianzas. En un segundo plano han quedado las influencias americanas de acordeones y banjos para acoger con calidez el alma de los sintes.

Un compendio de once piezas que derrochan worldbeat por los cuatro costados, desde los primeros segundos con la embriagadora “Wings of Hate”, hasta la despedida de “Wilhelm’s Kingdom”, que recupera la tradición folky de la banda. En este trabajo han sabido unir tradición e innovación de una forma que, aunque pueda parecer caótica, guarda una coherencia asombrosa. Es el caso de la tropicalista “Jungle Army” o incluso de la vintage “Sin”. También rezuma una atrevida psicodelia que cumple las expectativas en temas como “Helia” o la potente “Cool Thing”. Y una divertida mirada al electroclash con “Erin’s song” y “Cast Away”. No cabe duda de que Wilhelm han acelerado sus tempos y “Psychonight” es un claro ejemplo de ello. Capas de instrumentos entrelazados con beats electrónicos que hubieran hecho las delicias de sus fans en directo. Como las cuasi instrumentales “Katie” e “Interlude Sabus”, dos de los temas más experimentales centrados en la reiteración de ecos y pulsos constantes. Un sonido complejo por la cantidad de matices que lo componen, pero totalmente asequible y fresco. Aires globalizadores, universales e incluso dosis de multiculturalidad. Pop grandilocuente y sin complejos para decir adiós. Al menos de momento…