Almost Real

Fragmentos de la realidad en tiempos del Whatsapp.

¿Swipe right o swipe left? Tinder ha conseguido simplificar las relaciones casuales a este sencillo gesto, eliminando de un plumazo digital todo el esfuerzo necesario para lograr una conquista. Se gana en rapidez, sí, e incluso se elimina el componente de ridículo que siempre está presente en este tipo de conquistas. Ideal para los tímidos y para los que tienen las cosas claras. Sin embargo, los románticos de la vieja escuela no comulgan con la aplicación, acusándola de fría, impersonal y en ocasiones cruel. ¿Dónde ha quedado el amor en estos tiempos hipertecnologizados?

Sobre estas cuestiones planea Almost Real, obra del arquitecto y dramaturgo Rafael M. Hernández que se estrenó el pasado 8 de octubre en el madrileño  hotel Iberostar Las Letras. La trama es sencilla: Guillermo (Ventura Rodríguez), un arquitecto metido a dramaturgo -evidente ejercicio de autoproyección- busca sin éxito un final para la obra sobre Frank Lloyd Wright que está escribiendo. En vista de su fracaso, una musa muy especial -Beyoncé ni más ni menos- le visita para ayudarle. El empujón vendrá de la mano de Ana, una actriz que le ayudará a encontrar ese final tan deseado y algo más. Crisis creativa y existencial, las musas y el amor: tres pilares fundamentales de la dramaturgia que se entremezclan en esta obra bajo una pátina de humor.

Porque lo que en principio parece un drama, acaba evolucionando poco a poco y de manera natural en una comedia de situación cuya mayor baza es la interacción con el público. De eso se encarga magistralmente Efluvia O’Hara quien da vida a una Beyoncé muy castiza y cuyo papel sirve de bisagra entre las dos caras de la obra. Como si de un apuntador externo se tratara, su personaje interpela al espectador buscando reforzar los argumentos con los que espolea a Guillermo para salvarle de su crisis, consiguiendo que todo el mundo se ponga de su lado y desee el mismo final para el atormentado protagonista. Igual de excelente está Laura Put, que encarna en Ana a una actriz/it girl -de nuevo un ejercicio de proyección- enamorada de sí misma con tendencia a sobreactuar y a la intensidad extrema.

Almost Real

Pero toda esta obra no tendría el mismo resultado sin la localización. Una habitación de hotel sirve de escenario y patio de butacas. Una cama y una mesa de escritorio como único mobiliario se sitúan en el centro, mientras que el público la rodea ocupando tres de las cuatro paredes de la habitación. La proximidad con los actores es total, permitiendo esa complicidad que algunos de sus personajes buscan, incrementando la sensación de estar espiando una situación real ajena pero interesante. Esa tecnología que nos permite mirar la intimidad de otros sobre la que se articula la obra se convierte aquí en realidad de carne y hueso. Esta disposición, a su vez, permite a cada espectador vivir obras diferentes aún viendo la misma, pues cada punto de visión ofrece visiones distintas de la misma escena: mientras que unos ven con detalle la mirada de Guillermo sobre Ana, otros aprecian el sutil movimiento de la mano sobre la cintura. Auténtico teatro en 360º al que hay que añadirle el precioso escenario de la Gran Vía madrileña.

Almost Real es, por lo tanto, una obra para reír pero también para reflexionar, y donde su en ocasiones poco original argumento se refuerza a base de una sorprendente puesta en escena y una interpretación sobresaliente. Ambos factores consiguen introducir al espectador en la obra y hacer que sus cuarenta minutos de duración parezcan un suspiro. Uno muy divertido.

Estad atentos a su Facebook para conocer las próximas fechas, ya que las entradas vuelan.  

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