Juan Avellaneda, nadie mejor que él para ejercer de embajador de su propia marca: Avellaneda
Cuando un personaje, más o menos popular, llega a un acuerdo, el que sea, para representar los valores de una marca se le nombra “embajador” de dicha casa. En el caso de la moda, su trabajo consiste, más o menos, en ponerse ropa de la parte contratante en eventos públicos, hacerse selfies, etiquetar a la marca y dejar que esta le mencione en comunicados de prensa o redes sociales como fan de su marca. A diferencia de los servicios diplomáticos de un país, los “embajadores comerciales” pueden representar a varias marcas a la vez o cambiar de “embajada”, o chaqueta, de un día para otro.
Curiosamente, no es muy normal que el propio diseñador sea el embajador de su marca. Hay casos que sí: Bernhard Willhelm, Jeremy Scott, Kris Van Assche, Rick Owens… son algunos ejemplos de coherencia entre lo que diseñan y su forma real de vestir. Pero, muchas veces, uno se queda atónito cuando después de ver una colección en pasarela sale al final su creador a saludar. A veces da la sensación que más que el propio diseñador es un “espontáneo” que salta al ruedo a reivindicar algo, o a dar la nota, como si no tuviera nada qué ver con el desfile que acabamos de ver. Pero no, no son “espontáneos”, son diseñadores que se tiran meses trabajando en una colección en la que creen tan poco que ni ellos mismos se la ponen. Eso es lo que a mí, al menos, me transmiten.
Nada de eso ocurre en Avellaneda. Su diseñador y creador, Juan Avellaneda, se identifica totalmente con lo que hace, y además es lo suficientemente popular en las redes sociales como para ejercer con éxito, y orgullo, de embajador de su propia firma. Lo puedes comprobar en su perfil de Instagram: @avellaneda_eu, donde comparte sus estilismos con sus ciento y pico mil seguidores. Tampoco es que esté obsesionado con los total looks Avellaneda. Sabiamente combina sus diseños con prendas de otras marcas de todo tipo. Nada de esto tiene connotaciones vanidosas, sino que más bien es un ejercicio para demostrar que su ropa funciona en personas y situaciones reales.
Una de las últimas misiones de Juan como embajador de Avellaneda ha sido la de presentar, y modelar, su colección primavera verano 2017 en el Hotel Pulitzer de París durante la semana de la moda masculina. Una propuesta muy cosmopolita. Tan pronto viaja a Cuba a través de guayaberas, como se transporta a USA mediante el denim, o hace escala en la cultura japonesa gracias a dibujos del artista Kamisaka Sekka convertidos en pañuelos de seda y jerseys. Un periplo por el mundo que no olvida sus raíces mediterráneas, más relajadas, ni el toque británico de su sastrería, ni mucho menos el chic parisino o el punto arty, plasmado en, por ejemplo, las sudaderas serigrafiadas con la frase “Ceci n’est pas un bateau”, como dice el propio Avellaneda, un sutil homenaje a Duchamp caligrafiado por Passalacqua. Y, por supuesto, no falta el sello de la casa: los ribetes que rematan camisas y chaquetas. Todo realmente creíble, muy Juan Avellaneda.
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http://avellaneda.eu/
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