BURBERRY LIVE FROM MILAN

Disfruta en directo y cómodamente, desde la front row de tu pantalla, el desfile primavera verano 2013 de la colección masculina de Burberry Prorsum, desde Milán en tiempo real… ¡comienza la cuenta atrás!

Aquí tienes la columna de opinión de moda del número de junio de Neo2. Está firmada por Fernando Rius, director y fundador de Área Comunicación Global (empresa responsable, entre otras marcas, de la prensa de Burberry Prorsum en España). Un divertido y didáctico escrito que debería figurar en los libros de texto de todos los estudiantes de comunicación y relaciones públicas. Léetela y descubrirás lo afortunado que eres al poder presenciar el desfile de Burberry Prorsum, colección de hombre primavera verano 2013, desde la Milan Fashion Week, en directo, en tu casa, en tu pantalla, cómodamente… Incluso puedes adelantarte a tu tiempo, y comprar piezas de la colección nada más terminar el show. Y lo más importante, realmente verás el desfile.

SEATING by Fernando Rius

Es una de las disciplinas más duras, más ingratas, menos reconocidas, pero más adictivas que el mundo de la moda pueda proveer. Sentar a prensa, vip’s, compradores, curiosos, amigos, perseguir a los que se infiltran, detectar a los copistas, mantener a raya al pelotón de fotógrafos que, sin piedad, inmortalizan las glorias y errores de los diseñadores… Todo funciona y se planea con precision militar. Y como en todo ejercito, hay rangos. Los favoritos, los todopoderosos, los compromisos, los inevitables, los indeseables, los imposibles de atraer, los temidos por sus críticas de la mañana siguiente. Estamos hablando de un desfile de moda. Seis meses de ejercicio feroz para un test que apenas dura 12 minutos. Pero esa es la moda. Una mujer caprichosa a la que hay que perdonar porque muere muy joven, que decía Cocteau. Primero llegan las listas con los periodistas. Los acreditados. Los retrasados. Los indecisos. Los insistentes. Los “sin esperanza” que mandan su petición en espera de la invitación que nunca llegará. Pero ante todo, los imprescindibles. Esos sin los que un desfile no empieza. Esos que están en los móviles de todos los PR de la sala, llamando furiosamente a otros PR del desfile precedente, para saber si ya ha empezado, si Anna Wintour, o Suzy Menkes o Brian Boy han salido raudos a sus limousines y están de camino. Sin ellos, no hay show. Luego empieza el baile de la primera fila. Los que tienen que estar. Los que exigen estar, lo que nunca llegarán más allá de la ultima fila, la “Fashion Siberia” de los abandonados de la fortuna, aunque no tan abandonados como los “standing”, nivel máximo de humillación, aunque incluso entre ellos, hay rangos. Los que entran al principio y acechan como buitres los mejores sitios, y los desgraciados que llueva, nieve o truene solo serán admitidos cuando están apagando las luces y a duras penas verán las coronillas de las/los modelos, y menos aún los trajes que llevan. Pero al menos, “estuvieron” en el desfile. Las celebrities son el mayor quebradero de cabeza. No vienen. Pero quieren venir, pero solo si son amigos, o si no lo son, pero son importantes por su imagen, y entonces empieza el primer asalto al campo de batalla. La lucha entre los PR de la “maison” y los agentes mercenarios de las susodichas celebrities, que empiezan con la lista interminable de requisitos. Primera clase desde Tokyo aunque vivan en la ciudad, limusina con chofer, guardaespaldas, suite en el hotel con más “status”, seguido de las minucias: agua de tal marca, fruta (organica no less) de este tipo, flores frescas de un determinado color y porqué no, comida especial para su perro, amén de masajistas, peluqueros, maquilladores, publicistas y toda una legión de intermediarios que hacen inaccesible a la presunta Celebrity. No importa… nos vamos acercando a la fecha. La tension crece. Pero la sala del desfile… no. Esa sigue igual. Mismas dimensiones, mismo número de asientos, un solo show y tres veces la capacidad del lugar en invitaciones. ¿Cómo cuadrar este círculo? No se preocupen… al final los numeros salen. Los bancos se estrechan, en el lugar de una persona, ponemos una y media calculando que pesa 45 kilos y no lleva abrigo, si podemos colocaremos una fila extra, más standings, muchas negativas rotundas a los miles de peticiones de entradas… Los números van cuadrando. Y ahora empieza la guerra interna. Los diferentes países empiezan la batalla por la supremacía numérica de entradas y las ubicaciones estratégicas. América siempre gana aunque Asia le va a la zaga. Europa empieza y acaba en Francia y alguna “vaca sagrada” italiana, Rusia es un mundo aparte y España suele estar cercana a África, pero los españoles somos luchadores de fondo y logramos con simpatía e improvisación, que las 6 plazas asignadas a la prensa española se transformen milagrosamente en los 40 periodistas que están en la ciudad. Vueltas y más vueltas al planning, una víctima por aquí, una cancelación de última hora por allá, esos “reservados” para la emergencia del último segundo… Y la hora se acerca y en este momento toda la atención está concentrada en la primera fila. En las celebrities. En los fotógrafos. En la intendencia. Los ayudantes, modelos de rectitud y de belleza, casi siempre de negro riguroso, en formación dos horas antes de que abran las puertas, verán impertérritos, los deambulares enloquecidos de otra marea de hombres y mujeres, también de negro y ellas por añadidura en tacones con seguro de vida incluido, corriendo como pollos sin cabeza, comprobando sus asientos, las etiquetas con los nombres de sus invitados, mientras el diseñador, ajeno a todo, se sienta en la primera fila a escuchar la música y ver el ensayo del show. Los/las modelos, llenas de rulos, laca y pinzas, enchufadas a sus ipods y ajenas a todo y a todos, salen en formación robótica, haciendo lo que la rutina ha convertido en juego millonario para sus jóvenes vidas y aún más escasos cuerpos. Y llega la hora de la verdad. Los besos al aire, las entradas triunfales, los intentos desesperados (y muchas veces fructiferos) de colarse, los rezagados, los insolentes, los poderosos… y por fin… ¡¡¡¡Los famosos!!!! Todo son sonrisas, vanidad, palabras lanzadas al vacío mientras un ojo controla la puerta y otro a la lista de los que aún no han llegado. Llamadas furiosas, sms’s desesperados, la música empieza a sonar levemente, la hora de la verdad se acerca,… “estoy en un atasco”… “¿pero el desfile no era mañana?”… “lo siento, me encuentro fatal, no voy, ¿no te han avisado?…. no importa. Alguien ocupará su asiento. De pronto, oscuridad total. La tensión se corta con cuchillo. La música revienta algún tímpano y varias paciencias… Y la primera imagen anda decidida al pelotón de fotografos, que sin piedad imponen la música de los motores de sus máquinas de fotos, por encima de los acordes de la canción, aun no publicada de la star del momento. El ritmo, implacable, militar, va desgranando el fruto de seis meses de esfuerzo, las periodistas pasan de tomar notas a perder la mirada en el infinito, símbolo de aburrimiento supremo o suprema mala educación. Mientras, las celebrities, miran ensimismadas, lo que en breve recibirán como regalo o soñarían con ponerse si tuvieran la talla. Los minutos pasan veloces. Mejor así. Eso es una buena señal. Y tal como empezó… la luz se va. La música sube su volumen aún un poco más, las/los modelos vuelven a salir en formación prusiana y tras ellos, el/la artífice de ese esfuerzo supremo de resumir en 12 minutos, y 40 conjuntos, los sueños, la novedad, la insolencia, la provocación, de esa señorita que tras seis meses pasará a mejor vida para dar paso a su Némesis: una nueva colección. La gente se precipita al backstage para saludar, para demostrar que están en el “inner circle” del creador. Más kiss kiss al aire, más elogios, más alabanzas… los tacones a este punto ya han causado algun accidente irreparable y tal como la ola empezó a crecer, a espandirse y a inundar las orillas, se retira velozmente para devorar en otro lugar de la ciudad, otro desfile, otros seis meses de esfuerzo, de trabajo en la sombra, de ilusiones, y quizás de rotundo fracaso producto de la caprichosa pero bien documentada voluntad de un erudito… Ahora la sala está vacía. Llena de papeles, de tarjetas, de regalos abandonados en el frenesí de la huida. La función ha terminado. Todos estamos listos y empezando a prepararnos para la siguiente. Solo faltan seis meses…