CASS MCCOMBS + LA BRIGADA

CRÓNICA DEL CONCIERTO DE CASS MCCOMBS EN BARCELONA. POR JAVIER MATEOS

Me encontraba en el “Pepe Bar” saboreando una buena mediana, para coger cuerpo antes de enfilar un momento que esperaba desde hace tiempo, cuando entre sorbo y sorbo, me dejé perder entre esas reliquias, que siempre tienen en sus paredes expuestas a modo de mini museo del rock permanente. En esta ocasión -nunca paro de descubrir cosas-, encontré autógrafos de Bosé entre chupas de cuero, un disco del Canto del Loco y más a la izquierda, una dedicatoria de Manolo Kabezabolo. La música se cuece con pellizcos y recuerdos en este clásico de Barcelona. Enfrente, tienes el acceso (muy al estilo callejón yanki) a dos pequeñas salas de Razzmatazz : gigante y mastodóntico local donde te puedes, o bien subir al cielo o quererte morir en el infierno. Según entraba, con poca esperanza de disfrutar de los teloneros, me topé con ese extraño y enigmático cantante y compositor, natural de la soleada California, llamado Cass McCombs. Escoltado por su banda, se dirigían, con la calma por señuelo, a subir a la sala. Con chaqueta militar caqui, pantalones vaqueros rotos y remangados por encima de sus botas negras, gorra de “paperboy” de los años 30 bajada hasta los ojos y pelo recogido y con coleta, se acercó a la “segurata”, enseñó – el último-, su pase y se metió en el backstage. Durante esos minutos me pensé dos veces decirle algo, finalmente no lo hice (por una vez en la vida, tomé una sabia decisión). Dentro de la pequeña sala, me encontré con una pareja, la camarera y el olor a vacío, a recién abierto. Cuando La Brigada, el grupo telonero, subió al escenario, decidí acercarme, sentarme y mientras saboreaba la densidad de una cerveza doble malta (más bien, doble estallido), me encontré disfrutando de verdad, con un grupo que cantaba americana en català, ¡ahí es nada!. Subidón del bueno, excelentes composiciones, sonido excelso y poderío escénico. Me preguntaba como un grupo tan mediocre como Manel puede haber llegado donde lo han hecho (aunque está muy claro), y estos chicos seguramente se coman, pues eso… Una pena, la verdad. Para cerrar se atrevieron con Morrissey y su clásico “We hate it when your friends become succesful” vía Vila Nova i la Geltrú (ya quisiese Mikel Erentxun).

CASS MCCOMBS + LA BRIGADA

Al instante subieron los muchachos de Cass McCombs, afinaron sus instrumentos y sentado al teclado Nord Electro, comenzó el concierto. Sin dilaciones, abriendo como abre su sensacional nuevo disco “Wit´s End” Domino 2011, con ese hit romántico, que bien podía ser la canción que trastoca a la paranoica fan de Clint Eastwood en aquella genial película y ópera prima del año 1971, “Play Misty For Me”, donde ese disc jockey susurra en las ondas nocturnas palabras que penetran en lo más profundo del oyente. Aquellas emisoras de los 70 tan añoradas hoy en día. “County Line” tiene una belleza tan tremenda que puede inducir al llanto con sus primeros acordes. Con la sutileza de su teclado, ese bajo tan sensual y esos rasguidos en las seis cuerdas que estremecen sin remedio, John Lennon seguro que hubiese matado por ella. Cinco minutos y medio de éxtasis total. El escaso número de asistentes – algo más de 60 (me paré a contarlos)-, explotó. No era para menos. Muy pocos se atreven a tirar de sus mayores logros para arrancar una velada. “Buried Alive” siniestra y dolorida, con ese bajo y esa cadencia tan fantasmal, erizó el bello al instante. Le siguió “Hermit´s Cave”, extraña y escalofriante canción, que se mece y frena como si de un batallón, que carga y dispara, se tratase.  Después la mágica, infantil y ensoñadora “The Lonely Doll”, que encoje el alma al más pintado. Un sonido perfecto, una banda hecha. Todo en su sitio. Curiosamente a medida que el concierto perdió oscuridad y se abrió a canciones más cristalinas y expansionistas, fue cuando Cass se enfadó con el fotógrafo acreditado de turno y soltó un: “¡No, no no, no!”, que dijo lo suficiente del carácter y personalidad del músico californiano. Escudado por esa especie de leñador de Wisconsin, pasado de kilos y con aspecto de oso mañoso (a pesar de su juventud), se sumó a la indignación al ver que su jefe se enfadaba. Acto seguido arrancaron con la aditiva “Pregnant Pause” de su tercer disco, “Droppin the Writ”. Del mismo, “Windfall”, folk de altura y virtuosismo que supo a gloria. Llegados a este punto, “Equinox”, con cambio de guitarra, electrificó la velada, en un guiño a su segundo álbum, “Prefection”.
CASS MCCOMBS + LA BRIGADA

La temperatura subió inesperadamente con la interpretación de un nuevo tema, – rock and roll puro-, “Love Thing”, donde exhibió su tranquilo pero poderoso dominio de la guitarra eléctrica. La adrenalina se apoderó de mi y decidí acercarme a la barra donde la camarera me tenía reservada la última tostada (pasada la congoja, ahora sí,  ya estaba entregado al rock). A medida que el concierto crecía en intensidad eléctrica y con ello parecía que en velocidad interior, solicitaba, sin cesar, desde el escenario, menos luz a la mesa. En ese instante me sobrevino una imagen, -ojalá me equivoque-, pero este chico tiene todo el perfil para convertirse fatalmente en un nuevo Elliot Smith, su música cada vez tiene menos que envidiarle, y el tormento es la base de su grandeza, el mismo que llevó a tan trágico final al de Omaha. Casi en tinieblas afrontó su recta final, donde para sorpresa de todos se fueron sucediendo las canciones y en entre el público se hacía manifiesta la espera de los temas de su más laureado trabajo, “Catacombs”. Pues bien, ninguno de sus temas llegaron. Sí, ni tan siquiera esa joya que parece sacada del año 56 del siglo pasado, “Dreams-Come-True-Girl”. ¿Venganza por la escasez de público? o sencillamente ¿cansancio lógico motivado el desgaste de su anterior gira? Una mezcla de ambas creo yo, aunque no fue porque los pocos incondicionales que allí acudieron no se entregasen, dieron muestras palpables de pasión y entrega. Con el ritmo de “City of Brotherly love”, haciendo creer que volvería a salir, a la carrera, se despidió y desapareció por las escaleras. Un gesto esquivo de un tipo extraño, sentido pero auténtico, y sobre todo un genio grande, muy grande, como su obra que roza ya el olimpo de los elegidos. Ahí nos quedamos todos, unos atónitos, otros emocionados y yo volando con la malta, la misma que me proyectaba a la luna casi llena de la noche barcelonesa.

CASS MCCOMBS + LA BRIGADA

Hoy Cass McCombs actuará en Madrid, estas son las coordenadas:
Cass McCombs + Anntona – 18 de mayo de 2011 – 22:00h
Sala Nasti, Madrid
C/ San Vicente Ferrer, 33
Anticipada 17€ / Taquilla 20€