
Antonyo Marest repasa su trayectoria como creador sin etiquetas, su inspiración viajera y optimista, el cruce entre arte y diseño, y colabos con marcas, defendiendo la pasión, curiosidad y felicidad creativa personal.
Antonyo Marest (Alicante, 1987) es un artista con alma mediterránea y una mirada internacional. Formado en Arquitectura y Arte, mezcla el espíritu del Art Déco con colores vibrantes, formas geométricas y guiños tropicales donde nunca faltan sus icónicos flamencos. Su estilo alegre ha conquistado muros, marcas y espacios por todo el mundo. Este año ha diseñado junto a Formica los Premios Neo2, una colaboración que refleja su pasión por el arte, el diseño y las buenas vibraciones.

Háblanos de tus inicios y trayectoria
Antonyo Marest: Mis inicios, como los de muchos artistas urbanos, fueron en lugares abandonados: fábricas, muros perdidos, espacios olvidados.
Mi crecimiento ha sido lento pero constante, porque esta disciplina no se enseña en la escuela; es prácticamente autodidacta. Gracias a la educación de mis padres, a los libros, los viajes y las nuevas amistades, he ido formándome paso a paso.
Hoy soy quien soy por mi ambición y, sobre todo, por mis ganas de seguir aprendiendo.
¿Cómo definirías lo que haces?
Antonyo Marest: Siempre describo mi trabajo como un cóctel. Mezclo distintos ingredientes para crear o diseñar aquello que me apasiona.
Mi obra es camaleónica, capaz de adaptarse a casi cualquier formato sin perder su esencia.

¿Siguen tus trabajos algún estilo?
Antonyo Marest: Todos mis trabajos tienen un sentido; nunca hago algo “por hacer”. Cada pieza posee una narrativa: a veces directa, otras poética… y, en ocasiones, simplemente soy yo.
¿Te consideras un artista urbano?
Antonyo Marest: No me gustan las etiquetas. “Artista urbano” es una forma de clasificar, pero prefiero considerarme creador. Esa palabra me representa más.

¿Trabajas solo?
Antonyo Marest: Sí, trabajo solo en mi estudio, rodeado de magia y de la luz que entra por la ventana.
Sin embargo, no tengo un equipo fijo: colaboro con distintos profesionales según el proyecto o el reto.
¿Cómo surgen las ideas? ¿De dónde viene la inspiración?
Antonyo Marest: Las ideas nacen viajando, que creo es lo más enriquecedor para un artista.
Últimamente también encuentro inspiración en libros que no tienen nada que ver conmigo: imaginar quién está detrás de esas palabras me despierta nuevas visiones.

¿Qué pasa justo antes de empezar una obra? ¿Silencio, música o caos controlado?
Antonyo Marest: Ese momento previo es como el café de la mañana: necesito energía, motivación y calma.
La música es mi gran aliada. Descubrir nuevos artistas cada semana en Spotify alimenta mi creatividad; al final, tengo mi propia gramola personal.
¿Con qué tipo de trabajo te sientes más cómodo?
Antonyo Marest: La verdadera comodidad es la felicidad de hacer lo que te gusta cada día.
Eso, además de comodidad, es un lujo.

¿Cuál ha sido la colaboración más desafiante… y la más divertida?
Antonyo Marest: El proyecto más desafiante fue en 2022, cuando me llamaron para intervenir las oficinas centrales de Amazon en Barcelona. Lo que iban a ser unos pocos murales se convirtieron en 28, además de vidrieras, techos, vinilos y un mural en la terraza sobre barras de aluminio. Un auténtico reto.
La colaboración más divertida fue pintar las oficinas de Pit Viper, creo que su filosofía de vida, la forma de hacer la cosas y la forma de crear equipo, fue lo más divertido y sobre todo que eran unos tipos bastante locos jajaj. Metieron una moto de nieve en la cocina.

¿Solo trabajas por encargo?
Antonyo Marest: No. Muchas de mis obras nacen de la experimentación y del aprendizaje.
Curiosamente, esas investigaciones personales suelen transformarse en nuevos proyectos, y eso me encanta.
Has trabajado con grandes marcas. ¿Dónde trazas la línea entre arte aplicado y arte comprometido?
Antonyo Marest: No trazo líneas. Doy el mismo esfuerzo a un proyecto grande o pequeño.
Mi madre me enseñó que quien hoy apuesta por ti, mañana volverá a hacerlo.
Nunca he tirado la toalla, y me levanto cada día para seguir haciendo lo que amo.

Si pudieras diseñar un espacio para una empresa que aún no te ha llamado, ¿cuál sería?
Antonyo Marest: Me encantaría colaborar con Porsche, admiro la elegancia, sutileza y coherencia estética de Porsche como marca. Aunque mi coche preferido es el Ferrari Testarossa blanco.
¿Hay algún lugar del mundo donde aún no hayas pintado y te gustaría hacerlo?
Antonyo Marest: Sí: Surinam, en el norte de Sudamérica.
Me fascina descubrir nuevos países y culturas, y este en particular me despierta mucha curiosidad.

Háblanos del galardón de los Neo2 Awards 2025. ¿En qué te inspiraste?
Antonyo Marest: Quise crear un trofeo que simbolizara la unión de todas las artes en un solo objeto.
Lo llamé “Alianza”, porque solo compartiendo y dejando atrás los egos se logra una verdadera convivencia creativa.
¿Cuál es tu relación con Formica?
Antonyo Marest: Excelente. Llevo más de seis años colaborando con Formica, tanto profesional como personalmente.
Su equipo humano y su constante innovación me hacen sentir como en casa.

¿Qué consejo te darías a ti mismo cuando empezabas a pintar murales en Alicante?
Antonyo Marest: Más que un consejo para mí, lo compartiría con todos:
“El pasado no vuelve, el presente se vive y el futuro llega.”
Si aplicáramos esta frase más a menudo, viviríamos con más ligereza y propósito.
¿Cómo puede una persona o empresa encargarte un proyecto?
Antonyo Marest: Lo más sencillo es contactarme a través de Instagram o LinkedIn.
Aunque, últimamente, muchos proyectos llegan por casualidad: cenas, exposiciones, viajes, encuentros.

¿Te consideras más artista o diseñador?
Antonyo Marest: Ninguno de los dos.
Prefiero pensar que soy un soñador, porque vivir de lo que un día soñé es el mejor regalo posible.
¿Pueden convivir el arte y el diseño?
Antonyo Marest: No solo pueden convivir: viven juntos.
Son una pareja inseparable que se necesita mutuamente. Todo artista diseña, y todo diseñador crea arte.

Bajo los parámetros de la arquitectura, el diseño y la gastronomía, ¿qué tienen en común?
Antonyo Marest: Antes no valoraba el trabajo de un chef, hasta que entré a una cocina y vi la precisión, la técnica y la pasión.
Es lo mismo que en mis pinceles o en un plano: tres disciplinas unidas por la delicadeza y la intención.
Si pudieras elegir un plato, ¿cuál sería y con qué lo acompañarías?
Antonyo Marest: El steak tartar es uno de mis favoritos, por su historia y por su carácter.
Lo acompañaría con patatas fritas con sal en escamas, escuchando un concierto en directo de Hans Zimmer.

¿Próximos proyectos?
Antonyo Marest: Tengo varios proyectos en Miami y en el Sureste Asiático para 2026, además de una nueva colección con Trendsplant para este verano. Además estoy bastante sumergido en el mundo de la música y la gastronomía , y creo que el próximo verano Ibiza será increíble.