EL DISCO EN SOLITARIO DE KAREN O SALE A LA VENTA EL PRÓXIMO 9 DE SEPTIEMBRE
Para su camino en solitario, Karen O ha escogido la vía del minimalismo. Trece años al frente de Yeah Yeah Yeahs le han reconducido al gusto por la individualidad, las pequeñas cosas y el detallismo. Y así nos presenta ‘Crush Songs’ (Cult Records/Everlasting), su primer álbum al margen de su icónica banda de garage punk. Un disco compuesto por 14 temas escritos por la cantante cuando tenía 27 años, en plena cruzada por el amor y el desamor; 14 pildorazos de verdad que nos caen como un jarro de agua fría dulce y sensual. Las cuerdas de una guitarra y su seductora voz comparten el espacio/tiempo de este trabajo intimista, con grandes dosis lo-fi y estigmas desgarradores, como la perfecta “Rapt”, tema elegido para presentar este álbum y del que ya tenemos videoclip.
Homogeneidad sonora, fruto de la inmersión en su estado emocional al que consigue arrastrarte con suavidad en algunas ocasiones (“Beast”) y con amargura en otras (“Comes the Night”). A medio camino entre la melancolía jazzera y una sutil comunión con el folk americano, encontramos temas tan radiantes como “Day Go By” e “Indian Summer”. Dos perlas en mitad de un océano de slowcore encabezado por la canción que abre el disco, “Ooo”, “Sunset Sun” y “So Far”. La inestabilidad, también presente en este desahogo de Karen O, toma forma de pseudo punk porque, en definitiva, la chica del flequillo tiene los antecedentes que tiene. Y así gratamente nos sorprende con “Visits”, con las inesparadas distorsiones de una directa y potente “Body King” o la amplia paleta vocal de “Otherside”, no olvidemos sus dotes de psyco-soprano. Ni tampoco su ascendencia coreana por parte de madre, a la que hace un guiño con “Native Korean Rock”, un tema que hace las veces de nana, palabra a palabra en tempos meticulosos. Y es que, si estas canciones fueron un día el diario de su catarsis personal hoy, reunidas en ‘Crush Songs’, buscan convertirse en la BSO de tu propia retrospección. Un viaje de ida y vuelta por uno mismo, con la cara optimista de una “NYC Baby” y la cruda realidad de “Sing Along”, el cierre de una soledad buscada y encontrada.