Todo empezó a mediados de los noventa, cuando Thorsten Brinkmann comenzó a retratarse, siempre ocultando su rostro, y no porque fuera feo, sino porque el resultado le pareció inquietante y sugerente. A partir de ese momento Thorsten realiza una serie de autorretratos en los que la figura humana se convierte en escultura. La puesta en escena es sencilla: él es el modelo, el fotógrafo, el estilista… él lo hace todo, tarda unos veinte minutos en preparar la foto y una vez que se pone el objeto en la cabeza a modo de máscara, tiene diez segundos para situarse antes del disparo. Su trabajo se puede enmarcar junto al de Cindy Sherman o Erwin Wurm, en los que el artista es al mismo tiempo el protagonista de su obra. Ahora podemos ver una exposición sobre su trabajo llamada “Actions and Alterations” en la galería Nicolas Krupp de Basilea.
“Actions and Alterations” a partir del 7 de septiembre en Nicolas Krupp contemporary art gallery. Erlenstrasse 15, Basilea, Suiza
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