El Astronauta Wellness

Los arboles del parque le aburren y los coches le aburren. El tipo debajo de la gorra blanca de Nike se mueve encima del asiento de plástico con toda la soltura que le deja su ropa elástica y decido que es mejor mirarle. Pam, giro a la izquierda, zas, cruce de brazos. Convencido de abrir bien las piernas y convencido de mirar al resto de la gente del autobús atravesándoles con mirada de rayo laser.

Los auriculares blancos resaltan como faros encendidos sobre el azul eléctrico de su rebeca deportiva microperforada, 70 wool, 15 silk, 15 nylon. Reparte likes con fruición como parte de una rutina dura de trabajo. Lo pone en su ceño fruncido, lo delata su cara derritiéndose. Está cansado pero aún puede más. Abre su tablet para echarle un vistazo a los recorridos que ha hecho ésta semana. A la App entonces, no te cortes. Las líneas que hay en el mapa reflejan las distancias que ha corrido y los trazos van desde el punto de salida hasta el momento en que se rinde, le llaman o las dos cosas. Me asomo a la pantalla y solo veo un cuadro de Palazuelo conseguidísimo, precioso y después como se despliegan en modo Roman Opalka los datos: 524 kcal, 30 min, 5 km. En la línea morada del martes hay un corte abrupto hacia la mitad por una llamada de su entrenador pero luego sigue alegremente en una curva ascendente.

A su alrededor y muy fuera en la calle, mucho mas fuera de lo que de verdad es fuera, pasan rápidamente diez alcornoques y otros diez almendros. El chico 70 wool, 15 silk y 15 nylon se incomoda y revisa la hora dos veces, igual más y se saca de la mochila un batido de proteínas en un recipiente ergonómico, muy bien diseñado y mas grande que un antebrazo. Gira la rosca de la parte superior, cuatro vueltas, cinco vueltas y la merienda está lista. El líquido del interior se queda dentro a pesar de todo el jaleo exterior gracias a su habilidad y a un pequeño borde extra de plástico negro que he llegado a escuchar despegarse con un suave zap de la otra mitad del recipiente. Bebe mucho pero no muy dignamente iluminado tangencialmente por los neones del autobús, una luz pocha. Sube el volumen de lo que escucha, se deleita, se solidariza con varias causas digitales y comparte la sensación por Facebook. Fuera hay árboles.

Hay elementos de las nuevas rutinas de comportamiento socio-deportivo que de tan mundanos resultan bellos, bien coreografiados y listos para que ser trasladados al campo del arte. El deporte está de moda y el wellness es su nueva forma de vivir y relacionarse. Un equilibrio entre lo emocional, lo mental y lo físico para alcanzar un estado de bienestar. A veces se manifiesta como un mero deseo lúdico personal, otras inducido desde el postconsumísmo como corriente que promociona una nueva forma de vida individualista y meritocrática. Brotan los gimnasios como templos de lo prieto y lo joven, espacios para ciudadanos guapos de bifidus que miden sus pulsaciones con pulseras digitales, listos para luchas grecoromanas.

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Alexadra Bachzetsis. Private: Wear a mask when you talk to me, 2016 © Blommers & Schumm

Blogs deportivos, asociaciones deportivas, amigos deportivos, chorbazas y chorbazos, gimnasios decorados como galerías de arte, como discotecas, grupos de facebook lipobeligerantes, tutoriales y yotubers explicando como dejarte deluxe cara y cuerpo. Los batidos de mango con apio de esa cadena tan cara de batidos, los hidrogeles, las cremas de calor y las bebidas energéticas son el campo formal que nos rodea y del que algunos artistas se abastecen para desarrollar su trabajo. No hay que entender ese reboot de la vida deportiva como una forma de alienación, si no como una manera de vivir típica de sociedades democráticas, que entienden la rutina desde lo cómodo y lo bueno. La ergonomía de ración doble.
En Francia en el siglo XIX se creía que la gimnasia promovía los sentimientos de generosidad y libertad para edificar un mundo ideológicamente mejor. El deporte estaba históricamente relacionado con la moral. Actualmente «La época moralista del deporte ha terminado y se despliegan el deporte-moda, deporte-salud y deporte-desafío.» (Gilles Lipovetsky, El imperio de lo efímero). Es el tiempo del «éxtasis del cuerpo y el principio del logro democratizado».

Una parte muy concreta del arte ha sabido entenderlo y se ha interesando por este mundo, incorporando a las obras de arte aparatos tecnológicos deportivos que las marcas han diseñado para mercantilizar ésta pasión wellness. Los chándales y los cascos de bici bellos y los drones grabando maratones son, como demostró el colectivo DIS, arte de vanguardia. La última edición de la bienal de Berlin DIS cambió el rumbo del arte con un giro de muñeca muy hábil. Allí se encontraron reunidos algunos de los artistas que cuestionan los conceptos de lo tecnológico, lo artificial vs natural y la relación del espacio de trabajo y el ejercicio físico. Han sido capaces de ponerle rostro a una nueva corriente de trabajo transhumanista, el postprogreso o progress art.

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Débora Delmar Corp. Mint Headquarters, Installation view, 2016. Image courtesy of Duve Berlin and the artista.

MINT de la artista Débora Delmar Corp es una de esas grandes piezas que pudimos ver en la Galería Duve Berlin y en la bienal con un montaje adaptado a la Akademie der Künste. Aprovechando el aspecto de palacio de congresos del edificio Dévora instaló una zona de descanso de unas grandes oficinas, un espacio wellness pseudo chill out deliberadamente corporativo con mobiliario sostenible y plantas de plástico. Un bar de zumos ficticio en el que se podía tomar Mint, una bebida energizante creada para la ocasión que promueve una vida sana para el perfecto empleado modélico. Una reflexión sobre el greenwashing y como la conciencia ciudadana es reclamada a través de la salud para reforzar hábitos de consumo.

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From A to B via C, Alexandra Bachzetsis 2014 © Alexandra Bachzetsis in collaboration with Julia Born and Gina Folly

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From A to B via C, Alexandra Bachzetsis 2014 © Alexandra Bachzetsis in collaboration with Julia Born and Gina Folly

Alexandra Bachzetsis es una artista suiza y coreógrafa con un trabajo mas centrado en el cuerpo. Durante algunos años su interés ha orbitado en torno al mainstream, la cultura pop, el baile y la moda formalizandolo sobre todo desde la performance y el video. Sus vídeos y coreografías en vivo a veces se plantean desde la parodia y la crítica. Un ojo puesto en la autoafirmación de la juventud y otro en el cuerpo como maquina expresiva y de ahí, zap!, el deporte, la anatomía de la carne, trofeos del bienestar. La indumentaria deportiva está presente en su obra no porque hable del ejercicio físico sino porque es un análisis de la idea de identidad moderna y sus rituales, y en ellos los asuntos deportivos se cuelan, está claro. Ahí tenemos consecuentemente el trabajo de Private: Wear a Mask when you talk to me. Un video con la artista adoptando posturas entre el yoga y el erotismo. Todo es muy del mundo chandaleto. Sus obras son medallas para el cuerpo moderno.

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Allora & Calzadilla, Body in Flight, 2011, U.S. Pavillon. 54 Edición Internacional de la Bienal de Venecia. Imagen Cortesía de los artistas y la Gladstone Gallery.

La obra Body in Fligth de Allora & Calzadilla para el pabellón de la bienal de Venecia (2011) es una exquisitez visual con una acertada reflexión ética. Para la ocasión presentaron a varios gimnastas realizando equilibrios técnicos sobre reproducciones de asientos de primera clase de un avión. En un primer nivel hay un elogio impoluto de la forma. En el segundo podría destacar una atención sobre los objetos de devoción del postconsumismo. Diría que tiene una conexión con la sociedad líquida y la idea de fragilidad humana de Bauman, El filósofo, El gurú. Hay relaciones interesantes con su visión de la vida hoy, vaya. la transitoriedad, la desregularización de los mercados y la sociedad individualista privatizada. Particularmente con su retrato de una sociedad de relaciones volátiles y de amor flotante. El aspecto del conjunto está presentado con códigos de escultura para reforzar ese tono de retrato de la pleitesía, la condecoración a la cultura laboral de la flexibilidad. Unas piezas sugerentes bien aproximadas al estado de la cuestión. Bravisimo Allora y bravisimo Calzadilla, vamos.

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Raphaël Zarka, Riding Schoenflies, 2016 . Skater : Sylvain Tognelli . Photo : Maxime Verret

Aportando otra visión podemos encontrar en Espai d’Art Contemporani de Castelló hasta el 21 de mayo la obra de Raphaël Zarka. El artista francés muestra en su primera exposición individual en España un proyecto específico creado para la sala del EAAC. Su trabajo es fundamentalmente escultórico y combina sus grandes formas geométricas con uno de sus mayores intereses, la cultura del skate. Del mismo modo que los skaters utilizan el mobiliario urbano, Zarka utiliza skaters performers para que patinen sobre los objetos que propone como halfpipes y rampas. El conjunto se convierte en una instalación coreografiada en la que los skaters interactúan con las esculturas, exhibiendo un dueto equilibrado como elogio al cuerpo deportivo y dinámico.

El wellness es hoy motivo de investigación artística y ha tomado múltiples formas. Es posible que en la obra de estos artistas haya una llamada de atención sobre nuestra relación con el deporte, el trabajo y la naturaleza. Es posible que tocar tanto plástico ergonómico no sea tocar, los grupos de Whatsapp no sean grupos y te irrite sentirte mas cómodo en un congreso de dentistas en un hotel que en el sendero de una montaña. Los oficinistas son astronautas y las clases de yoga escapadas al espacio sideral. Wellness patrocinado por la Nasa.