El golpe de efecto de Alex Cameron

El artista australiano lanza su primer trabajo en solitario

Tras una etapa anterior al frente de la banda Seekae, Alex Cameron se lanza en solitario envuelto en una electrónica limpia a base de sintetizadores como seña de identidad. Una serie de samplers que se repiten como mantras y que nos acompañarán de principio a fin a lo largo de los escasos ocho temas que forman ‘Jumping The Shark’ (Secretly Canadian / Everlasting) hasta sumar poco más de una media hora de reloj.

La apuesta inicial es sombría, con un “Happy ending” irónicamente colocado al inicio del disco, en la que un perdedor se contenta con albergar la esperanza de un tiempo mejor.  Un arranque lúgubre en sintonía con “Gone South”, el tema donde encarna a un observador nocturno que clama por acabar con su soledad impuesta en un perturbador final. Hay algo oscuro dentro de la música de Alex Cameron, tan oscuro como la sombra que proyecta su juego de mentiras y verdades.

El golpe de efecto de Alex Cameron

Se trata de un primer trabajo que en realidad esconde una re-edición de aquel disco que el propio artista autoeditara en 2014. Cameron nos confunde entre medias verdades envejeciendo prematuramente entre arrugas y cicatrices en su imagen de portada o hablando por boca de personajes que no son él: una amalgama de inadaptados y fracasados que buscan la redención. El baile entre perdedores solitarios se salda en el bar donde se dan cita la chica fea y borracha con el chico rico y tonto de “Real Bad Lookin’”. En ella Cameron aprovecha para modular la voz y hacer florituras que hasta entonces habían permanecido apaciguadas bajo un tono grave y taciturno. Quizá preludio de la historia de amor que se desatará en la bailable y pegadiza “She’s mine” donde Cameron habla por primera vez de amor y lo hace desde el desencanto.

El golpe de efecto de Alex Cameron

Para él el amor es solo agua que fluye, que se diluye y que se va. “The Comeback”, el tema que alberga la frase que da nombre al disco: “Jumping The Shark”, nos recuerda que aquel que ha estado en lo más alto sólo está a un salto para no permanecer en el olvido y hacer gala de ese “quien tuvo, retuvo” o lo que es lo mismo: “We’re gonna get my show back”.

Hacia el final del disco, con “Mongrel”, el músico libera unas guitarras casi ausentes a lo largo del álbum y que aquí resuenan en su formato más sucio y distorsionado. Una vez en los albores del álbum, el trabajo de Cameron se pliega sobre sí mismo y regresa a la oscuridad con “Internet”, tan pausada como reiterativa. Poco después cerrará con “Take Care Of Businnes”, un tema elaborado in crescendo en un claro tono autoafirmativo.

Alex Cameron es un trilero y con sus ocho temas viejos presentados como nuevos es capaz de firmar un primer trabajo tan arriesgado como personal. En él brillan las temáticas y, por encima de todo, el producto que artesanalmente ha hecho de sí mismo. Su aura ochentera encaja en nuestro tiempo y sus atmósferas armónicas suplen todas las posibles carencias. Así pues, artificios aparte, mantengamos los ojos bien abiertos.