Ellos son Odio ParísHan vuelto para tomar el relevo de su propio listón, ese que alto y esbelto ahora se proyecta en “Cenizas y Flores” (Mushroom Pillow, 2016) pero con mucha más experiencia a cuestas y mucho más que contar.

Con sus primeros trabajos demostraron que hay mucho de hermoso en la dualidad de las cosas. Que revestir de negros y blancos la realidad, es una manera de enfrentarse a ella tan auténtica y posible como la que luce multicolor. Un camino de shoegaze bajo el sol, pero entre las sombras, un derroche sonoro y caótico que nace del matrimonio entre la distorsión y la melodía, una dulzura cruda que solo ellos, Odio París, podían pintar con canciones.
 Cuatro años después, continúan donde lo dejaron. Aprendizajes de vida, lecciones empíricas de las que habitan en la propia piel, esas que el mundo nos tiene reservadas y para las que el quinteto barcelonés ha encontrado un sonido y un lugar, este disco. Intenso y evocador, guitarrero y cósmico producido por Hans Kruger (Delorean, El Columpio Asesino…) y del que Víctor y Óscar (ambos guitarra y voz) nos hablan en esta entrevista.

Cuatro años hemos tenido que esperar para volver a tener canciones vuestras… ¿las vidas se complican o ha sido pura cuestión creativa? Se nos complicó la vida… Nuestra intención era sacar un disco hacia 2013, pero no pudo ser. En este tiempo de demora hemos pasado por todo tipo de situaciones personales, todas las posibles, rupturas, perdidas familiares, paternidades, cambios en la formación de la banda y por último cambio de sello. Se puede pedir más? A nivel creativo esto nos ha ayudado, hemos tenido tiempo para pensar y desarrollar más el sonido.

¿Cómo son los Odio París de 2016? Después de lo pasado ahora nos encontramos en el mejor momento. Hemos tomado decisiones difíciles para la banda y creemos que ha sido lo mejor para todos. Ahora somos una banda sólida, y muy unida. Hemos crecido en muchos aspectos, aunque seguimos sintiéndonos unos críos, con ganas de seguir creciendo y evolucionando ¡y nos encanta!

Imagino entonces que le llegada de este nuevo álbum es especialmente significativa para vosotros… Principalmente ha sido una satisfacción. Habíamos llegado a pensar en abandonar fruto de las tensiones personales (dentro y fuera del proyecto), pero pensábamos que si esto no acababa con nosotros nos haría más fuertes. Y así ha sido, finalmente ha llegado y en él hemos canalizado  todos estos sentimientos. Ahora nos sentimos muy orgullosos.

Ellos son Odio París

Con él vuelven vuestras eternas dicotomías, esta vez ya desde el título, “Cenizas y flores”, ¿así es todo no, lleno de blancos y de negros? A nivel musical siempre nos han gustado estas dualidades, va con nuestra forma de ser. La intencionalidad está en buscar un equilibrio entre lo hermoso y lo rudo, lo triste y lo alegre. Música de claroscuros. Creemos que con “Cenizas y Flores” lo hemos conseguido un poco más.

No sois amigos de los grises ni las medias tintas, ¿no? No es que no seamos amigos, a veces llevar todo a los extremos es un problema, somos conscientes. Pero en nuestras intenciones no nos gusta quedarnos en tierra de nadie.

Vuestro sello personal entre atmósferas cósmicas no ha desaparecido, pero sí encontramos alguna parte vocal más nítida y en primer plano (“Geometría Coaxial”, “Arder y adiós”)… ¿ha llegado el momento de ir siendo claros y directos? La verdad es que queríamos darle más importancia al contenido de las letras. A nivel de estilo siempre hemos considerado la voz como un instrumento más al servicio de la melodía. Sí que es cierto que en este disco destacan más, en parte por la producción de Hans, ya que ha sabido ubicar cada instrumento en su plano y así hace emerger la voz por encima. Podemos decir que en la búsqueda del equilibro sonoro la voces ahora están donde se corresponde.

“La noche yace eterna” decís en “Camposanto”, el tema que abre el disco y una forma de comenzarlo en lo que bien podría ser una declaración de intenciones, ¿es así? Sentíamos la necesidad de expresar en las letras nuestros sentimientos como si fuera un terapia, así que cada canción refleja algo de nosotros. Sí que puede ser interpretado como una declaración de intenciones, después de todo perdonamos pero no olvidamos a nadie.

El noise de calado synthpop es la base sónica de toda vuestra obra, pero seguís evolucionando hacia derroteros más dream (“El último deshielo”), otros más psicodélicos (“En Junio”)… ¿hasta dónde tenéis pensado llegar? Nos encanta generar ambientes que evoquen. Esculpir de una forma sónica como si fuéramos alfareros. Con este disco queríamos evolucionar el sonido del primer álbum, crear más ambientes desde una concepción electrónica, continuando con el muro pero con otra personalidad marcada por los sintes y las secuencias. Nos interesa continuar con esa evolución en los próximos discos.

Se nota en vosotros un paso más en el dominio electrónico, ¿cómo habéis trabajado este aspecto para “Cenizas y flores”? Siempre nos ha gustado la música electrónica, y hemos coqueteado con ella en otros grupos. Para esta evolución queríamos que se notara el gusto, y Marcel ( teclista ) ha jugado un papel muy importante con sus cacharros para llegar a mostrar la evolución. A nivel grupal, hemos tenido que ensayar mucho, siempre con metrónomo, para implementar las secuencias.

¿Es la escena Madchester para vosotros ese lugar al que siempre volver? Cierto, pero quizás nunca se fue del todo. Su imprenta ha quedado en muchos grupos como influencias. Recuerdo que la primera playlist que compartimos entre nosotros fue de grupos del sonido Madchester.

La pregunta estos días es obligatoria… ¿hay herencia de David Bowie en vuestro sonido? ¿Algo del “Low” de 1977 quizás? Si la hay, no es intencionada. Supongo que formará parte de una consciencia global musical. ¿Quién no puede tararear un canción suya?

“Rendición” es una canción conceptualmente dura, ¿cuál es el mensaje general a transmitir con este álbum? Sí que lo es, o por lo menos esa era la intención. Y también a nivel general. Nuestras letras vienen de nuestras experiencias, y nos es más fácil escribir sobre las malas. Creemos que  los momentos difíciles, esos donde tu mente está al límite, son los más inspiradores y más creativos. Este álbum es fruto de esta inspiración. Pero igual que nos gusta jugar con las dualidades, también lo intentamos con las letras. Nos gusta dejar abierto el significado final. En muchas puedes sacar una interpretación positiva, en otras a lo mejor más oscura. Que cada uno se sirva el plato que más le apetezca.

Ellos son Odio París

A juzgar por el último corte, “Voy a salir”, seguís dedicando tiempo a explorar nuevas texturas y enfoques sonoros ¿qué margen os dais para la experimentación? Mucho, consideramos la experimentación como un proceso necesario hacia la evolución del grupo. Siempre nos gusta probar cosas nuevas, cacharros, pedales, armonías…

 ¿Cómo creéis que va a calar en el público este “Cenizas y Flores”? No es algo que hayamos pensado. Nos gustaría que la gente que escuche el disco notara todo el sentimiento que le hemos puesto. Es algo difícil, pero el fin de nuestra música es emocionar al oyente de una forma u otra, ya sea en positivo o incluso en negativo. Que forme parte de algo es lo mejor que le puede pasar.

Ellos son Odio París