Sergio Gómez – SRGER – nos cuenta cómo crea un lenguaje plástico multidisciplinar sin dejar de lado el espacio público.
Hablando con Sergio Gómez, SRGER (Sevilla, 1983), nos encontramos una evolución muy natural al artista multidisciplinar que es hoy. Desde pequeño pintaba en la calle y su estética se ha desarrollado de forma visceral hasta una pintura expuesta en galería de arte contemporáneo, aunque su obra se ubique en distintas localizaciones, integradas en paisajes que tal vez no podamos visitar.
¿Nos puedes hablar un poco de tu encuentro con el arte?
SRGER – Mis primeros impactos visuales son las grandes vallas publicitarias en el espacio público y sus logotipos gigantes, me hacían preguntarme por qué estaban ahí y qué significaban. Parece una tontería, pero no relacionaba la imagen con el producto, simplemente me gustaba su estética y ubicación. Era muy pequeño y ese concepto era demasiado abstracto para mí. Sus fotografías, letras y colores me llamaban muchísimo la atención.
Sobre el 94 vi las primeras pintadas en mi barrio, realmente eran como esas grandes vallas y me fascinaban. Con 12 años empecé a escribir mi nombre con aerosol junto a mis amigos, así comenzó todo, hasta ese momento no había encontrado ninguna motivación por las artes plásticas. Con el tiempo me he dado cuenta de que toda esa época de pintar muros sin parar fue muy importante, una auténtica formación. Prácticamente todo nuestro tiempo y dinero estaban en esto, vivíamos y viajábamos para pintar, trabajando en equipo con la gente que íbamos conociendo.
Fuera de campo, 2018.
¿Existe algún punto de inflexión, algún referente que inspirara a esa transición del grafiti al mural y a una tendencia más abstracta?
SRGER – Básicamente todos los que hemos escrito graffiti venimos de pintar tipografías. Una letra en sí es algo muy abstracto, lo hacíamos sin ningún tipo de formación o conocimientos sobre tipos.
Las letras se componían de rellenos, borde y fondo, en mi caso todo esto se desbordó y empecé a crear planos de color y líneas que las formasen. Me di cuenta que no quería que las letras fueran visibles, que me marcaran el ritmo y la composición, necesitaba trabajar en un conjunto. Este proceso fue natural y muy difuminado en el tiempo, creció junto a mi trabajo en el taller y mi formación académica.
En este punto mi estética y el grafiti se alejaban de lo que quería conseguir. Supongo que muchos de nosotros hemos vivido esa transición sin pensarlo. Mantengo la herencia del aerosol como técnica y comparto muchas veces espacio, pero mi camino no tiene nada que ver ahora con lo que realmente significa hacer graffiti.
No has sido el primero ni serás el último que cambie de un espacio público o urbano al cubo blanco formado por las instituciones artísticas. ¿Existe un interés en esta transición o es algo que ha fluido con tu evolución?
SRGER – No existe un cambio, continúan de forma paralela, según mis motivaciones artísticas. Tengo una idea y decido qué espacio y técnica son mejores para cada una de ellas.
Cuando pinto en el taller con formatos dados, normalmente es para una muestra pensada que será expuesta en una galería, a veces van acompañadas de una instalación para crear un diálogo. En el espacio público suelo hacer murales. La fotografía es un proceso que hago como un trabajo interno y un apoyo a mis obras, como apuntes de conceptos visuales o bocetos, las tomo en el espacio público y son la base de mis instalaciones en la calle o en una galería. Simplemente varias piezas que forman un idioma.
¿Crees que este camino implicaría una crítica o prefieres alejarte de este discurso y tratar tu obra de una manera más introspectiva? ¿Cuál es tu posición en cuanto a cómo llegar al público?
SRGER – No entendería la crítica. Creo que estoy lejos de esos pasos, en mi trabajo sería impensable que exista sólo un camino. Lo que hago y observo en el espacio público, cómo se comportan los objetos, cómo existe el peatón en él… todos esos cambios momentáneos y azarosos son súper evocadores para los formatos que creo en el taller y viceversa, trasladando mis experimentos pictóricos o instalaciones a la calle. No existiría el uno sin el otro.
Nunca pienso en cómo verán mi obra, lo hago por necesidad, lo contrario sería como tener todo el tiempo una pistola en la cabeza. Muchas veces mis trabajos en la calle forman parte del paisaje o no pueden visitarse ya que son espacios abandonados, no puedo pensar en eso, son para quien quiere y puede verlos.
Tu trabajo muestra una evolución no sólo hacia la disciplina de la pintura, sino también a través de ella. Te has decidido por un perfil artístico multidisciplinar, pasando por fanzines e instalaciones, siempre abrazando una relación con el mundo urbano. ¿Crees que el momento que vivimos fomenta este tipo de artista?
SRGER – Desde siempre de forma natural ha sido un conjunto. Para mí sería como sólo tener un tenedor como utensilio para comer, pienso una idea y veo qué instrumento es mejor para ejecutarlo.
Intento experimentar todo el tiempo para que estas ideas lleguen mejor, creo que de eso se trata, el ensayo error es fundamental para mí.
En estos momentos puedes llegar a tener toda la información que necesites, otra cosa es saber llevarla a tu campo. Por ejemplo, en mi última muestra “De aquellas hierbas, estas flores” tenía un pequeño escrito para hacer un vídeo titulado “Nunca llego a la hora del té”. El vídeo narraba metafóricamente la historia de cómo llegar a la solución de un problema o idea, del tiempo que pasamos dándole vueltas a las mismas piezas hasta encajarlas y cómo parece que nunca llega esa esperada solución. En este caso el problema representaba la solución de una obra. En el vídeo aparecían unas cerámicas, eran tazas para fumar y ceniceros para beber. Nunca había hecho cerámicas, pero necesitaba estas piezas para la historia, solo podía hacerlas yo porque representaban mi estética. Estuve 6 meses haciendo estas piezas, ha sido la primera vez y puede que sea la última, por lo menos hasta que surja otra ocasión similar.
Enmarcar un trazo.
“Enmarcar un trazo”, expuesta ahora en Swinton Gallery (Madrid) es quizás más conceptual que las anteriores. Cada nueva obra parece beber más del Minimalismo también ¿está siendo un proceso de síntesis consciente? ¿Podría incluso esta elección de soluciones plásticas llegar a prescindir del color y hacerse camino hacia piezas más monocromas?
SRGER – “Enmarcar un trazo” es el resultado de fotografiar cientos de trazos en la calle durante dos años, son líneas hechas a aerosol de forma anónima encontradas en diferentes superficies. Me gustaba la idea de trasladar el yo del graffiti, la autoría de escribir tu nombre con un aerosol a estos trazos aleatorios sin dueño, donde no importa la estética ni la técnica, sólo el acto de estar. No me planteé aplicar color a esta pieza, me parecía que no tenía sentido, poner color sería decir menos.
El color, la composición y el concepto son iguales de importantes en mi obra, una no puede dañar a las otras, una no puede gritar más que otra y crear un ruido innecesario para mí. Durante todo este tiempo he creado este tipo de de piezas, quizás no han visto tanto la luz como otras, o de una manera tan pictórica y si en mis instalaciones, vídeos o publicaciones fotográficas.
Vista de la exposición “De aquellas hierbas, estas flores”.
Juegas con las formas para crear vacíos, creas tensiones entre colores y materiales. Existe, obviamente, una continuidad entre tus instalaciones y pinturas. ¿Podría ser tu exposición individual “De aquellas hierbas, estas flores” una obra de arte total? ¿Es esta exposición una oportunidad de llevar un pasado más urbano y callejero a un espacio privado, una intromisión?
SRGER – Estoy muy contento con el resultado de “De aquellas hierbas, estas flores” ha sido un trabajo de un año de investigación, gracias a Swinton Gallery. No he priorizado ningún tipo de técnica o materiales y han fluido juntas según mis necesidades. Lo veo como un conjunto de capítulos que cuentan una historia, anotaciones que tenía sembradas con un mismo concepto, cómo nace un pensamiento o una idea y las distintas formas que tienen de florecer, presentes en cada obra.
No creo que sea una intromisión, evolucionó de forma natural, mis muestras son el resultado de todo mi trabajo. El pasado urbano al que te refieres es simplemente porque parte de mi trabajo lo realizo en el espacio público y muchas ideas están sacadas de lo que sucede en él. Esto parece que será una etiqueta para muchos de nosotros de por vida, se nos olvida que había muchísimos artistas que utilizaban este espacio antes de que llegáramos nosotros.
Mono No Aware – Fanzine.
¿Tienes algún proyecto futuro en mente?¿Quizás alguna colaboración?
SRGER – Lo último ha sido una pintura mural para Rio Azul, una cervecera artesana de Sevilla, en colaboración con el pintor Antonio Barahona. Tenía muchas ganas de ver cómo nuestros idiomas tan diferentes dialogaban en un mismo espacio, ha sido un resultado genial y he aprendido mucho de esto.
Este mes de Octubre se inaugura una exposición colectiva, titulada 『眼閃、もしくはその原因』 junto a otros artistas japoneses, en la que tengo varias obras formando una instalación. La organiza “Pulp Gallery” en Osaka y más tarde se trasladará a Tokio.
En estos momentos sigo en constante trabajo para mi próxima muestra, con el equipo de Swinton Gallery en Madrid. También sigo ultimando una publicación en papel titulada “I was here”, fotografías y anotaciones de estos trazos hechos con aerosol de forma anónima que he ido retratando por diferentes ciudades.
Continúo mi colaboración con otros artistas como Rosh y Roice. Durante el confinamiento mantuvimos una correspondencia de obras vía mail que íbamos interviniendo, como un cuaderno de ejercicios. Aún no sabemos qué formato llevará, ha sido un proceso en equipo muy nutritivo que en algún momento verá la luz.
SRGER forma parte de la exposición colectiva SEIS en Swinton Gallery (Madrid).
Puedes ver más del trabajo de SRGER en su web.
