Entrevista con Guillermo Santomá. La fuerza del Gesto

 

“La modernidad es de los valientes dice Guillermo Santomá desde su taller en Barcelona. A este diseñador-arquitecto-artista le gusta hablar de la fuerza del gesto, que es la fuerza de quien hace algo, del creador. Ésta fuerza es lo que provoca, en su opinión, que una obra sea original o no. Hablamos con él también de lo bello y lo feo, de baja y alta cultura o de cómo se construye un clásico. Le preguntamos sobre política y la independencia de Cataluña. Y nos adelanta un par de proyectos que tiene entre manos. Uno de ellos es una producción de 30 obras para el museo Cerralbo y otro es su participación en un ciclo de diseño que impartirá en Mr. Marcel School.”

Entrevista con Guillermo Santomá. La fuerza del Gesto

Antes de nada, haznos un pequeño resumen de tu trayectoria para ubicarte.

Guillermo Santomá: Estudié primero Diseño Industrial en Elisava y más tarde Arquitectura en la UIC (Universidad internacional de Cataluña). Nací en 1984, así que tengo 32 años. Mientras estudiaba, trabajé con Lucho Marcial –mano derecha de Rafael Moneo en Barcelona– llevando los proyectos del estudio de Moneo en Barcelona. También colaboré con otros despachos de arquitectura como Piqué Aguilera y Antoni Bou, aparte de hacer alguna cosilla con Mansilla y Tuñón. Me presenté a algunos concursos con estudios más pequeños. Me moví bastante durante toda la época de estudiante.

Imagen superior: A la izquierda Guillermo Santomá fotografiado por Cecilia Díaz Betz. Imagen derecha: Herboristeria Lamaza en Santa Coloma de Gramanet, Barcelona. 2016. Fotografía de José Hevia

Entrevista con Guillermo Santomá. La fuerza del Gesto
¿Cuándo montas tu propio estudio?

Guillermo Santomá: Hace tres años, más o menos. Montar un estudio no fue una decisión, fue una cosa más bien evolutiva. Me fui a vivir a India casi un año y medio. Cuando volví empecé a trabajar más en el ámbito de la construcción que en el del diseño. Trabajé poniendo suelos de parqué, pintando casas, arreglando cubiertas… A partir de ahí, fui enganchando con algún trabajo con algo más de valor añadido. La cosa fue creciendo. Aunque en mis ratos libres, siempre he intentado hacer mis historias paralelas. Realmente no sé exactamente cuándo lo monté. Antes de estudiar Arquitectura ya tenía una especie de taller donde hacía cosas. También estuve dos años en una casa okupa que tenía un taller. Es una cosa que siempre ha estado ahí. Ahora tampoco es que tenga un estudio de diseño o arquitectura, más bien es un taller donde puedo construir lo que me apetece, o lo que puedo. Aunque tengo una trayectoria previa, no es hasta 2015 que decido darme a conocer. En el estudio somos 5 y estamos 100% dedicados a ello. Doy muchas conferencias y workshops, pero clases por ahora no por una cuestión de tiempo. Estamos en un punto interesante en el estudio ya que los proyectos van donde quieres ir tú. Por fin todo el trabajo duro del pasado vas viendo que va dando sus frutos”.

 

Cuéntanos más sobre tu viaje a India.

Guillermo Santomá: Estuve en India un par de años, de 2013 a 2015. Me fui de viaje por huir de aquí, de la burocracia… había perdido la ilusión por la arquitectura y por el mundo de la creación. Es un poco largo pero voy a intentar resumírtelo. Me fui a las Islas Andamán, allí me hice muy amigo de un chico que tenía una tienda de ropa y me pidió si le podía ayudar a rediseñar el espacio. Acepté el encargo y fue un éxito. Después de unos días, un empresario que tenía varios hoteles se pasó por allí, le flipó y me dijo que quería trabajar conmigo. Para sus hoteles hice desde lámparas hasta camas, habitaciones completas, la barra del bar e incluso una pizzería. Pero un día vino la poli y me dijeron que me tenía que ir del país porque no tenía papeles. Esa misma noche, el dueño de estos hoteles me compró un billete de avión para Nepal. Viajé por la periferia de India, esperando a que me volvieran a dar el visado. Pero nunca llegó. Se me acabó el dinero y tuve que volver. Una vez aquí, pensé en hacer ese mismo tipo de trabajo pero en Barcelona. Esto se juntó con otro proyecto: una fundación con chicos que estaban en riesgo de exclusión social con la que me puse a hacer obras. Uno de aquellos chicos todavía trabaja conmigo.

Imagen superior: Five seats cylinder table de Guillermo Santomá. 2017. Fotografía de José Hevia

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Imágenes superiores: Izquierda, Lights– 2015- Derecha: Huit Phases de L’Illimination – 2015, en colaboración con Marta Armengol y Mau Morgó.

Acabas de volver de dar un work- shop en Sicilia, ¿no?

Guillermo Santomá: Sí, ha durado una semana y fue algo que organizaron Andrea, del estudio Formafantasma, y Francesco Moncada, un chico que trabaja en OMA. Ellos dos son de Sicilia y han montado allí una escuela basada en Artes y Oficios. Este es el primer año y están contando con profesores de bastante nivel. Está centrada en el pensamiento, la experimentación, los talleres… no es que sea algo súper novedoso, pero está muy bien. Me invitaron a dar un workshop bajo el tema “La ciudad auténtica”. En Siracusa pasa como en Barcelona: es una de esas ciudades saturadas por el turismo. La idea era repensar cómo hacer convivir turismo y ciudad. Me propusieron trabajar con tierra cruda, que es un material parecido a la arcilla o el barro. El concepto giraba en torno al turismo vernáculo: cómo hacer que el turista construya lo que necesita. De este modo, hicimos una intervención en el patio de la escuela: construimos una barbacoa, una especie de nevera natural, platos, cubiertos, etc… todo un equipamiento para el momento de la comida.

En alguna charla has hablado sobre la modernidad. Para ti, ¿qué es ser moderno?

Guillermo Santomá: Jajajaja –suelta una gran carcajada–. Lo que dije en esa charla, y creo que lo sigo pensado, es que la idea de modernidad va muy ligada a la historia, como también lo está el concepto de autenticidad. Es la acumulación de conocimiento, pero no solo de cultura adquirida a través de los libros, sino también de experiencias algo más sociales e incluso fugaces. Lo ligo bastante con la poesía, esa idea de lo efímero o de belleza que solo dura un momento. Ser moderno es casi una antimodernidad, porque cuando llegas a tocarlo desaparece. Y más ahora que todo pasa tan rápido… no tienes capacidad de hilarlo.

La modernidad, de alguna manera, fue inventada por los franceses con la Revolución Francesa. A partir de ahí, toda Europa ha ido marcada por ellos y, más tarde, por los alemanes. Ahora la modernidad va marcada por los norteamericanos, es muy fast. Para mí, los mejores escritores y artistas de los últimos años han salido de Estados Unidos.

Algunos diseñadores actuales dicen que buscan hacer clásicos instantáneos…

Guillermo Santomá: Todos los clásicos han sido extremadamente modernos en su momento, contemporáneos y avanzados. En mi opinión, querer hacer algo clásico es un mal punto de partida. Es un síntoma de tener miedo. La modernidad o la postmodernidad es de los valientes. Los grandes clásicos fueron unos modernos en su época. Quizás vivimos en un momento donde la baja y alta cultura están muy juntas. O igual ni siquiera existe ya una frontera entre ellas. A lo mejor es esto lo que invita a pensar a algunas personas que su diseño u obra de arte puede llegar a ser algo un clásico de repente, pero esto no lo veo un buen enfoque. La gracia es hacer y que la gente lo juzgue. Me parece más apropiado que la gente juzgue tu trabajo que hacerlo tú mismo.

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Imágenes superiores: Izquierda: Casa en  Gvinardó – 2014, en colaboración con Albert Guerra. Derecha: Cristobal de Moura – 2015, en colaboración con Sander Wassink

Hablas de baja y alta cultura, ¿qué significan para ti estos conceptos?

Guillermo Santomá: Antes la sociedad estaba mucho más dividida. La burguesía y la clase baja no tenían nada que ver. Ahora a todos nos gusta lo mismo. Tenemos los mismos referentes. La intervención de la publicidad, las marcas, que todos tengamos un smartphone, las tiendas, el escaparatismo… han ayudado a igualar mucho a las personas. Ahora no hace falta ir a bienal de Venecia físicamente, se puede seguir por los Stories de Instagram. Nos llega todo tipo de información por todos los lados. Si no consumes un poco de todo, no llegas a tener una visión cultural completa. Por ejemplo: ahora mismo el que solo va a la opera y lee poesía es tan pringao como el que solo va al festival de Benicàssim y lee únicamente Twitter.

Uno de mis libros favoritos es “Andy Warhol: Entrevistas”. Warhol fue el primero que juntó estas dos culturas. Él fue capaz de introducir a las estrellas de Hollywood en su trabajo, pero luego al mismo tiempo conocía la vida y obra de Matisse y estaba completamente empapado de otros clásicos. Warhol tenía la capacidad de estar generando incógnitas y respuestas absurdas a preguntas absurdas. Para tener esa capacidad de creación en un momento dado, e incluso por encima de las expectativas, tienes que contar con una base muy potente. Warhol o Duchamp son de las personas más cultas y con más conocimiento artístico que ha habido. Por eso tuvieron esa capacidad de cambio y por eso hoy son clásicos.
Lo feo y lo bello, ¿crees que hay una frontera poco definida entre estos dos conceptos?

Guillermo Santomá: Yo creo más en el impulso o en la potencia del gesto. Eso es lo realmente importante. Todo lo demás puede cambiar dependiendo del momento, la moda o la estética. Creo en la gracia del gesto como algo casi bíblico, pues es donde reside la fuerza del creador. La mirada es importante, pero viene después.


Lo original y lo auténtico, ¿crees que hay alguna obra original o todas tienen partes de otras?

Guillermo Santomá: De nuevo me remito a la gracia del gesto del creador. Es lo que al final marca que algo sea original o no. Toda nuestra cultura es una acumulación de conocimientos. En mi caso, yo me he inspirado en todo. Creo que lo mejor es saber mucho y ser capaz de encontrar conexiones. Cuantas más referencias acumulas, más capacidad tienes de creación. A mí me interesa mucho mezclar, estoy en contra de tener una imagen muy preestablecida. Personalmente, no creo que a nadie le interese copiar algo que ya está hecho. Si quieres interesar a alguien, o interesarte a ti mismo, no copias. Es una cuestión de honor. Aunque a veces puede ocurrir que hagas algo que se parece a otra cosa que ya existía y tú ni siquiera lo sabías. Para mí, la calidad de la producción de una persona va muy ligada a su conocimiento y, después, a su capacidad de gesto.

 

Tus sillas se alejan de la ergonomía, ¿son más bien esculturas?

Guillermo Santomá: Supongo que hay una obsesión en mi trabajo por suprimir fronteras, es algo que realmente me interesa mucho. Cuando abordas una cosa tan obvia como una silla sin tener en cuenta la ergonomía, de alguna manera la estás llevando a otro terreno. Me gustaría hacer lo mismo con otros objetos, como por ejemplo una casa. Pero hasta el momento lo hago con sillas porque es más barato. Se trata de trabajar con los extremos, de establecer caminos cruzados para que el trabajo adquiera un carácter más global.

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Imágenes superiores: Izquierda: Muebles 2017 de Guillermo Santomá

¿Por qué crees que los objetos son tan importantes para las personas? ¿El consumo de imágenes digitales puede servir para consumir menos objetos reales?

Guillermo Santomá: Sí, de alguna manera creo que sí que es posible que sacie. Por eso los objetos importantes han pasado a ser el ordenador y el teléfono móvil. Son vitales hoy en día. A mí personalmente me gusta rodearme también de otros objetos no tan funcionales con los que disfruto al mirarlos. En el taller me sirve más ver retales y cosas físicas que imágenes en el móvil. Me es más fácil crear objetos desde un objeto en sí mismo que desde una imagen. Aunque también pasas por etapas. Antes, por ejemplo, tenía un síndrome de Diógenes total. Ahora menos por cuestión de higiene y orden. Me gusta coleccionar sillas, pero en casa procuro no tener nada hecho por mí, tan solo tengo las sillas del comedor. Nos acaba de llegar una alfombra de Josep Maynou, un chico de Barcelona que las produce en Maruecos. Me ha hecho una ilusión brutal. Hemos abierto el paquete y hasta le hemos enviado una foto al autor.

 ¿El consumo de muchas imágenes digitales sin acreditar está haciendo que cada vez se sepa distinguir menos entre objetos originales y copias?

Guillermo Santomá:Es una pena que haya personas que no diferencien entre una réplica y un original. Se lo están perdiendo, pero no pasa nada. Seguro que yo me estoy perdiendo otras cosas. Por ejemplo, con la ropa, si no estás muy puesto, es muy fácil que estés comprando réplicas o copias.

¿Cuál es tu ciudad ideal para vivir?

Guillermo Santomá: He estado en Nápoles hace poco y me ha encantado. Siempre he querido vivir en una ciudad en la que no fuera obligatorio llevar casco en la moto. En Nápoles no los llevan y en India tampoco. Si los políticos no se ocupan de esos detalles es que algo importante, mejor o peor, pasa en esa ciudad. Nápoles tiene barrios pobres pero a la vez hay mucho arte y vitalidad.

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Imagen superior izquierda: Oficinas de Keenfolks. 2016. Derecha: Casa María Prats. Cartón, madera, MDF, foam y pintura blanca. 2017. Imágenes de José Hevia

Entramos en temas políticos, ¿qué opinas de la independencia de Cataluña y del Brexit?

Guillermo Santomá: Yo no creo en la política. Después de un movimiento tan fuerte como el del 15M, sigue gobernando el PP. Parece claro que todo lo que se haga en base a lo que ya existe, no funciona. Son poderes carcomidos, como se ve en la serie “The Young Pope” con respecto a la Iglesia. El reto está en cómo salir de lo preestablecido. Desde que vi “Los Soprano” siempre me ha interesado la mafia: no se eliminó en su momento, así que se ha enquistado. La política es igual, pues en realidad no ayuda ya realmente a vivir mejor. No hay ningún político que se quiera cargar la política, lo único que quieren es construirla diferente. No creo que construirla diferente sea la solución ahora mismo.

Del Brexit no sé muy bien qué decirte, porque no sé qué quieren. Sobre la situación de Cataluña te puedo decir que, para mí, mi estado es mi taller. Yo ya me siento independiente. Ser independiente es una cuestión personal. Me parece una pérdida de tiempo tener que replantearnos la identidad desde algo tan falso como el concepto de país. Pensar que formamos parte de algo porque pertenecemos a un territorio es algo muy antiguo. Resulta increíble con el nivel de pensamiento que tenemos hoy en día. Si esto se lo planteara un pensador de hace 100 años, ya le parecería antiguo. No le veo ningún futuro. De hecho, es peor para la cultura y para todo: cuantas más vueltas le demos a esto, menos vamos a avanzar en otras cosas que son más importantes. Lo veo como un engaño, como trampas que no están a la altura de un pensamiento contemporáneo. No veo que vaya a aportar nada. El futuro hay que construirlo juntos. Las buenas cosas pasan cuando la gente se junta libremente, comparte su pensamiento y no hay intereses económicos de por medio.

 

“En octubre formarás parte de un ciclo en la escuela Mr Marcel School de Madrid, cuéntanos de qué irá.

Guillermo Santomá: Vamos a experimentar con las herramientas, materiales y maquinarias de un taller de fabricación, tratando de desarrollar un prototipo real para una nueva colección de objetos. El taller concluirá con una presentación para el público. Abordaremos también cómo es el proceso del diseño de autor. Buscaremos cuál es la relación entre el mundo del diseño y el arte con el fin de proyectar un objeto que nazca de una mirada interior y personal, más que de la necesidad de cumplir con unos requisitos funcionales”. Más info aquí