En su último viaje creativo, Pol Gilbert abandona las paredes de la galería para adentrarse en el misterio de fábricas olvidadas y paisajes en ruinas.
Espacios donde el tiempo y la intemperie intervienen sus obras como cómplices invisibles. En esta entrevista, Pol Gilbert reflexiona sobre la libertad de crear sin público, el placer del juego en su práctica y el paso de lo simbólico a lo íntimo en su universo estelar, donde el gesto repetido y el azar construyen su particular mitología visual.
Después de Astral Collection, decidiste explorar el mundo astral desde otro lugar. ¿Qué descubriste en ese tránsito de la galería a los espacios abandonados?
Pol Gilbert – Con la galería conectas con la gente directamente: hablas, compartes los procesos y las historias que hay detrás. Con las fábricas y los almacenes acabas estableciendo esa conexión con el propio espacio, con lo que pudo haber sido y con cómo el paso del tiempo y el clima han ido dejando sus propias pinceladas o cicatrices.
Estos espacios me permiten tener mi propia galería, en la que elijo las obras que se exponen sin saber cuánto van a durar, un poco como en la calle, pero más escondido. Me refiero a fábricas que aún están dentro de una burbuja aislada del tiempo, en las que muy poca gente ha entrado. Con suerte, encuentras alguna pieza de algún escritor old school, pero principalmente el musgo, el polvo y el óxido son quienes se han encargado de decorar las salas.
Estos espacios abandonados son mágicos. Desde entrar por primera vez a pintar hasta explorar todos sus recovecos secretos, son experiencias preciosas.
Pol Gilbert – Te sientes como un niño que ha llegado a una sala de juegos: tantas opciones que, a veces, abruma un poco. También lo siento como cuando subes a un árbol, sin miedo pero con respeto y cuidado, no sea que se rompa una rama.
Descubrí también que estos espacios comparten cierta intimidad similar a la que puedes encontrar en tu estudio. Prepararse la mochila para pasar la tarde creando —o, en mi caso, acampar un finde entero en una fábrica— es una forma de hacer algo que se quedará allí el tiempo que el azar y los elementos decidan.
¿Qué significa para ti esa libertad creativa que encontraste alejándote de la presión del resultado?
Pol Gilbert – Primero quiero dejar claro que el resultado me importa. Simplemente, me doy la libertad de alejarme un poco de la perfección académica para poder explorar nuevos caminos dentro de una serie de obras que comparten un mismo núcleo.
Esto me permite desconectar un poco la cabeza. Al final es como jugar: el tiempo se dilata y pinto cuando quiero, como quiero; no tengo que darle explicaciones a nadie. El horario de la ciudad desaparece un poco, y escapar de eso me tranquiliza bastante.
Principalmente, significa disfrutar más. Me he dado cuenta de que mi forma de trabajar es bastante automática: voy con una idea, la ejecuto tropecientas veces dándole la vuelta un poco a cada una y paso a la siguiente. Si no me doy esa libertad de probar distintas formas de representar algo, lo único que hago es ponerme piedras en el camino. Me gusta almacenar en mi biblioteca mental todas estas opciones para no quedarme con una sola representación, me parecería aburrido.
Tu trabajo con las estrellas ha evolucionado de lo simbólico a lo íntimo. ¿Qué te reveló ese paso de pintar estrellas a tatuarlas en tus seres queridos?
Pol Gilbert – Me gustaría aclarar que para nada soy tatuador. Tengo un montón de colegas que sí lo son, y me sabría mal atribuirme ese título. Entiendo el tattoo como otra técnica más, y la piel como otro soporte distinto, pero en este caso ya hay una carga emotiva previa.
Fue una forma de sentir que parte de mi obra traspasaba el soporte inerte y cobraba vida al acompañar a un ser querido en forma de hechizo o de guardián.
En tus obras abstractas y gestuales, repites un mismo gesto sobre gamas tonales. ¿Qué buscas repetir y qué buscas transformar con esa repetición?
Pol Gilbert – Cuando empecé a usar esta trama, estaba en un punto de transición entre las letras y el dibujo, así que busqué un elemento que me recordara que seguía haciendo graffiti.
Pensé en sintetizar lo que para mí era el graffiti a grandes rasgos: un trazo, las líneas de un relleno mal hecho de arriba a abajo. Este gesto también me sirve para optimizar recursos: al hacer rayitas y no un relleno homogéneo, consigo alargar un poco la vida del spray y puedo pintar más rato o reservar color para usarlo más tarde.
Se podría decir que es la formalización del trazo que surge al quedarse sin pintura o cuando acabas una pieza con prisas, un top to bottom neoyorquino pero apurado.
En papel puedes jugar con la muñeca o el brazo para hacer líneas distintas, pero con el spray acabas usando todo tu cuerpo para hacerlo más grande y mantener esa expresividad.
Me gustó el resultado y empecé a usarlo como recurso junto con gamas de tonos análogos para crear un efecto de degradado entrelazado.
Los colores me permiten generar contrastes entre figuras y crear paisajes abstractos, y al tener todos el mismo patrón de repetición, consigo que pertenezcan al mismo universo imaginario. Es un gesto que unifica.
Los astroGnomos parecen habitar un universo paralelo, oculto. ¿Qué función tienen estas criaturas en tu imaginario artístico?
Pol Gilbert – Si en Astral Collection me encargué de “cazar” estrellas que tenían un aire de deidad, los astroGnomos son la civilización que les rendiría culto a esos “dioses”.
Siempre me ha gustado el género de la fantasía, y poder tener mis propios duendecillos mágicos que llevan en la Tierra desde antes que nosotros me parece superchulo. Las primeras veces que los pinté fue en fábricas, y los hacía medio escondidos, intentando que los humanos o los depredadores no los vieran ni los oyeran, para poder seguir con sus vidas de calma y naturaleza.
Básicamente, son la personificación de esas estrellas que había creado anteriormente, pero más picaronas, con diferentes actitudes o hobbies. Unas son místicas y amorosas, y se van a buscar setas al bosque; otras pintan, se tatúan y hacen nudismo en la playa.
Son un puente entre el cielo simbólico y la tierra que habito.
Ahora los astroGnomos han empezado a tomar cuerpo físico. ¿Cómo cambia tu relación con ellos al pasar del mural al objeto?
Pol Gilbert – Pues la verdad es que estoy encantado. La primera vez que les di volumen fue como regalo para una amiga. Después de eso me pasé muchos días haciendo nuevas poses con una arcilla de foam, y luego con barro. También, gracias a mi amigo y compañero de estudio Mateo Prado, pude probar varias veces cómo era trabajar con chapa usando un cortador de plasma. Siempre le consulto a la hora de pasar del plano a lo voluminoso.
Ahora mismo quiero seguir probando materiales y técnicas para traer a los astroGnomos al plano 3D, como el hydroforming, la resina o la madera.
Apt— Amor Pels Teus nació desde un gesto curatorial. ¿Qué te impulsó a dejar de ser el creador para convertirte en el hilo conector?
Pol Gilbert – Apt surgió mucho antes del fanzine; es un grupo de amigos del pueblo.
Amor Pels Teus nació un poco al ir a pintar todos juntos debajo de puentes. Muchos colegas no habían pintado nunca, así que surgió como una forma de “democratizar” el arte y unificar al grupo. Básicamente, si uno no sabía qué pintar, podía hacerse unas letras bien locas y sentir que formábamos parte de un colectivo.
Mi idea también era que cualquier persona cercana, que quiera a los suyos, pudiera pintar Apt sin problema. El grupo siempre ha estado presente, pero decidí retomar el concepto cuando me encontraba un poco estancado mientras hacía un backup de mis obras para montar un porfolio. Recuerdo que pensé: si esto fuera con obras de mi gente, me sería más fácil organizarlo.
No había hecho nada parecido hasta el momento, así que me pareció bien hacer un recopilatorio de todas esas obras o trocitos de cada uno sin pretensión alguna, únicamente por amor a los míos.
En Apt volviste a reunir tus estrellas. ¿Cómo viviste ese cruce entre lo afectivo y lo artístico en un proyecto colectivo?
Pol Gilbert – Me pareció precioso, y me sorprendí un montón. Al hacer esta llamada a los míos para que me enviaran lo que quisieran compartir —sin filtro, sin tema—, quedé bastante fascinado.
Tanto por los más creativos, que me mandaron propuestas bastante distintas a lo que estaba acostumbrado a ver en su trabajo, como por esa gente que quizás no había explorado o explotado ese impulso artístico que todos tenemos dentro.
Al final, el proyecto del fanzine era hacer un regalo a toda esa gente que me ha acompañado, más o menos, a lo largo del camino, dándoles la oportunidad de estar todos juntos en un mismo espacio e intentando crear un hilo conductor entre personas que no se conocían.
Tu práctica parece moverse entre lo íntimo y lo compartido, lo visible y lo invisible. ¿Sientes que tu obra habla de cómo habitamos el mundo?
Pol Gilbert – Como te comentaba anteriormente, mi trabajo viaja un poco entre esos conceptos. El grafiti en la vía pública es compartido, y la ilustración en una propiedad privada se convierte en algo íntimo. Intento cuidar más esta última vertiente por la conexión que se crea con el espacio.
También es cierto que hay tantas realidades en el mundo que, a la vez, me parece muy complicado no conectar de forma involuntaria con gente aleatoria. Pero, principalmente, mi obra habla de mí y de los míos.
Si tu universo artístico es una constelación en expansión, ¿hacia dónde te gustaría que siguiera creciendo?
Pol Gilbert – No me gusta cerrarme ninguna puerta. Quiero probar el vidrio soplado; hace poco me pillé un aerógrafo y le quiero dar caña al textil.
Los formatos grandes, la impresión en 3D y la experimentación con el desarrollo de un lenguaje pictórico distinto también me llaman mucho.
Mi universo va más allá de las estrellas, y tengo curiosidad por ver qué me deparará.
Puedes solicitar tu Apt (fanzine) a través de su instagram