Grandilocuente, excesiva, audaz. Un poco o un mucho de todo esto fue la década de los setenta. Y aquel templo llamado Studio 54 su mejor paladín enfundado en lamé y purpurina. Con ese recuerdo, abrazado a su estética disco, Farándula Fearless Bar aterrizó en el barrio del Retiro de Madrid. Y lo hizo, cómo si no, sin miedo. Cócteles encopetados y comida para pringarse las manos. Menuda mezcla de alma fusión.
Paredes que simulan algo de animal print. Fotos en blanco y negro de Freddy Mercury o Paul Newman entregados al desbarre. Una barra poderosa con sus taburetes. Alguna mesa baja y otras tantas más elevadas. Así es este pequeño club que entró en liza hace más o menos un año al amparo del popular restaurante andaluz Triana, a la vuelta de la esquina. Y, ya se advierte, ambición no le falta.
Para empezar, la bebida, el punto más fuerte de Farándula Fearless Bar. A falta de que la carta se actualice y opte por algunos tragos menos alcohólicos y fáciles de beber, la propuesta no se contenta con mezclas sencillas ni por clásicos canónicos. Más bien, Aránzazu Catalina, Head Bantender del bar, tiene el reto de unos preparados complejos de muchos ingredientes. Ayudada únicamente por uno o dos bartenders más.
No es fácil llegar, pero ahí andan sudando la gota gorda para sacar cócteles tan distinguidos y conseguidos como el Ava Gardner, con Four Roses, angostura, chocolate negro, naranja y bitter de tabaco, una versión campanuda de un old-fashioned. Y es que llega presentado en el interior de una campana llena de humo. De lo más gastronómico es el Rat Pack, con ron Abuelo 7, whisky Laphroaig, limón, lapsang y aceite de sésamo. Como comerse un tataki de atún rojo.
El Burning Love equilibra el dulzor con el picante. Suma mezcal Siete Misterios, Ancho Reyes Rojo, licor Ciliegia, grosella, limón, peperoncino y carbón activo. Más ligero y para beber de un trago es el Aretha, con Playmouth Gin, Saint Germain, limón, tomillo, lavanda y orgeat. Farándula Fearless Bar pasa la prueba del algodón si uno pide un Negroni. Porque es un buen Negroni y con eso basta.
Si la carta líquida es pretendidamente historiada y de autor, los platos de Farándula tienden a una mayor sencillez aunque se resisten a no incluir ciertos twist. Los mejillones en escabeche son presentados en una lata con gelatina de whisky Laphroaig y beicon crujiente ahumado; la ensaladilla rusa incluye tobiko y aceite de coral de gamba; el hummus de tomate deshidratado lleva sardina ahumada y pan sardo. Y así… Hay baos y hamburguesas, que tampoco son al uso sino trufadas con scamorza y chipotle. Hay pizzas, muy buena la de jamón ibérico porque el jamón ibérico si es jamón ibérico sabe a jamón ibérico. De todo esto se encargan los chefs Eduardo Hernández y Mauro García.
Falta el horario, que también habla de la valentía del bar. La cocina cierra tarde, a eso de la medianoche de miércoles a domingo. Y en fin de semana, se bebe hasta más tarde aún, cosa que los noctámbulos del barrio agradecerán. Además, la carta se prepara para llevar. ¿Quién dijo miedo?
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Farándula Fearless Bar
Calle Menorca, 25, Madrid
Tel. 912 194 017
farandulamadrid.com
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