GALERÍA LOEWE

Loewe abre galería en el Paseo de Gracia, diseccionando públicamente el secreto de sus 166 años

Hubo un tiempo en que la relación marca-cliente era una relación meramente comercial. La imagen de firma crecía en justa proporción al interés que el público ponía en ella. Pasaron los años y las leyes de oferta y demanda cambiaron. En la actualidad, las grandes casas de París, Italia o España buscan fidelizar, ya no es cuestión de vender por encima de todas las cosas, sino de crear un mundo paralelo que sepa captar la imagen de firma y plantee un interés, confort, esencia y estado de glamour hasta ahora poco visto. De esta manera, descubrimos la Galería Loewe, un oasis entre el barullo del Paseo de Gracia y a un tiro de piedra (¡nunca mejor dicho!) de La Pedrera.

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Con una superficie de 580 metros cuadrados, distribuidos en cinco niveles, el mundo Loewe se abre frente a nosotros en cuanto cruzamos el 91 del Paseo de Gracia. Un espacio contemporáneo, de líneas modernas, cierto minimalismo en bronce y viga forjada, con banda sonora que susurra en chill out sin darnos cuenta. Y es que en la galería, que no tienda, es como si el tiempo se detuviera. La colaboración de la firma española con la productora de diseño interior audiovisual Boolab, supone que 166 años se vean resumidos en rincones que sorprenden, piezas (ya joyas de la artesanía) que te dejan soñando en blanco y negro, e instalaciones tan conservadoras como vanguardistas. Cada nivel se centra en un aspecto diferente de la marca fundada por Enrique Loewe.

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Así, la planta inferior está dedicada a la seda, con una instalación en movimiento (muy a lo Cyd Charisse y Gene Kelly) creada por Daniel Wurtzel; la entreplanta superior, verdadera máquina del tiempo hacia la década de los 60-70, es un guiño a los faraónicos escaparates de Pérez de la Rosa. El nivel a pie de calle supone el territorio del bolso Amazona. De este modo observamos su compleja fabricación, utensilios en desuso y secretos de maestro artesano, versión holograma.

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La piel en todas sus variedades conforma el segundo nivel, en el que nos topamos con un mastodóntico árbol, que a modo de roble de Guernica, nos acerca a las diferentes texturas utilizadas en los bolsos Loewe. Adjetivos proyectados sobre el mismo como ‘sedosas’, ‘cálidas’… no hacen otra cosa que acercarnos al sentimiento, percepción y gusto de la firma por explorar por encima de todas las cosas. Actividad que se transforma en distendida en el piso superior de la galería, donde sitúan un espacio abierto a cualquier exposición, concierto o desfile y que alberga un secreto rincón chill out, para el curioso visitante, futuro comprador o cliente de toda la vida.

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Un montaje para el que necesitamos de los cinco sentidos y que aporta una nueva imagen de los que la firma española supone dentro de nuestra cultura popular e idiosincrasia y que aún mantiene en el recuerdo la confianza que Ava Gardner, Wallis Simpson, Ernest Hemingway o el maestro Dominguín, pusieron en ellos. Loewe no olvida su pasado, se adapta al presente y afronta con desgarro y atrevimiento el futuro, ahora en Barcelona. Porque Barcelona-Madrid, Madrid-Barcelona, ¡qué más da si un Amazona no entiende de idiomas, dialectos y tribus urbanas! La esencia de su perfume es lo que nos acompaña, el recuerdo que nos queda. Visita recomendada.

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