HABITACIÓN EN ROMA

¿DÓNDE ESTÁ MEDEM?

Era uno de los pocos cineastas con personalidad que teníamos en nuestro cine. Uno de los pocos que podía presumir de tener un universo propio y diferente, que impregnaba todas sus películas en todos los campos, la estructura narrativa, la manera de rodar, montar, fotografiar, las historias que contar, etc. Empezó con muy buen pie con Vacas (1992), y en progresión ascendente logro evolucionar y perfilarse como un creador maduro, culminando en Lucía y el Sexo (2001), mi favorita.

HABITACIÓN EN ROMA

Después se lanzó a la peligrosa aventura, de intentar adentrarse en buscar los orígenes del terrorismo etarra en La pelota Vasca (2003), un documental valiente, que le granjeó no pocas críticas (por poco lo linchan) y la experiencia debió dejarle bastante trastabillado. Cayó en dos de los peores síndromes en los que puede caer un director de cine: el primero el del artista que se toma a sí mismo demasiado en serio, y segundo el  del creador engullido por su propio ego. Cuando ocurre esto, la originalidad y la creatividad dan paso a la pretenciosidad, al “mirar cuánto talento tengo”. Como resultado nos entrego Caótica Ana (2007), en la que la protagonista acababa defecando en la boca de uno de los personajes. Tras este desproposito Julio Medem vuelve haciendo una película de encargo, un remake de En la cama, de Marias Bize. Si en la original se narraba el torido encuentro de una pareja heterosexual en una habitación de un hotel de roma, Medem ha decidido que la historia sea protagonizada por dos mujeres. Aunque en cierta medida es una decisión que se espera de él, hay que agradecerle el buen gusto, la sensibilidad, el tacto y la exquisitez con la que ha rodado toda la historia, desde las escenas de cama a las intimas conversaciones que llenan la película, sin caer en lo zafio o lo vulgar, es decir, en lo fácil y partiendo del preciosismo conseguir hacer un bellísimo retrato del amor y la anatomía femenina. Ya iba siendo hora, en ese sentido se le agradece el ejercicio.

Dicho esto, la cinta se precipita al vacío cuando la forzada intensidad de la que hace gala Julio, vuelve a emerger en los últimos minutos de la película y se tira todo por la borda para dar paso a unas inenarrables escenas en las que la metáfora de Cupido se toma demasiado al pie de la letra. Lo que más rabia me da, es que un director tan cualificado y con tantas cosas que decir en el pasado haya dado paso a este Julio Medem sin ideas, que acaba haciendo películas por encargo a las que apenas es capaz de aportar nada novedoso. Por si fuera poco, prepara Aspasia, una película de alto presupuesto que narra una tragedia griega… Julio ¿dónde estás?