Harakirina utiliza la fotografía como herramienta artística para construir su particular universo de colores neón, estética retrofuturista, kitsch y post punk.
Iria Onieva, alias Harakirina, es artista visual con base en Vigo. Una verdadera milenial de manual, la gallega es autodidacta, utiliza las redes para difundir su trabajo y es heredera del DIY, ya que ejerce como modelo, directora de arte y fotógrafa.
La fotógrafa que como hemos dicho además actúa como diseñadora, estilista y posa como modelo, con su trabajo, asimismo, bucea en una de las narrativas más constantes del arte contemporáneo, la fina división entre la intimidad, lo privado y lo público. Por eso la mayoría de sus fotografías están tomadas en su propio dormitorio, un espacio íntimo a priori que convierte en un escaparate hacia el exterior con luces de neón, maquillaje dark y ambiente metálico.
En su universo único y colorido, y de particular individualidad, Harakirina no deja sin embargo de mostrar temas comprometidos con el empoderamineto de la mujer a través de la propia comprensión de su feminidad y colabora activamente, ya que forma parte del colectivo Curated By Girls.
Según la propia artista, ella sigue un conjunto de criterios estéticos y expresionistas originales para recrear ambientes lúgubres habitados por la melancolía o escenas coloridas llenas de su actitud que siempre comparten la intimidad de su dormitorio y su cuerpo.
Se declara disidente de la moral impuesta, la realidad creada por el sistema, el machismo enraizado en la realidad, los cánones de la belleza fascista, los roles de género, y todo lo normativo que juzga y castiga otras formas de ser, pensamiento, cuerpos, sexualidad o prácticas no comprendidas y castigadas por el sistema y los gobiernos.
Las escenas que concibe carecen de intencionalidad consciente al principio, van elaborándose a medida que desarrolla sus ideas y hace que estallen en un momento inspirador, como creadas por un impulso. Su espacio creativo es como una especie de escondite personal, donde desarrolla su personaje a menudo nostálgico y siempre irreverente.
El trabajo de Harakirina es una expresión de individualidad e independencia. Su imaginación es un refugio donde las fantasías se hacen realidad y su libertad es suya e intocable.
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