Ifema era una fiesta

Antes de hacer balance de la última edición de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, unas cerves y unos bailes

El coche no llega a recogerme y aún estoy perdido en el polígono industrial donde me exilio a la fuerza de lunes a viernes, y mientras la moda sigue sin mí, intento ordenar con esfuerzo las últimas horas del loco calendario que aún hoy nos toca cumplir.

El futuro de la moda española espera en Ifema, rodeado de nada, y los espectadores desfilan disfrazados con caretas de alta costura por lo que parece un desierto de cemento preparado para el paseo de la vergüenza.

Dentro: modelos cansadas arrastrándose por el fieltro negro, jóvenes promesas histéricas, mucho café latte frío, maquilladores hechos un lío, peluqueros confundidos, montadores al borde del abismo, y la fiesta empieza.

El caos en el que nos mete Mercedes Benz llegó a su fin. Es confuso: no sabes si celebrar el triunfo de lo nuevo, la persistencia inevitable de lo viejo, o que acaban los paseos infinitos en taxi, las jornadas interminables, los saludos a la gente a la no verás de nuevo hasta Enero, los calambres por la moqueta y el poliéster; o tener que fingir que no has visto el último desfile porque estabas trabajando cuando en realidad estabas dando cabezadas en el reservado de prensa frente a tu ordenador, pero bueno… el caso es celebrar, ¿no?

Curro y Kito, Kito y Curro, ataviados de Palomo y María Ke Fisherman, comienzan su show a los platos en el #MBFashionClub y desatan el desmadre. La cerveza inunda poco a poco a la sala a ritmo de una Amanda Lear remixeada que enciende el primer cigarro de alguien que abre la veda.  La suerte está echada, ya nada más puede hacer uno que rendirse a la música y a las Estrella Galicia que se consumen más rápido que se enfrían.

El desenfreno amenaza un martes de septiembre más, y lo mejor es obedecer. Ya mañana tocará hacer duro balance.

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Texto & Fotos: José Señorán
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Ifema era una fiesta

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Ifema era una fiesta

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