La Corrección de Ignasi Aballí: un elogio a la intersección

Con motivo de la 59 edición de la Bienal de Arte de Venecia, del 23 de abril hasta el 27 de noviembre de 2022 se podrá visitar Corrección. El giro y el desdoble que Ignasi Aballí plantea para un edificio que celebra ya un siglo de vida.

 Al llegar al final de “Corrección”, su laberinto de 300 páginas y sintaxis asfixiante, decía Thomas Bernhard que siempre estamos orientados hacía un momento determinado; un momento subrayado. Lo hemos aprendido de nuevo en Venecia, pero esta vez con la Corrección de Ignasi Aballí (Barcelona, 1958), el proyecto con el que representa a España en la 59 edición de la Bienal de Arte de Venecia, acompañado por la comisaria Bea Espejo, la arquitectura de MAIO y la complicidad de Caniche Editorial.

La Corrección de Ignasi Aballí: un elogio a la intersección

 

Como creo que la proximidad temporal suele conducir a la ceguera y que, de todos los posibles textos de arte y arquitectura, los más nefastos son aquellos que se escriben como un fondo gris (y aburrido) contra el que se intenta explicar, analizar y, muy pocas veces, criticar un trabajo. Considero que la mejor manera de empezar a presentar el trabajo que Aballí, Espejo y compañía han realizado en Venecia es intentar explicar su afán por la acción de corregir.

Comencemos con los arquitectos

Recuerdo escuchar hace unos años a Guillermo López, miembro del estudio de arquitectura MAIO junto a Anna Puigjaner, María Charneco y Alfredo Lérida, explicar su trabajo a través de la obra de Michael Asher, un artista conceptual de Los Ángeles al cual, en 1974, la Claire Copley Gallery, le pide que exponga su obra y en lugar de colgar cuadros lo que les propone es eliminar el muro que separa el propio espacio expositivo de las oficinas que se esconden detrás. Un gesto de corrección arquitectónica que pone el acento en dejar a la vista aquello que ha permanecido oculto en el mundo del arte: el centro de las relaciones económicas.

Del mismo modo, más correcciones y afinidades electivas resuenan en las acciones de Ignasi Aballí: las variaciones, instrucciones y reiteraciones de Georges Perec que, junto a la idea de absurdo de James Joyce, se suman a las rectificaciones de On Kawara – este último pintaba cada día casi el mismo cuadro con la única variación de la fecha que le correspondiese. En su obra no existe evolución estilística, tan sólo la ampliación de un campo de batalla: la variación a través de la corrección de una fecha-.

La Corrección de Ignasi Aballí: un elogio a la intersección

Ante la tentativa de agotar el lugar veneciano antes de retratarlo, considero que es importante corregir el rumbo y atender a los interrogantes que plantea Espejo en su texto de introducción al pabellón:

¿Qué pasaría si se moviera el pabellón hasta nivelarlo con el resto de los edificios colindantes? ¿Qué cambios implica dicha corrección? ¿Por qué corregir un pabellón que otro ha dado por válido? ¿Por qué compararse con el vecino?¿Para qué ese esfuerzo para perder espacio? ¿Por qué desaprovechar el espacio del pabellón?

 Sus respuestas nos hacen, de nuevo, avanzar por sucesivos comienzos

Cada año el Pabellón Español en los Giardini de Venecia acoge un nuevo proyecto curatorial, los años pares de arquitectura, los impares de arte. La dinámica, aunque truncada por el envite pandémico, coincide con una fecha señalada: la de la celebración de su centenario. Para la fiesta, al espacio del pabellón de 1922, recuperado en 1952 por el arquitecto y pintor Joaquín Vaquero Palacios, Ignasi Aballí decide trabajar a partir de los elementos fundacionales de la arquitectura: la línea y el límite.

La Corrección de Ignasi Aballí: un elogio a la intersección

 

Corrección: línea, giro y desdoble

En su sentido más directo, el límite es una línea sin espesor, el umbral que marca la frontera entre dos territorios. Dicha línea puede ser real o imaginaria, física o simbólica. Ahora bien, allí donde las intenciones se hacen arquitectura, esta línea puede desdoblarse, duplicarse, y entonces adquirir el espesor del tiempo. Estas son, quizás, las acciones primordiales más características desde las que podemos establecer un acercamiento al Pabellón.

Dado que el edificio no está alineado con respecto a los pabellones vecinos de Holanda y Bélgica, Ignasi Aballí endereza la línea con un giro de diez grados sobre el eje actual corrigiendo, de este modo, esa supuesta divergencia manifiesta en el trazado. Para ello duplica, en su interior, los muros de carga y las salas de exposición, libera los lucernarios para que penetre la luz natural y, finalmente, opta por dejar vacíos los espacios resultantes.

La Corrección de Ignasi Aballí: un elogio a la intersección

Los propios responsables reflexionan – en relación con el mismo pabellón –sobre cómo el resultado de ese giro y la sucesiva duplicación de los muros otorga, al espacio original de exposición, un gemelo mucho más confuso y laberíntico, lleno de vueltas y rodeos.

¿No ocurre eso cuando a menudo visitamos las bienales?

“El giro que propone Ignasi Aballí es, además, un movimiento mínimo pero titánico que se abre a una de las contradicciones intrínsecas de su trabajo: eso de que todo está hecho y solo es posible rehacer. Lo de querer hacer lo menos posible y acabar haciendo más de lo que quería”, señala Espejo.

La Corrección de Ignasi Aballí: un elogio a la intersección

6 libros completan la Corrección de Ignasi Aballí

Paralelamente al giro del pabellón, el proyecto se completa con la edición de 6 libros sobre Venecia con la pretensión de corregir lo que habitualmente conocemos como guía turística de la ciudad. El artista identifica otro aparente error en relación a la ciudad: Venecia es una de las ciudades reclamo más visitadas del mundo y, a su vez, afronta serios problemas debido al turismo masivo lo cual la pone al borde del colapso.

Esa contradicción, sumada a la situación de pandemia que ha llevado a la ciudad a estar «erróneamente» vacía, como si eso fuese una anomalía, conduce al artista a mirarla desde otra óptica: una Venecia que desacelera la visita rápida del turista habitual para detenerse en la invitación a salir de los Giardini en busca de unos libros, con la utilización, seguramente, del tiempo para visitar la bienal.

La Corrección de Ignasi Aballí: un elogio a la intersección

Nos asalta algún tipo de nostalgia cuando nos preguntamos: ¿algo más?

Más aún, cuando la divergencia entre la urbanidad que proponen estas guías, junto con el juego radical de los interiores presentes en el pabellón se construye a partir de una inspiración obligada a acomodarse, mejor o peor, a una serie de correcciones.

Tan sólo una última consideración

En esta corrección existen líneas casi invisibles, a veces larguísimas, a las que el proyecto se rinde intentando ocupar el espacio. El desdoble de sus muros acompasado con el movimiento de sus ejes inventa un elogio a la intersección, atrapando en las esquinas ese momento subrayado del que hablaba Bernhard: la huella del tiempo. Y es que también nos lo dejó dicho Visconti -medio inadvertidamente- en Muerte en Venecia: la belleza nace así, espontáneamente, en un punto ciego.

Corríjanme si me equivoco, pero de momento, nada más.