Kashink: cuatro ojos y un bigote

Kashink crea personajes de cuatro ojos y colores vibrantes, estas son sus señas de identidad para celebrar la diversidad de la humanidad.

Paradójicamente, uno de los principales inconvenientes de que el arte urbano haya cedido terreno a la zona de confort, propiciada en gran medida por las administraciones públicas y los festivales temáticos es, ni más ni menos, la pérdida del carácter reivindicativo que lo caracterizó en sus inicios. La clandestinidad formaba parte de esta performance urbana, que durante muchos años sacó a relucir los trapos sucios de algunas sociedades que se creían casi perfectas, llevando incluso a sus autores a tenérselas que ver con la justicia.

La época de delirio creativo de la escena urbana ya pasó y, aunque aún siguen quedando artistas de grafiti y arte urbano que intervienen las fachadas de forma ilegal, la mayoría de los artistas has sucumbido, aunque sea a tiempo parcial, a la creación de murales comisionados.

Kashink: cuatro ojos y un bigotePetite ceinture. 2016.

Aunque el camino tomado por el arte urbano actual puede generar sentimientos encontrados, nosotros preferimos ser positivos y celebrar la existencia de artistas activistas que van dejando su sello por diferentes lugares del mundo, como es el caso de la artista francesa Kashink.

Podríamos afirmar que Kashink es una de las pocas artistas urbanas que reivindican de forma activa la identidad y la diversidad. Su obra cuestiona la tradición y las apariencias planteando personajes de aspecto hibrido. Con un sello inconfundible, sus murales representan personas de cuatro ojos, generalmente gordos y peludos, trazados con líneas gruesas y colores vibrantes.

Kashink: cuatro ojos y un bigote

Las fachadas parisinas fueron su lienzo favorito en sus inicios, hasta que a partir de 2012 su arte pasó a otra dimensión con el proyecto de gran escala “50 Cakes of Gay”, en el que Kashink pintó más de 300 tartas en nueve países de todo el mundo, en apoyo al matrimonio gay.

Con un bigote pintado, Kashik muestra su carácter provocativo y desafiante: algo que empezó a modo de experimento social hace casi ocho años, acabó por convertirse en su dosis diaria de activismo.

Encuentra la inspiración en artistas performativos y multidimensionales que, como Leigh Bowery, Gilbert & Georges o Eva & Adèle, viven su vida a través de su arte. Ella también se resiste a encasillarse en una sola práctica y entre sus trabajos podemos encontrar instalaciones, videos y experimentos de pintura facial, en los que ella misma representa a los personajes de sus propias obras.

Kashink: cuatro ojos y un bigoteLa grande odalisque. Mayo 2015. Paris 18e. Foto: Charles Devoyer.

¿Qué opinas sobre la evolución del arte urbano que ha pasado de ser un arte vandálico, con libertad creativa, a convertirse en una acción performativa autorizada por las administraciones públicas?

Comencé pintando en las calles cuando el arte urbano no estaba reconocido y era difícil encontrar muros legales y mucho más difícil conseguir muros pagados. Nunca hubiera pensado que pudiera vivir de esto. Ahora las cosas han cambiado, y durante los últimos seis años ha habido más y más festivales, eventos y murales comisionados, en todas partes del mundo. Esta forma de arte urbano “legal” se ha convertido, en cierto modo, en mi trabajo, aunque lo veo más como un tipo de muralismo, ya que creo que la esencia del arte urbano es que sea ilegal. Yo sigo creando sin permiso de vez en cuando y esto me permite encontrar el equilibrio entre las dos formas. Creo que lo más importante es poder crear obras de arte que no sean meramente “arte decorativo” en el espacio público. Me gusta la idea de que el arte urbano sea un tipo de arte que se considere activista.

Kashink: cuatro ojos y un bigote

Luchas por los derechos de las mujeres y de los homosexuales. ¿Hasta qué punto crees que una artista comisionada puede ser activista?

Ser activista viene con acciones. Desde que empecé a pintar siempre he querido hablar sobre identidad y celebrar la diversidad de la humanidad. Me considero a mí misma una activista del arte público; éste puede ser el arte urbano o el maquillaje que llevo cada día. Son diferentes enfoques de una misma idea: ser activa a la hora de compartir mis ideas y utilizando todo mi cuerpo para hacer arte.

Pintar muros, estar fuera en la calle, hacerme visible en un espacio público haciendo algo inusual, eso ya es activismo para mí. Poder conseguir encargos me permite compartir mis ideas en un contexto diferente que, aunque puede parecer más oficial que el grafiti ilegal, me siento igualmente orgullosa de que se me contrate por mis ideas. Creo que es una manera de reconocer que existen desigualdades. En cualquier caso, he visto cómo han evolucionado las cosas; cuando empecé a pintar murales nadie hablaba del feminismo, ni de identidad de género. Y cuando trabajé en mi proyecto “50 Cakes of Gays” en 2013, no se hablaba demasiado de homosexualidad ni de derechos homosexuales. Últimamente todo ha cambiado de forma drástica.

Otra forma importante de activismo puede ser también realizar acciones significativas en mi día a día como por ejemplo ayudar a otras artistas mujeres o de minorías de género, colaborar con ellas en diferentes proyectos o contribuir con donaciones a causas importantes como Black Lives Matter. No sólo consiste en crear murales, es una cuestión del día a día.

Kashink: cuatro ojos y un bigoteLos Angeles. 2016.

Cuando hablamos de arte urbano, no asumimos que sea un arte masculino, sin embargo, la mayoría de los artistas de estas listas son hombres. ¿Crees que existe la necesidad de concentrarnos en el arte hecho por mujeres?

Creo que el arte urbano es como cualquier tipo de arte, hay menor acceso a las mujeres y a las minorías de género en ese campo, como en muchos otros. Es muy fácil nombrar a diez hombres que marcaron la historia del arte, pero ¿puedes nombrarme diez artistas que no sean hombres? Es una cuestión de visibilidad y de tener la posibilidad de ser reconocida como una artista válida. La mayoría de los centros culturales están dirigidos por hombres y yo misma he sufrido sexismo interactuando con esas personas porque, aunque las cosas están cambiando, todavía existe una tradición muy fuerte de pensar que las acciones de las mujeres han de ser “útiles” para la sociedad.

El arte es una forma de expresión personal que puede ser muy profunda y la posibilidad de hacer algo tan personal y compartirlo con el mundo es algo que todavía no se acepta en las mujeres. El arte urbano ha cambiado esta situación porque nosotras propiciamos nuestra propia visibilidad: yo elijo ser visible en un espacio público. Tal vez por eso, porque tiene sentido para mí desafiar las reglas y las costumbres.

Cada vez veo a más y más artistas, que no son hombres, sumándose al arte urbano y todavía tengo esperanzas de que las cosas cambien. Sin embargo, creo que el objetivo es ser reconocidas como artistas, no necesariamente como artistas mujer en concreto. Intentar definir una práctica de arte basándose en consideraciones de genero no es lo mío.

Kashink: cuatro ojos y un bigoteFundamental rights. París. Febrero 2016. Foto Romain Tellechea.

¿Cuál es la causa a la estás más dedicada últimamente?

Siempre me he dedicado a las mismas causas. Continuaré haciendo lo que he estado haciendo durante más de quince años. Lo único que va a cambiar en la forma creativa en la que exploro esas causas. Ahora mismo estoy trabajando en un libro sobre mi experiencia y estoy deseando compartirlo. También he estado trabajando en varios cortos. Estoy muy ilusionada.

Kashink: cuatro ojos y un bigote50 cakes. Los angeles.

¿Nos podrías hablar de artistas urbanas mujeres que te interesen?

Hay muchas, pero ahora mismo estoy muy interesada en un grupo de mujeres y de minoría de género que pintan un grafiti super político, se llaman Douceur Extreme. Me encanta la idea de que sea un grupo, como una crew de grafiti, pero que no tengan ni signatura ni tag, es simple y puramente político.

Kashink: cuatro ojos y un bigoteResist. Marzo 2017. París.

Te han invitado a pintar murales por muchos países, pero mucho de tu trabajo lo podemos encontrar en París. ¿Por qué te permiten pintar tantos murales en esa ciudad?

No me permiten pintar en París: he tomado la mayoría de las fachadas que he pintado allí, especialmente en mi barrio al este de la ciudad. Resulta curioso, pero no ha sido hasta hace poco que he empezado a conseguir trabajos remunerados en Francia, antes sólo me pagaban cuando salía a trabajar fuera de mi país. Imagino que es algo que les ha pasado a muchos artistas.

¿En qué estás trabajando ahora?

Estoy escribiendo un libro sobre mi experiencia como artista y también sobre el hecho de haber estado llevando un “bigote” pintado tan raro en mi rostro todos los días durante los últimos 7 años. El libro es como un diario/manifestó sobre mi experiencia, que combina anécdotas y pensamientos sobre la identidad y el arte.

Kashink: cuatro ojos y un bigoteFoto Allan Sapotille.