Con La Misteriosa Mirada del Flamenco, Diego Céspedes irrumpe en el largometraje con una ópera prima tan arriesgada como luminosa.
La Misteriosa Mirada del Flamenco se presenta como una obra profundamente poética que rehúye las etiquetas fáciles y apuesta por una mezcla singular de melodrama queer, western fronterizo, relato de iniciación y realismo mágico. Estreno en salas españolas 16 de enero.
Su estreno en salas españolas, previsto para el 16 de enero de la mano de BTeam Pictures, confirma la llegada de una de las propuestas más singulares del cine latinoamericano reciente y está protagonizada por Tamara Cortés, Matías Catalán, Paula Dinamarca, Claudia Cabezas y Luis Dubó.
Un desierto donde el rumor se vuelve arma y el amor, amenaza.
Ambientada en un pueblo minero del norte de Chile a comienzos de los años 80, la película construye un universo árido y hostil donde el miedo se propaga con la misma rapidez que el rumor. En ese paisaje, Céspedes sitúa una historia íntima que poco a poco se transforma en alegoría política: la sospecha de una enfermedad misteriosa —que, según se dice, se transmite con una sola mirada cuando un hombre se enamora de otro— activa el estigma, la violencia y la persecución contra una comunidad queer ya marcada por la marginalidad.
Una familia elegida que desafía la exclusión desde el cuidado y la ternura.
El corazón del relato es la relación entre Flamenco (Matías Catalán) y su hija adoptiva Lidia (Tamara Cortés), una niña que crece rodeada de afecto en una suerte de comuna habitada por mujeres trans. Es una familia elegida, sostenida por la solidaridad y el cuidado mutuo, que se opone frontalmente a la lógica excluyente del entorno. Céspedes filma estos vínculos con una sensibilidad poco común, evitando tanto el miserabilismo como la idealización, y proponiendo otras formas posibles de maternidad, filiación y amor.
No hay héroes: hay cuerpos vulnerables que resisten.
El propio director ha señalado que la película atraviesa distintos tipos de amor —el adolescente, el maternal, el familiar— y esa exploración se traduce en una narrativa que combina ternura y furia. No hay héroes en esta historia, sino cuerpos vulnerables que resisten desde los márgenes. En ese sentido, La Misteriosa Mirada del Flamenco es también un relato feroz sobre el deseo como amenaza y sobre quienes fueron históricamente (y sistemáticamente) olvidados o silenciados.
Humor, horror y absurdo conviven sin romper la verdad emocional.
El guion, escrito por el propio Céspedes, introduce con naturalidad momentos de humor castizo, horror y absurdo sin quebrar la coherencia emocional del conjunto. A sus 29 años, el cineasta trabaja con materiales peligrosos —la desinformación en torno al VIH, la criminalización de lo queer, la infantilización de la diferencia—, pero lo hace con un pulso firme y una mirada empática que esquiva la condescendencia y apuesta por la complejidad.
Del desierto chileno al escenario internacional.
No es casual que La Misteriosa Mirada del Flamenco haya cosechado un recorrido festivalero tan contundente. Ganadora del Gran Premio del Jurado en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, del Premio Sebastiane Latino en el Festival de San Sebastián y distinguida previamente en espacios como el Torino Film Lab, la cinta confirma el talento de un autor que ya había llamado la atención con sus cortometrajes El Verano del León Eléctrico y The Melting Creatures. Además, su elección para representar a Chile en la carrera por el Oscar y el Goya refuerza su relevancia internacional.
Una fábula queer donde amor, miedo y comunidad se entrelazan.
La Misteriosa Mirada del Flamenco se erige como una especie de fábula queer ambientada en el desierto chileno y con el amor, el miedo y la comunidad como ejes vertebradores de su historia. Una cinta que, desde la belleza y la rabia, propone mirar de frente aquello que durante demasiado tiempo se prefirió no ver.
