Llum canta, compone, escribe, produce y baila… Pero, hace mucho más. Con su pop queer busca recordar que las disidencias y el activismo en la música no deben existir por una simple cuota, sino que son una realidad que hay que integrar de manera natural.
Llum vino al mundo en el 2003 en Barcelona para convertirse en artista pop queer. En su arte combina música, performance y activismo. Arrancó su carrera en el programa Eufòria de 3Cat. Ha actuado en escenarios como el Primavera Sound, Vida Festival o Pride Barcelona, y destaca por su imaginario visual potente, sus letras políticas y su fusión de estilos. Con influencias que van de Madonna a Bob Fosse, Llum está redefiniendo el pop desde la raíz, la emoción y la presencia.
@llum / Entrevista Nadia Leal /Fotografía de Èlia Lorente & Adela Montolí
Aunque parece que avanzamos, todavía el cupo de mujeres en los carteles de festivales no es, para nada, alto. Pero, ¿y con los artistas trans? ¿Y queer? ¿Dónde están las disidencias más allá del cupo? Sobre todo esto reflexiona la cantante catalana
¿Qué retos has tenido que afrontar como artista emergente en un panorama donde se premia la uniformidad?
(Llum) Expresar lo que quiero cuando no encaja del todo. Encontrar el equilibrio entre autenticidad y accesibilidad es difícil, pero cuando lo consigues, te da libertad para jugar con lo visual y lo musical.
¿Desde dónde nace la imagen de Llum?
(Llum) Nace del subconsciente, de imágenes que he ido absorbiendo. Reinterpreto estéticas ya existentes para hacer algo que deje huella. A nivel performativo, el pop me sirve para sintetizar emociones en algo sencillo pero profundo.
“Lo comercial no tiene por qué diluir el mensaje, puedes usarlo para subvertir. Me inspiran artistas como Charli XCX o Trixie Mattel.”
¿En qué te inspiras para la puesta en escena?
(Llum) Ahora me inspiran el teatro musical y Bob Fosse. Quiero alejarme del pop urbano con bailarines,y acercarme a algo más teatral y cercano, con cabaret y nuevas formas de conectar.
¿Cómo cuidas que el mensaje no se diluya?
(Llum) Me obligo a parar y revisar si todo sigue teniendo sentido. Lo comercial no tiene por qué diluir el mensaje, puedes usarlo para subvertir. Me inspiran artistas como Charli XCX o Trixie Mattel.
“Me gusta encontrar sonidos raros en canales perdidos.”
¿Cómo trabajaste el tema 92?
(Llum) Usando samples opuestos, como Montserrat Caballé y Freddie Mercury. Me gusta encontrar sonidos raros en canales perdidos. Llego al estudio con una paleta ya definida y única.
¿Qué influencias hay detrás del tema, más allá del guiño a Vogue?
(Llum) Opus III o Cece Peniston, sobre todo el puente vocal de Evolution Rush. Tengo un vídeo en Instagram explicándolo. Me inspiran los 90, pero reinterpretados.
“No buscamos pasos difíciles, sino potenciar el mensaje desde el cuerpo, la ropa, el vídeo. Con poco, a veces, se cuenta mucho. El equipo lo es todo. Agradezco profundamente a quienes confían en mi visión y la hacen crecer conmigo.”
¿Qué querías provocar con esta canción?
(Llum) Magnetismo. Es como un conjuro sobre gustar, pero con control. Me interesa cómo se percibe mi propuesta artística y su paralelismo con el deseo en clave queer. El baile es clave en tu propuesta.
¿Cómo lo trabajas?
(Llum) Con Reichel Jovacho. No buscamos pasos difíciles, sino potenciar el mensaje desde el cuerpo, la ropa, el vídeo. Con poco, a veces, se cuenta mucho. El equipo lo es todo. Agradezco profundamente a quienes confían en mi visión y la hacen crecer conmigo.
Llum / Fotografía Jan Jofre
“Cuando canté el himno del Barça, lo hice con amor y precisión. Tenemos que demostrar nuestro valor más allá del cupo”
¿Cómo fusionas sensualidad, política y deseo sin caer en la mirada normativa?
(Llum) Ocupando el espacio con presencia, tanto mía como de otras artistas. Cuando canté el himno del Barça, lo hice con amor y precisión. Tenemos que demostrar nuestro valor más allá del cupo.
¿Cuándo descubriste que la música podía ser herramienta de militancia?
(Llum) En Eufòria. Vi cómo mi presencia ya era política. Grito cuando quiero y puedo. A veces basta con estar ahí, aunque no siempre haya energía para más.
“Referencias como Carmen de Mairena o Madonna me guían”
¿Qué papel juega la disidencia en tu proyecto?
(Llum) No la busco, es una vivencia impuesta. Por eso hago canciones de amor desde lugares distintos, como el deseo, la autoprotección o la ruptura con lo normativo.
¿Cómo construyes tu identidad desde la escena queer sin caer en lo previsible?
(Llum) Desde convicciones. Referencias como Carmen de Mairena o Madonna me guían. Contextualizo lo que hago con referentes pasados y actuales, colaborando con artistas underground y voces necesarias.
“Mis límites son aquellas propuestas que van contra mis ideales. Todo tiene que sumar, nunca restar.”
¿Qué referentes han marcado tu forma de estar en el escenario y en la vida?
(Llum) Abramovic, Madonna, Lady Gaga. También Bob Fosse y Showgirls. A nivel político, admiro a quienes hacen activismo desde las calles: Armand de Fluvià, La Otxoa, Mónica del Raval, y amigas como Fades o Svetlana.
¿Qué líneas rojas tienes claras?
(Llum) Es una responsabilidad. Mis límites son aquellas propuestas que van contra mis ideales. Todo tiene que sumar, nunca restar.
Llum / Fotografía Judit Trota
¿Qué significó para ti abrir el Primavera Sound este año?
(Llum) Fue consagración, responsabilidad y fiesta. Lo viví como una oportunidad para mostrar todo lo que soy. ¡Aunque se me pasó volando!
¿Te sientes parte de la nueva escena catalana junto a Ouineta o Svetlana?
(Llum) Sí, y cada una tiene un valor único. Pero también creo en construir cada proyecto desde su propio camino, con autonomía.
“Hay apertura, pero falta constancia. No basta con meter dos nombres y luego ignorarlos. Hace falta un cambio estructural de mirada.”
¿Qué significa para ti formar parte de una generación que dinamiza el pop desde la disidencia?
(Llum) Es emocionante y justo. Pero también quiero que se recompense más, que haya más confianza industrial en propuestas hechas por mujeres trans o identidades queer.
¿Crees que se están abriendo espacios reales para artistas queer?
(Llum) Hay apertura, pero falta constancia. No basta con meter dos nombres y luego ignorarlos. Hace falta un cambio estructural de mirada.
