MARIANNE FAITHFULL

TACONES Y CABALLOS PARA MARIANNE FAITHFULL

La suya es una de las grandes voces del rock. Sin etiquetas de género: ese debate es absurdo. Compuso “Sister Morphine” (aunque Jagger tardó años en reconocer su autoría) y entre su discografía se encuentra el imprescindible “Broken English”, un disco que debiera ser de escucha obligatoria para quienes sólo asocien el nombre de Marianne Faithfull a la manida “As Tears Go By”. Con el tiempo Marianne ha ganado enteros: a años luz de esa imagen de no haber roto un plato y de esa voz prístina, Faithfull se ha revelado como una gran compositora de fuerte carácter y voz rota, una voz que emociona mucho más que la de su juventud. De hecho, en los últimos años algunos de los mejores músicos se han rendido a sus pies componiendo para ella grandes canciones: Nick Cave, Beck, PJ Harvey son algunos de quienes se sentaron con Marianne a componer con ella  “Kissin’ time” y  “Before the poison”, que ayudaron a devolver a Marianne Faithfull en el lugar que le corresponde.

Ahora edita “Horses and high heels” (Naïve) en el que hace ocho versiones (algo a lo que Marianne se ha aficionado últimamente) y cuatro canciones propias: “Why did we have to part”, “Prussian blue”, “Horses and high heels” (que da título al disco) y “Eternity”. Como es habitual en ella, se ha apropiado tan bien de las versiones que hace que hay mucha coherencia entre sus propias canciones y las ajenas, haciendo que el álbum mantenga una uniformidad que a otro artista le habría resultado complicado obtener. “Horses and high heels” sigue la línea de los últimos discos de Marianne, con canciones sobrias, tristes (como el demoledor “Past present future”) y decadentes. No es un disco que entre de lleno en la primera escucha, pero si se le da más de una oportunidad, crece.