Cuatro días nos han hecho falta para encontrarnos y desencontrarnos con la moda portuguesa. Salvo un par de manchas para el olvido, sus propuestas, calidad y desbordada ilusión, han merecido nuestro aplauso.
Aire fresco y desenfadado, abría la primera jornada de un ModaLisboa que ya contaba con un tiempo de excepción como clave principal para contar con el favor del público. La veterana ALEXANDRA MOURA, se subía sobre la pasarela inspirada por las páginas del ‘Animalario Universal del Profesor Revillod’ y desbrozando el algodón, la seda, vinilo o lana, en cortes limpios y siluetas con volumen y a lo loco.
Una colección juvenil, geométrica, de básicos reinterpretados y terminaciones en ambiguo, tanto para él como para ella. Criaturas insólitas y surrealistas, tejidos envolventes que contrastaban de lleno con ese twist deportivo y casual de PEDRO PEDRO, el siguiente en desfilar en el abarrotado Patio de Galé, al que se apoyó con fuerte ovación, una colección absolutamente femenina, de líneas puras y fruncidos generosos, abrigos/capa tres cuartos, llamativos estampados en azul, gris o beige y que manejan el espíritu ecuestre como pocos, sobre el improvisado asfalto. Equilibrio entre colores cálidos y fríos, en prendas en lino, algodón, felpa americana, camel o verde ácido, suponen su apuesta por un retorno no a Brideshead sino a una década de los 50, teñida de heráldica medieval.
Con MARÍA GAMBINA, vuelven los grafismos, los golpes de color, los cortes y líneas imposibles entre lo deportivo, el lúrex o las técnicas más oscuras. Prendas cosidas en collage que dejan impasible ante la poca coherencia de sus propuestas, gracias, en parte, a falsos plisados, asimetrías, brillos y rayas, que confunden al más entendido.
Todo queda en china en nuestros zapatos, con el desfile de la pareja formada por ALVES/GONÇALVES, cuyas transparencias, superposiciones atemporales y frescura servida en paleta de color en amarillos, fucsias, hueso y azul, hicieron retomar la sonrisa de los allí reunidos, que vimos a una de las mujeres más femeninas y sofisticadas, cubierta de modernidad en clave de 60´s, como si Max Ophuls sacara a bailar a Jean Seberg. Mientras el aplauso y el voto unánime, se hacían uno, en este ultimo desfile de la jornada.
El segundo día de desfiles en Lisboa, se abría con la mujer de mundo de RICARDO PRETO, una fémina que sin renegar de los vaporosos vestidos, en estampados de fantasía degradados, se cubre con pantalones de líneas rectas, juegos de cinturas, transparencias caprichosas y perfiles geométricos que acompañan esta femineidad hecha gasa, seda o puro algodón.
“Urbano, gráfico y confortable”, así define LUÍS BUCHINHO, su colección inspirada en el glamour greco-romano, una apuesta que no termina de impactar en sus asimetrías, pese a sus interesantes primeras propuestas. Un desfile basado en el drapeado como lenguaje, que decae en sus extraños desniveles textiles.
CÍA MARÍTIMA, no supo subir el listón, incluso para ser un desfile de ropa de baño. Sus bikinis y trikinis, que plantean un verano chic y cool a orillas de esa playa tropical, encayaban de pleno sin ofrecer nada nuevo en el sector, tanto o más como la veteranía de ANA SALAZAR que pese a algún destello en sus propuestas en blanco y negro, perdía el rumbo de una colección sin norte, en el que la desestructuración y el eclecticismo, se respiraban en cada look. De sus aciertos, destacamos sus decapados en blanco y sus excéntricas transparencias y hombros despegados a lo Montana en gótico negro.
Entre lo biónico y lo botánico, así podríamos definir la apuesta de FILIPE FAÍSCA, que enlaza años 20, 60 y 70 en un desfile atrevido en su paleta de color (blanco, negro, amarillo, coral, naranja o neón), que despega en las muselinas y en los crepes de seda y afianza su lado más futurista con ceñidos cuerpos de sólida estructura.
Colibríes y paranoias en caleidoscópico, tomaron la pasarela de la mano de LIDIJA KOLOVRAT y su apuesta más cañera. Tomando como referencia los ritmos desgarrados de Janis Joplin, construye una entusiasmada colección a medio camino entre lo natural y lo tecnológico, en túnicas, camisolas, vestidos, para ellas y looks rockeros y oversized, para ellos.
De la mano del polaco DAWID TOMASZEWSKI, y precedido por las buenas críticas de la editora americana Anna Wintour, retomamos el espíritu romántico de la pintura del s. XVII. Una alegoría en seda y chifón, de vaporoso glamour, que busca y encuentra el éxito en sus propuestas baby doll, brocados, tonalidades fucsia y aderezos en Svarowsky.
Rompiendo con la serenidad de TOMASZEWSKI, llega el tiempo para ADIDAS y la presentación en sociedad de lo último de Jeremy Scott y la colaboración David Beckham/James Bond. Colecciones que sin perder la silueta base de ADIDAS (y los cuerpos Danone), apuestan por la vitalidad, los iconos pop, las tribus urbanas y el puro amor por la moda más callejera.
WHITE TENT, devolvía la calma pero navegaba sobre el aburrimiento, con una colección basada en el parka como única pieza destacable y que, de manera totalmente minimalista, se nos presenta desestructurado y en oversized.
NUNO BALTAZAR, volvía a invitar al perfil más femenino a acompañarnos, en lo que sería el último desfile de la jornada. Bajo el título de ‘Ma Dame’, la esencia del París más sofisticado y decadente, recorría un escenario en el que la seda, el lino, el algodón, la viscosa, el crepe y los apliques metálicos, depuraban la imagen más femenina, de una mujer tan sofisticada como poderosa.
Mariposas que simbolizan mujeres, podrían ser el hilo conductor de la colección de KATTY XIOMARA en el último día de desfiles en Lisboa. Prendas que se suceden en coral, beige, blanco o mostaza, que no abandonan el brillo y los exquisitos diseños de piezas románticas, delicados lazos y vaporosas caídas.
Nada nuevo, por otro lado, en el desfile de MIGUEL VIEIRA, que ejecutando una fórmula entre un pseudo Cavalli y una Donatella Versace de quinta marcha, plantea una colección en blanco y mucho brillo que defrauda y que sólo se sustenta en el cásting de modelos.
Un Blade Runner en femenino, es lo que presenta ALEKSANDAR PROTIC, que movido por el interés de mostrarnos a una mujer atrevidamente femenina en negro, rojo y blanco, despliega un arsenal de siluetas rectas, ceñidas y con algún despegue en asimétrico lino, algodón, seda y cuero. Una nueva Lara Croft que no pierde su lado más guerrero frente a esta femenina delicadeza.
Desfile indescriptible el de NUNO GAMA, que se pierde entre tanto horterismo, no encuentra el norte (ni el sur) y además toca fondo. Complementos desbocados que superan a la propia prenda en etiqueta, los de este hombre que saca lo peor de la ‘moda homo’, combinado con un fake Thom Browne. Vestuario para olvidar, guardar y tirar al río como un baúl del gran Houdini (que esperemos, no salga a flote).
‘Protect me from what I want’, ese parece ser el vehículo con el cruza la pasarela RICARDO DOURADO. Inspirado por los aires conceptuales de Jeremy Holzr y la moda urbana, plantea una colección que sí convence, tanto para chico como para chica, en negros, blancos y términos medios y un gusto por los looks impactantes y de cortes improvistos, fabricados en todas las modalidades de algodón habidas y por haber.
Poniendo broche final a cuatro días de moda, en la tierra del fado, de los pastéis de Belém, y los versos de Pessoa, DINO ALVES, explora, por vez primera, entre encajes y bordados. Una completa y austera colección geométrica, que aspira, a ratos, al minimalismo más puro, disfrutando en folk y entregada al romanticismo más chic y sexy. De la sencillez del blanco, negro y celeste, a los vivaces ocres, fucsias y amarillos, que convierten su experimento en un acierto y a este broche final, en todo un reclamo hacia la interesante moda portuguesa. Muito obrigado.
25 de octubre de 2011 a las 19:04
que pasada, me encanta!!