Valentim Quaresma
Carmen Cocina en ModaLisboa FW 2013-14
Con motivo de la celebración de la 40 edición de ModaLisboa (del 8 al 10 de marzo), efeméride que el equipo del evento decidió bautizar (atinadamente) con el lema TRUST, Neo2 viajó a la capital portuguesa con los ojos bien abiertos y el ánimo de recabar lo que allí pudiese acontecer de interesante. Durante tres frenéticos días, periodistas de todas las nacionalidades se congregaron alrededor del Patio da Galé, dispuestos a tomar el pulso al devenir del eterno rival de Oporto Fashion, la segunda cita obligada de la moda local.
Valentim Quaresma
Más allá de la identidad individual de cada diseñador, pudimos detectar una serie de rasgos más o menos comunes que apuntan algunas de las tendencias de la próxima temporada. El revival 90´s se hace evidente en el minimalismo de parte de las propuestas, … a la que se oponen el oversize, los patrones estructurados (con especial énfasis en hombros y mangas), la decostrucción, el patchwork o la silueta ovoidal. Los retales sobrecosidos y las dobles (o múltiples) capas son otra tendencia en alza, así como las asimetrías y la ausencia de estampados.
Valentim Quaresma
En el marco de los diseñadores consagrados, no fue casualidad que la organización decidiera inaugurar las jornadas con el desfile del joven aunque sobradamente preparado Valentim Quaresma, diseñador de joyas y complementos con un toque bondage cuya obra, más conceptual que comercial, le lleva a ser considerado como el artista más elevado por parte de sus compatriotas fashionistas. El orgullo nacional del diseño portugués se coronó, como no podía ser de otra forma, como rey de la jornada y de la totalidad de ModaLisboa. Con la integración de la creatividad y la industrialización como punto de partida, Quaresma utilizó como lienzo el torso desnudo de sus modelos, ataviados ellos con faldas midi tableadas en negro y ellas con ceñidísimos leggings, también en el no-color, un backgound minimalista pero rotundo sobre el que destacar la fastuosidad artesanal de las piezas. Como en aquellos, el cuero se reveló como el material básico de la colección en gigantescos brazaletes-muñequera, armazones con geométricas piezas atornilladas escalonadamente cubriendo pecho y brazos y grandes arneses de hombros pronunciados. Las piezas femeninas, más ligeras, se concretaron en cuerpos rígidos articulados en forma de aspa o abanico, estolas cruzadas de finas tiras irisadas en cuero o pelo y collares-pechera estilo tela de araña forjados a base de cuellos rígidos de los que brotaban correas unidas mediante argollas a piezas de cobre. Cascos y tocados de apariencia high-tech coronaron esta alegórica alusión a una realidad transfigurada en la que el carácter retro de la confección artesanal se alía con una estética futurista y visionaria, deudora también en parte de la tradición esclavista en las estructuras rígidas que cubrían los fornidos cuerpos de los modelos. Ricardo Dourado fue la otra presencia destacada del día, con sus patrones cocoon y oversize en prendas blancas troqueladas, cuerpos en crêpe de caída libre y A línea y monos lisos tipo sari con anárquicas dobleces de espíritu deconstructivista. Vestidos rectos de franela con enormes bolsillos laterales y vestidos patchwork de cortes oblicuos se adornaron con floreados prints digitales en la versión más coloreada de la propuesta.
Ricardo Dourado
Ricardo Dourado
Ricardo Dourado
Ricardo Dourado
Ricardo Dourado
El espíritu de la “Carnation revolution” (insurrección portuguesa que tuvo lugar el 25 de abril de 1974) abrió la segunda jornada de ModaLisboa a través de la propuesta de Luís Buchinho. Asentada sobre la triada negro-blanco-rojo, ya fuese combinados, en solitario o salpicando las prendas, la colección trasladó al armario femenino algunos códigos de la vestimenta masculina de ese momento histórico: abrigos abiertos, solapas-sobre y hombros y cuellos desbocados. Patrones geométricos encarnados en cuero, terciopelo o tweed estructuran cuerpos, vestidos y faldas, con gran profusión de asimetrías y formas triangulares, especialmente en los bajos de cuerpos y faldas. Aleksandar Protic optó por el eterno binomio blanco/negro en pantalones capri, faldas tubo, vestidos con cuello y puños en contraste, y en camisas revisitadas con sobretelas cosidas a modo de capelina integrada y largas cintas en caída libre desde los puños. Una traca final con el estampado damero/vichy en marrón y beis cerró su desfile. Pedro Pedro otorgó su propia visión del black&white, aderezado con gris y camel, en una propuesta serena y andrógina cuya recatada holgura y sobriedad tonal, con profusión de faldas midi tableadas y jerséis de cuello vuelto, bien podría haber protagonizado un desfile de Céline. Aleksandra Moura celebró la precisión matemática del cuadrado elevándolo a figura de culto en cortes rectos, estructuras paralelas y líneas puras en prendas limpias y confortables, con el terciopelo azul noche y estampado puntillista como elementos dinamizadores. La apuesta más ecléctica (véase también: incoherente) vino de la mano de Ricardo Petro. Capas (o blazers a modo de capa) con pequeñas aberturas laterales, minigabardinas de doble botonadura sobre leggings a franjas beis y negras, vestidos-chaleco, jerséis cocoon de punto grueso junto a faldas de muselina, mangas japonesas o poliédricas y sisas recortadas se sucedieron anárquicamente en “Body/Box Fall”, una colección que, si damos crédito a su autor, integra elementos de la Bauhaus, el cubismo y los jeroglíficos de Kandinsky, por mucho que servidora no vea el parecido por ninguna parte. Para ser justos, confesaré que tardé años en descubrir a la Lady Liberty oculta en un puntillista poster lenticular en 3D, y que hasta entonces su supuesta existencia me parecía una diabólica conspiración a la altura del traje nuevo del emperador. Quizá me ocurra lo mismo con esta colección, pero no lo creo probable. Afortunadamente, Nuno Baltazar consiguió extirpar el mal sabor de boca con una colección, “Orlando”, que supone una oda a la feminidad, en sus acepciones ladylike, sensual y naif. Mujeres poderosas, enfundadas en ajustados vestidos negros de profundo escote en V y guantes Gilda, pisaron firme tratando de ocultar su mirada impertérrita con coloreadas gafas de montura redonda. Les sucedió una versión más clásica, con vestidos de línea H y cuello redondo y blazers en lúrex de jacquard, a los que se sumaron la falda tulipán y el vestido recto bicolor de estilo oficinista. Mención especial merecen la minifalda de talle bajo y grandes tablas y el vestido baby-doll con volantes en cascada, ambos en un arrebatador verde esmeralda.
Luis Buchinho
Alexdandar Protic
Pedro Pedro
Alexandra Moura
Ricardo Preto
Buno Baltazar
El axioma fashionista según el cual cada look cuenta una historia acerca del que lo lleva fue la base de la propuesta de Dino Alves, que abrió la tercera (y última) jornada de desfiles. Haciendo alusión a los libros y a la estética escolar de profesores y alumnos, “Next page” se articuló así en prendas sencillas, como vestidos tubo, camisas blancas de cuello clásico, sudaderas college y tableadas faldas midi, con detalles como la solapa vuelta a modo de página marcada y el estampado a base de letras. El frío invernal se convirtió en el rasgo más distintivo del “Burro” de Filipe Faísca, que coronó cada uno de sus looks con informales gorros de lana ceñidos con gafas de esquí. Envolventes minivestidos de mangas bomber en tweed jaspeado, detalles de pelo en plastrones y faldas, capas desprovistas de cierres y estampados tartán en marrón y gris se sumaron a una colección en la que la cremallera transversal central en vestidos, faldas y abrigos hizo el resto. Dejando la innovación (esperemos) para otra ocasión, White Tent decidió apostar sobre seguro con una versión ligeramente más femenina de su colección invernal del año anterior. La estética sportwear sigue presente en vestidos T-shirt, siguiendo con el mini en otros de punto jaspeado y dejando lugar para el largo versión camisera. Tintes más coquetos se pusieron de manifiesto en faldas de línea A, translúcidas túnicas tail hem y vestidos herederos del New Look. La paleta se declinó en tonos neutros (añil, gris, plata, vino o negro), con una única concesión al amarillo limón. Inenarrable (por bochornosa) resultó la propuesta de Miguel Vieira, que parece ajeno al hecho de que, en lo que a la eficacia del binomio blanco-negro se refiere, el sastre masculino es la excepción que confirma la regla. Así de bicolores se pasearon sus modelos, con el blanco ocupando invariablemente las partes bajas, rematando la faena con zapatillas deportivas de cierre de velcro (sin comentarios). Semejante embestida contra el decoro eclipsó una propuesta para mujer que, sin ser extraordinaria, destilaba bastante mejor gusto. Perdónale, Señor, porque no sabe lo que hace.
Dino Alves
Filipe Faisca
White Tent
Miguel Vieira
Evaluado el quehacer de los creadores asentados, sólo quedaba probar suerte con los agrupados bajo el denominador común del LAB, plataforma cuyo propósito es aglutinar lo más destacado del diseño novel portugués. Una de las revelaciones más interesantes es saymyname, cuya delicada “Stratosphérique” fue gestada al albor del candil de la performer, escultora, pintora y artista sonora Victorine Muller. La equilibrada yuxtaposición de colores y tejidos es la clave de esta armoniosa colección, con especial mención para el negro-beis y el trío lentejuelas-algodón orgánico-loneta del conjunto top y falda a ras de la rodilla. Un estilismo que, junto con el vestido de mangas integradas y pechera en V de colores y texturas similares, constituye, en opinión de esta cronista, su encarnación más destacada. Vestidos-camiseta de manga japonesa y print digital y piezas en patchwork geométrico reminiscente (esta vez sí) de la Bauhaus brillan también por mérito propio. Mucho más insulsos fueron Os Burgueses, que, pese a lo que pueda sugerir su nombre, tuvieron muy poco de distinguidos. Realizada casi en su totalidad en negro, los perfectos de cuero, camisetas estampadas con representaciones silueteadas de orgías difícilmente perceptibles en un primer vistazo, vaqueros negros, gafas oscuras y botas de caucho de esta “Blackout” carecen, más allá de la presunción de sus artífices, de aportación alguna a la estética motera/dark de toda la vida. Pero, sin duda, el colmo del despropósito fue obra de Marques Almeida, una pareja que, por lo que me han contado, ha hecho del jean y sus variaciones su marca de fábrica. En esta ocasión, dicha variación se concretó en un regreso a las maneras más huecas y zarrapastrosas del grunge, en looks 100% denim marcados por una tumultuosa superposición de prendas deshilachadas a base de tijeretazos, como hacíamos de niños, sin duda con mucho más estilo, para dar una pátina de modernidad a los aburridos vaqueros heredados de nuestros hermanos mayores. Aquí, las faldas midi (vaqueras, cómo no) se superponen a pantalones acampanados (abertura mediante) que barren el suelo, algo que en los 90 tenía un pase, pero que a estas alturas resulta simple y llanamente hortera. Estampados de cebra y de camuflaje (azul) a base de ondas tricolor remataron su antiestética propuesta. Más comedido fue Ricardo Andrez, cuyos estilismos otorgan un toque chic e individualista al casual wear masculino. Abrigos cocoon de paño, pantalones de cuero con detalles troquelados, bajos vueltos y superposiciones (jerséis sueltos de punto fino sobre camisas escocesas y calzas, pantalones bajo camisetas extralarge con abertura lateral y camisas que asoman bajo T-shirts) configuraron un estilo casual but cool al que ponían la nota estridente acolchados guantes de esquí. En suma, la selección del LAB se perfiló tan escueta como irregular, arrojando tanto nombres a los que conviene seguir la pista como otros preferible e indudablemente olvidables.
Fotógrafo: Rui Vasco
Saymyname
Os Burgueses
Marques Almeida
Ricardo Andrez
