STEPHEN MALKMUS & THE JICKSSTEPHEN MALKMUS QUIERE CONTAR TODAS LAS HISTORIAS EN SU ÚLTIMO DISCO, WIG OUT AT JAGBAGS

“No es bueno que el hombre esté solo” reza la Biblia. Así que, aunque Sartre asegurara treinta y seis siglos después que “el infierno son los demás”, de vez en cuando está bien convivir con otras personas, intercambiar impresiones, adoptar su modo de interpretar el mundo, aunque sea en porciones o durante un tiempo. Esto es lo que debe de pensar Stephen Malkmus, que ha abandonado la idea de hacer discos en solitario (vamos, solo con su nombre de la portada) y acaba de sacar su cuarto disco junto a The Jicks, ‘Wig Out at Jagbags’ (Domino / [PIAS] IBERIA & LATIN AMERICA). Desde los noventa, Malkmus, 48 años, las ha visto de todos los colores y poco más o menos a estas alturas estará cerca de hacer lo que le da la real gana. “La variedad es lo que siempre busco”, sentencia Malkmus. Y de eso va el disco. El sonido de Pavement es el Antiguo Testamento, más que una tradición es una manía adquirida. La variedad viene más de la ejecución, del sonido, no tanto de la melodía o el ritmo. La distorsión de la guitarra más espacial que roquera. Puede ser una cosa clásica como ”Houston Hades” o “Janitor Revealed” con Malkmus en plan Ray Davies, folkie siglo XXI como “Lariat” o esa canción cien por cien pop americano, rollo himno generacional, “Rumble at the Rainbo”, que casi siempre parecen una parodia.

STEPHEN MALKMUS & THE JICKS

“Chartjunk”, “J Smoov”, “Cinnamon and Lesbians”, todo el disco está plagado de ejercicios que no suenan a pruebas, si no a eso, a ganas de hacer un poco lo que a uno le sale. De hecho, él mismo lo confiesa: “uno nunca sabe qué canción va a ir a parar al reproductor de mp3 de alguien. Al final, eso es lo que queda de uno y su disco: un mp3″. Un acto de fe expresado en tono Pixies con la referencia bíblica de “Shibboleth”, la contraseña que distinguía a las tribus en “El Libro de los Jueces”. Estos días empiezan su gira por Estados Unidos para presentar las nuevas canciones, luego unos bolos por Europa, unos meses de relax y a por el siguiente disco con similares premisas. Es lo bueno de la fe, es inalterable. Con ese convencimiento, ese pesimismo asumido, puede estar publicando discos por los siglos de los siglos. Amén.