TODO LO QUE SIEMPRE QUISISTE SABER SOBRE EL SUNBURN ART PERO NUNCA TUVISTE TIEMPO DE INVESTIGAR SOBRE EL TEMA

La llegada del verano trae consigo, además del calor, una abrumadora falta de noticias. No es de extrañar, por tanto, que los medios de comunicación enloquecieran cuando una nueva moda estival aparecía en internet. Se trataba del Sunburn art, o lo que es lo mismo, el ‘arte’ hecho a base de quemarse la piel al sol creando formas. Una tendencia que juntaba riesgo para la salud y viralidad, dos ingredientes perfectos para rellenar líneas y líneas sobre lo descerebrada que es la juventud y lo terriblemente peligrosas que son las redes sociales. Las alarmas se disparaban y decenas de dermatólogos avisaban de los riesgos de sumarse a la ridícula práctica, incluyendo hasta un comunicado oficial de la Fundación sobre el Cáncer de Piel de Estados Unidos. Todo parecía seguir el patrón típico de esta clase de modas, con una única diferencia: el Sunburn art nunca existió.

SunBurn Art
Foto vía Flickr: Nollij

La realidad, como se ha demostrado más tarde, es que todo se trató de una burbuja retroalimentada por los diferentes medios, aunque no se sabe bien para qué. Varios artículos, entre ellos éste de El País, tardaban apenas una semana en desmontar la supuesta noticia con argumentos bastante sólidos. En primer lugar, las fotos de ‘tatuajes solares’ con las que nos habían bombardeado resultaban ser siempre las mismas, apenas una docena, además de ser en su mayoría antiguas -del año pasado ni más ni menos. Muchas otras parecían hechas con Photoshop, y algunas directamente no se sabía de donde habían salido. Además, una simple búsqueda del hashtag #sunburnart en Instagram devolvía un centenar de resultados, muchos de ellos reutilizando las mismas imágenes una y otra vez. La ventaja de internet es que todo se puede cuantificar.

SunBurn Art
Foto: vía wikipedia / usuario: A7N8X

Sin embargo, la idea de quemarse la piel como método para hacer arte -del de verdad- se remonta unos cuantos años antes de la llamada ‘era digital’. Su origen se puede situar en la figura de Denis Oppenheim, uno de los artistas más innovadores del siglo XX y pionero -entre otras muchas disciplinas- del Body Art. Su obra de 1970 ‘Reading position for a second degree burn’ -Posición de lectura para una quemadura de segundo grado- se compone de dos fotografías en las que, como si de un anuncio se tratara, se muestra el antes y el después de pasar cinco horas en la playa con un libro puesto sobre el pecho. El sol y la piel quemada adquirían por primera vez el estatus de obra de arte.

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Dennis Oppenheim, Posición de lectura para una quemadura de Segundo Grado, 1970. Cortesía del Artista Thomas Solomon Gallery

En una línea similar, pero bastante más reciente, se encuentra el trabajo de Thomas Mailaender. Su libro ‘Illustrated People’ recoge las imágenes de su última performance, en la cual utilizó una lámpara ultravioleta para irradiar a varios modelos sobre los que había colocado veintitrés negativo originales del Archive of Modern Conflicts. El resultado, no exento de belleza, aterrorizaría a cualquiera de los dermatólogos preocupados por el Sunburn art.

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Thomas Mailaender ‘Illustrated People’

No es necesario ponerse tan radical ni arriesgarse a padecer un melanoma para hacer de la piel y su bronceado toda una experiencia estética. De hecho, una de las imágenes más icónicas del mundo de la publicidad se basa en ese concepto: un perro travieso baja el bañador a una niña inocente para mostrar la palidez de su piel sin broncear. Era el año 1953 y Coppertone, la marca de protector solar, transformaba la temida marca del bañador en todo un clásico del siglo 20. Años más tarde, concretamente en 1965, la imagen sería replicada en un anuncio de televisión por una Jodie Foster con tan sólo tres años de edad.

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Desde entonces, la marca del bañador, especialmente la femenina, ha sido objeto de admiración por fotógrafos, cineastas y publicistas. Aunque ya en 1963 una sensual Anne Bancroft seducía con la silueta de sus tirantes a un joven Dustin Hoffman en El Graduado, no fue hasta los años 70 cuando esta tendencia se popularizó. Modelos y actrices como Jane Birkin lucían con orgullo sus cuerpos marcados por el sol, ensalzando la sensualidad de lo oculto. Hasta las conejitas del Playboy hacían del ‘tan line’ su seña característica de la época. A partir de entonces y con la normalización del topless la moda empezaría a desaparecer, hasta que en 2014 figuras como Rihanna o Gisele Bundchen la ponían de nuevo en el foco mediático. Incluso la marca de gafas Tom Ford lanzaba una campaña en la que su modelo, Carolyn Murphy, exhibía sin complejos la silueta de su dos piezas.

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Carolyn Murphy con Nicholas Hoult para Tom Ford

Pero si hablamos de emplear las marcas del bikini como elemento artístico hay que destacar el trabajo del fotógrafo Jean Baptiste-Mondino. Eran los 90 cuando la revista británica The Face le encargó un reportaje bautizado como ‘World in Lotion’, donde jóvenes modelos bronceados dejaban ver sin tapujos las formas que la ropa interior había dejado en la piel. Mucho más que una simple sesión de moda, las fotos de Mondino servían para adulterar la percepción de sexualidad de la época, jugando con la ambigüedad de ciertas imágenes y recuperando una tendencia surgida veinte años atrás.

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Mondino para The Face

Ha pasado un mes y ya nadie habla del Sunburn art. Las redes sociales continúan inventando una moda semanal y los medios de comunicación han encontrado en las vacaciones de verano su monotema particular. Lo que un día fue un riesgo mundial no ha quedado más que en anécdota, casi una leyenda urbana. Pero como todas las leyendas, siempre hay una parte de realidad que os hemos querido mostrar. Sea como sea, jugar con la piel conlleva sus riesgos, por lo que ya quieras imitar a tus ídolos o simplemente coger un poco de color, no olvides utilizar siempre protección. No convirtamos la estupidez en moda.

Texto: Roberto Juanes Juanes