THE ART OF EATING

COCINANDO EN LOS BOSQUES DE VERMONT

¿Cómo se pueden dedicar páginas y páginas al Aglianico (un vino del sur de Italia), al baklava, a las orecchiette alle cime di rape (otra especialidad italiana, por supuesto), al oro puro del Chablis y a la verdadera pizza napolitana sin moverse de los bosques del Vermont? No lo sabemos y quizás habría que preguntárselo directamente a Edward Behr, el afortunado y todopoderoso director de The Art of Eating, la más gourmet de las revistas de gourmet, que empezó su andadura en el lejano 1986 y que a su manera se ha convertido en los últimos tiempos en una biblia del buen comer. Una biblia que de biblia, está claro, no tiene absolutamente nada. Cuatro números al año (una limited edition que garantiza la calidad el producto), muy poquitas páginas en papel reciclado que no pretenden decir toda la verdad sobre los milagros que se realizan entre fogones pero si acercársele mucho y una poco habitual (en una biblia, se entiende) celebración de uno de los placeres más grandes de la vida: la comida en todas sus declinaciones. Este pequeño libro sagrado de la buena mesa también huye de la universalidad y lo que celebra es la especificidad de cada producto y de cada plato junto al territorio del que procede y al que pertenece. Homologación y globalización son casi palabras prohibidas. Pronunciarlas y, peor aún, pensarlas es pecado mortal. Una revista fresca y seria a la vez, que se distingue y destaca también por su total, completa y absoluta independencia de cualquier forma de publicidad. Si se habla de esto, es porque es bueno de verdad y no porque ha pagado para serlo. Obviamente, también hay reseñas sobre libros, vinos y una infalible lista de las mejores panaderías, reposterías y chocolaterías artesanales; de los productores de vino y aceite más fiables y de varios mercados al aire libre desperdigados por el mundo. ¿El único defecto? No se encuentra en los quioscos y para acceder a estos secretos más secretos de la gastronomía hay que suscribirse. El cambio euro/dólar sigue siendo favorable en este lado del Océano. ¿Por qué no aprovecharlo?