TINY HIDDEN TREASURES 4

HORSE STORIES – EVERYONE’S A PHOTOGRAPHER (NON ZERO RECORDS, 2005)

Y vamos ya con la cuarta entrega de esta sección, “Tiny Hidden Treasures” donde Javier Mateos recupera joyas musicales que pasaron desapercibidas en su día. Hoy le toca el turno a un ábum de 2005, “Everyone’s a Photographer”, de Horse Stories.

Ahora que Toby Burke, el líder y compositor de Horse Stories, ha puesto fin a la banda tras diez años al frente de ella (no así a su carrera musical, ya que acaba de editar un disco en solitario: Mexico City), es un buen momento para recordar su mayor logro, su cota más alta: “Everyone´s A Photographer” (2005, Non Zero Records). Este australiano que se marchó a Los Ángeles en busca de nuevas sensaciones sonoras, elaboró en aquel año, junto con sus otros dos compañeros: Clinton Stapleton (batería) y Beth Balmer (coros, piano y teclados de todo tipo) –sensacional en todos los temas-, un álbum magistral cargado de postales sonoras donde predominaban las puestas de sol sobre los amaneceres más radiantes.

Cargado de una melancolía envolvente y susurrante, se suceden una a una, con un encanto de difícil interpretación, las canciones que hacen de este disco uno de esos tesoros escondidos y perdidos de la pasada década. Su apertura da unas pautas instrumentales de por donde van los tiros: melancolía y bucolismo otoñal. A pesar de todo, arranca con brío y contundencia “(Too Many People Fall for the Same) Lies”, un pegadizo hit que centra su temática en la mentira generalizada y que, como en casi todo el álbum, tiene ese poso tan R.E.M. Sin prácticamente pausa, “Firewall” uno de sus singles, se aleja de este acelerón y reduce la marcha. En la siguiente, si cerrásemos los ojos y nos trasladásemos a mediados de los 90, pensaríamos que estamos escuchando a Grant Lee Buffalo, salvo en el dramatismo interpretativo que Grant-Lee Phillips imprimía a aquellos discos. Un excelente comienzo que se mantiene con “The Wheels” y esa manera de cantar tan obtusa que cuesta bastante entender, pero que gracias a esa melodía, piano de “saloon” y vientos, transforman la opacidad en brillo deslumbrante. Sin perder ese resplandor, aparente, llega un himno al desamor que alcanza lo sublime: “Bloody Time of the Year”. Tony Burke se alza como mártir de lo inevitable y compone un genial canto al amor como ejemplo de esclavitud: “Flash your eyes, like a photograph /I’m a slave in them/ Turn your hand, like a dullen’d knife / I won’t be sane again/; para más tarde maldecirlo: “Cause it’s a bloody time of the year/ It’s a bloody time of the year/ It’s a bloody time of the year/When you’re in love”. Pocas veces se han manifestado tan claramente las sensaciones de impotencia sentimental como en este tema. La introspección y el sonido delicioso del “Wurlitzer”, cubren de ensoñadora intimidad, esos fríos pasajes otoñales que se derrumban a su paso en “There is a Heart on The Harrow”: “When the cold autumn light/ Hits the old buildings right/ She’ll find a way to cover up the grey/Anyhow”.


Por si nos sabía a poco, la segunda parte del disco tras ese “(Horn Crash)”, está plagada de momentos gloriosos. “You Explained Away Everything”, marcada por un ritmo naïve y que se mueve entre la calma y una pasión que desborda con su falsete. Una de las melodías más bonitas que recuerde, está presente en el piano de “The Ten”: juguetona, sensual y esquiva. Tremenda. Sin tiempo para sobreponerse, la cosa se anima un poquito al ritmo de esa precioso piano que Beth Balmer mantiene en “Tonight… On the Radio”, una de sus señas de identidad y que hace que su trabajo resalte sobre todo lo demás. La hermosa “Follow the Thames”, nos arrastra placidamente por un río plagado de metáforas cristalinas: “So I follow your eyes, once round the room / I follow the stars, right to the moon /And follow the Thames, all the way home” (¡una vez más ese piano!). “Man O´Holes” vuelve a emocionar, mucho. De despedida una balada gloriosa, que como suelo decir, en otro mundo, y con otras sensibilidades, estaríamos ante un clásico global que desgraciadamente, o no, ha pasado desapercibido. Perderse la oportunidad de bucear por esta obra de peso incalculable, es como para maldecir a los vientos. Si cada vez que el otoño llega a tu vida, sientes que no puedes limpiar tus rincones más esquivos, deja que este disco retrate tus puntos más vulnerables y sin miedo, míralos, para así poder purificarte.