ELENA ANAYA VUELVE AL CINE EN EL DEBUT, COMO DIRECTORA, DE BEATRÍZ SANCHÍS
La sensación que te queda al terminar de ver Todos Están Muertos es la de haber presenciado una entretenida, pero surrealista, película que comienza con el triunfo, en los 80, de una inventada banda llamada ‘Groenlandia’, formada por los hermanos Diego y Lupe, la posterior muerte de Diego y la reclusión enfermiza de Lupe con su hijo y su madre mexicana con la única motivación de dedicarse a la repostería de manera obsesiva. De esta manera tan rocambolesca, se resume la curiosa primera película de la directora de cortometrajes Beatríz Sanchís que da el salto al largo con Elena Anaya, en su segundo papel tras su éxito a las órdenes de Pedro Almodóvar. Un guion que reúne una de las décadas que con mayor cariño se recuerdan, con el argumento costumbrista tan planteado en nuestro cine y la pequeña incursión de la magia mexicana para enturbiar más el asunto. Elena Anaya, en el papel de Lupe, parece encontrar una historia en la que la vemos totalmente cómoda como madre de un hijo adolescente, Pancho (Christian Bernal), al que no dedica el tiempo que necesita y cuyo amor por la música y ganas de formar su propia banda con su amigo Víctor (el nuevo guaperas de teleserie, Patrick Criado), empuja a su madre hacia una cura psicológica que desempolvará recuerdos, recuperará viejas canciones e incluso hará posible que Lupe se reencuentre con el fallecido Diego (Nahuel Pérez Viscayart), gracias a los sortilegios de su madre Paquita (perfecta Angélica Aragón) y su amiga bruja el Día de los Muertos. ¿Poco mainstream, verdad? Una absoluta rara avis dentro del cine que solemos consumir pero que viene precedida de su éxito en la pasada edición del Festival de Málaga con nada más y nada menos que 4 Biznagas de plata. Una película en la que como su título indica, parece ser que todos están ‘muertos’ menos el hermano verdaderamente desaparecido, que al aparecerse, tras ser invocado a la mejicana, sacude a la familia con su presencia, arreglando cuestiones pasadas y liberando a su hermana de toda culpa y depresión.
Una cinta que a veces pierde el ritmo, que varía entre drama y comedia y chupitos de tequila y que nos ofrece una dosis absoluta de ‘buenrollismo’ y música ochentera a cargo de los ficticios ‘Groenlandia’ y su hit ‘Corazón automático’. Una peli que recupera la estética ochentera y noventera, con unas interpretaciones tan naturales como perdida y contenida permanece la mirada de Anaya tras la ventana que le separa del mundo exterior y rotunda Angélica Aragón. Una curiosa historia con la que desconectarás del mundanal ruido durante un rato y que al terminar de verla pensarás, lo molón que sería si tu madre fuera una estrella del rock pero sin estar tan tocada como la Lupe de esta historia que Sanchís nos cuenta y en la que Anaya vuelve a no defraudarnos.
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ESTRENO: HOY VIERNES, 30 de mayo
