TULSA Y SU LA BANDA MADRILEÑA PRESENTA SU TERCER DISCO, “LA CALMA CHICHA”, TODO UN EJERCICIO DE NOISE MELÓDICO Y ESCAPISTA

Con la madurez que te aportan trece años de trayectoria, ya hay sitio para el atrevimiento. Para lanzarse a probar nuevas mieles, para moverse entre la fidelidad a uno mismo y la tentación o la necesidad de experimentar y evolucionar. La jugada siempre puede salirte mal, pero quien no arriesga nunca gana. Y Tulsa, aunque ya con detractores por el cambio de tercio, podría decirse que han salido airosos en la adopción de nuevos roles sin perder un ápice de su identidad. Las nueve canciones que conforman el nuevo y tercer disco de los madrileños, La Calma Chicha (Gran Derby, 2015), mantienen la personalidad lírica y vocal que los alzó a las alturas de la escena independiente allá por 2007 con su álbum debut, Solo me has rozado. Siempre cálida y directa, la voz de Miren Iza continúa ofreciéndonos auténticos fragmentos de pop rock inteligente, cargado de contenido, estremecimiento y verdad. Sin embargo, a sus melodías suaves y sinuosas, se les suma ahora la inquietud de un noise eléctrico sin estridencias que, a base de plugins y samplers, añaden a su sonido un plus de desconcierto y confusión. “Casa”, el cuarto corte de este nuevo trabajo, es el perfecto ejemplo de ello. Y aunque en realidad es el único tema que mantiene la base vocal en un ultimísimo plano, derrocha impasible el nuevo rumbo instrumental que ha tomado el grupo. Patente queda también en el tema que cierra el disco, “Los Ilusos”, con sus 5’53” minutos de despliegue sonoro.

TULSA Y SU

Una amalgama de sonidos escapistas y distorsiones digitales que comienzan con “Leña”, y continúan tomando forma en “Gente común”, de importante tendencia rock, cañera y eléctrica. “Madrid parece el sitio más triste del mundo” asevera la dulzura de Miren en “Los Amantes del Puente”; canción que presume de una percusión elegante y sencilla, con cierta cercanía al registro jazzero pero que sabe conservar la estructura pop que define a Tulsa. Como “Ay”, que suena a baby song a golpes de xilófono, seguro que de colores. Que se atreve a introducir un órgano y que encanta por su minimalismo.

De estas nuevas creaciones de Tulsa, escritas por cierto entre Nueva York, Madrid y Hondarribia, y grabadas en el estudio del productor Carasueño junto a Charlie Bautista, hago especial hincapié en las que para mí son las tres capitales de este sosiego del que presume La Calma Chicha. Primero “Oda al amor efímero”, de la que ya han lanzado videoclip. Por su pop contagioso y su ternura implícita en un mensaje rápido y ágil. Toda una declaración de amor: “No me importa si eres listo o idiota, te voy a querer igual”. Inmediatamente después: “Bosque” y “En tu corazón solo hay sitio en los suburbios”. Por acoger selectas reminiscencias de la cold wave. Por ser las más oscuras del álbum. Turbadoras. Con presencia vocal masculina en la primera, y el perfecto juego de estallidos y pausas de la segunda. Que no te paralicen los cambios, afronta el progreso con naturalidad y sumérgete en la calma de este mar ecléctico.

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