Tragedia a la vista: hemos dejado de comer mariscadas“Salgamos a comer marisco” no es una frase que se diga demasiado últimamente. ¿Qué nos ha pasado? Se me ocurren unas cuantas cosas que explican por qué un plan de ir a comer gambas un domingo ya no nos dice nada. Pero también pienso que ninguna excusa es buena para la pérdida de sabor que supone una vida marisco-free.

 Prácticamente rodeado por el mar, el nuestro es un país donde la mariscada es tradición. ¡Tantos y tantos cumpleaños, santos y ocasiones, en general, se han celebrado con un festín de marisco! Si hasta tenemos las marisquerías, esos restaurantes especializados en marisco, normalmente gallegos o vascos, con producto expuesto en la cristalera, que era un clickbait poderoso de los restaurantes no hace tanto: si los ingredientes se ven así de frescos, tienen que servir unos platazos de aúpa.

Imagen superior: Ventajas y desventajas de comer marisco. Foto James Wei

Tragedia a la vista: hemos dejado de comer mariscadas

Imagen superior: Ventajas y desventajas de comer marisco. Foto Marie France Latour

Allá van unas cuantas perlas y unos cuantos chascos que te llevas cuando comes bivalvos y otras delicias del mar:

Las desventajas de comer marisco

La pereza. Me da la sensación que nos hemos vuelto un poco señoritingos. Que eso de sentarnos y tener que estar pelando durante dos horas langostinos, rompiendo centollos y centollas con unas tenazas, arriesgando nuestros preciados dedos a los pinchazos del caparazón de unas galeras, como que no. 

El pringue. Por si no hubiera suficiente con el dolor, hay muchos mariscos que pringan, especialmente los crustáceos, que chorrean cosa mala y terminas con juguillos hasta en el codo. Y lo sabes: las toallitas perfumadas al-desmayo-de-limón nunca te han gustado. Para más inri, mientras comes no podrás usar ese apéndice de tu mano que es el móvil. En tu escala de prioridades, ¿qué va antes: el placer de comer o el placer del scroll, del post, del like, de la foto, del chafardear y del ser faltón con el resto de la mesa? Tú decides. También puedes decidir pringarte de lo lindo en la intimidad de tu hogar. Pero, entonces, prepárate para que huelan a frutos del mar hasta las cortinas de la ducha.

Tragedia a la vista: hemos dejado de comer mariscadas

Imagen superior: Ventajas y desventajas de comer marisco. Foto Wang Xi

El miedo. El marisco, del mejillón al pulpo, tiene una característica única en todo el reino de animales que hemos decidido comernos: dan miedo. A mí no, pero conozco varios casos de niños (y adultos) a los que les inspira terror una gamba porque parece “un alienígena”.

El precio. No lo olvidemos: comer una mariscada es caro y más si el producto es selecto. De media suele salir por unos 50 euros si no quieres quedarte con hambre, porque el marisco no es muy llenador, que digamos, y porque como nos estamos cargando nuestros mares por acoso y derribo, pescando más de la cuenta, calentándolos e intoxicándolos con nuestra contaminación, la fauna que lo habita y que nos gusta devorar va escaseando año tras año y eso hace que suba el precio.

Y que lo queremos todo. Cuando nos vamos a gastar los dineros, no queremos que una cena consista solamente en marisco. Además, todo el mundo sabe que el buen marisco, cuanto menos condimentos, cuanto más sencillo, mejor. Pero, no: lo que ahora nos va es un viaje en 8 platos por las costas de Bengala y el sur de la región de Kansai, recalando en Yucatán y Toledo. Así que la mariscada tiene las de perder en este mundo globalizado.

Tragedia a la vista: hemos dejado de comer mariscadas

 

Imagen superior: Ventajas y desventajas de comer marisco. Foto Nick Karvounis

Las ventajas de comer marisco

Son una bomba de sabor. Tú te pones a hacer un arroz y al abrir el paquete te está gritando: “¡Mejillones! ¡Nécoras! ¡Almejas!”. Eso es así. No defraudes al arroz, porque sabes que el marisco remata con un sabor excepcional cualquier guiso, también de patata, de guisantes o lo que sea. Es más: fíjate si es singular que alguien pensó que hasta los platos de carne debían llevarlos y se inventó el “mar y montaña”. A esa persona, ¡gracias!

Hay muchísimas variedades. A veces nos quedamos en el sota caballo y rey de gambas, mejillones y almejas. O pensamos que solamente son mariscos los animalillos con conchas o caparazones que salen del mar, es decir, lo que en inglés se llama ‘shellfish’: las gambas y familiares (quisquillas, camarones, langostinos, galeras y cigalas), sus primos ricos, las langostas y los bogavantes; y los moluscos bivalvos (almejas, berberechos, tallarinas, navajas, ostras, veiras y más). Y siempre olvidamos que, en realidad, molusco proviene del latín ‘molluscum’, que significa ‘blando’. Por eso nos dejamos al pulpo, al calamar y a la sepia, al percebe, a los erizos. Por otro lado, ni imaginamos los mariscos típicos de cada país. Por ejemplo, en México existe algo similar llamado callo de hacha y también un cangrejo que se ha puesto de moda en todos lados porque puede comerse hasta su concha: la jaiba de concha suave. Ecuador tiene la rarísima concha negra, Chile el ostión, el piure, que más que marisco parece una fruta, y en Venezuela se come el chipichipi. ¡La lista da para un atlas!

Son ligeros. No contienen muchas calorías y si están cocidos son fáciles de digerir. ¿Qué más se le puede pedir a estas joyas del mar que nos llenan de sabor?

Las recetas son infinitas. Yo creo que podrías estar un año comiendo recetas con marisco sin repetirte ni una sola vez. Si no te gustan los choros a la chalaca (mejillones con tomate y cebolla picados, maíz y aliño de limón) te los puedes comer a la belga (con apio, chalotas, mantequilla y vino blanco) o a la marinera (con sofrito de tomate y laurel). De verdad, que recetas las hay para todos los gustos: clam chowder, el lobster roll o el crawfish boil estadounidenses, el fritti misti italiano, el bocadillo de quisquilla roja y mayonesa alemán, la clásica langosta Thermidor, con una salsa bechamel grasa y amostazada, el calamar relleno turco y así hasta recorrer las costas de todo el mundo.

¿Y tú por qué crees que hemos dejado de comer mariscadas? Quién sabe. Tal vez le estemos haciendo un favor al planeta.

os dejo un interesante mapa con el consumo de pescado y marisco per capita en el mundo