Verano 1993. Entrevista a Carla Simón

La cineasta catalana debuta en el largo con Verano 1993, donde retrata su propia infancia reflejando el duro palo que sufrió en las vacaciones estivales de aquel año fatídico: el VIH le robó a su madre (dos años después que a su padre) y tuvo que irse a vivir con sus tíos. La cercanía, naturalidad y autenticidad de la historia se está traduciendo en todo tipo de reconocimientos dentro y fuera de nuestras fronteras, desde Canes a la Berlinale pasando por el Festival de Málaga. Incluso fue la elegida por la Academia de Cine para representar a España de cara a los Oscar, aunque luego no fuese seleccionada desde Hollywood.

En tus cortometrajes ya tratabas temas que de una u otra forma han estado presentes después en Verano 1993: cómo afrontan los niños la muerte de un familiar en Lipstick, la figura de tu madre en Lacuna, el VIH en Born Positive, el enanismo femenino en Las pequeñas cosas… ¿Ha sido todo un camino de preparación hacia tu primer largo?
Supongo que de alguna manera sí, aunque cuando lo hacía no era tan consciente. Born Positive lo hice antes de pensar que Verano sería primera peli, fue un ejercicio documental que hicimos en la escuela de Londres, y como yo no había heredado el VIH de mi madre pues tenía mucha curiosidad por saber cómo era o cómo se sentían los jóvenes a los que sí que les había pasado esto. Y fue gracias a Lipstick, que es la historia de dos niños que se encuentran a su abuela muerta, que me di cuenta de que el tema de los niños enfrentándose a la muerte era lo que quería seguir explorando. Fue cuando pensé que Verano debía ser mi primera peli, luego hice los otros dos. Las pequeñas cosas habla de la relación entre mi tía y mi abuela, que luego son personajes que salen en la película, y Lacoma salió un poco durante el guión de Verano. Me di cuenta de que no tenía recuerdos de mi madre, y la forma de recuperar su memoria fue a través de este corto experimental, con sus cartas y yendo a los sitios desde donde las había escrito.

Verano 1993. Entrevista a Carla Simón

¿Representa más una ventaja o un inconveniente el hecho de exponer tanto tu vida personal en tus trabajos?
Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Lo bueno es que de repente puedes explorar las cosas de una manera muy profunda, estás hablando de un material que conoces mucho y puedes hablar de los personajes de una manera muy compleja. Pero luego tienes que encontrar la distancia justa para contar la historia y que tu relación emocional con los elementos de la película no influya, darte cuenta de qué es lo importante y qué no lo es para contarla bien. En el rodaje mi lucha interna era renunciar a ciertas imágenes que yo tenía en la cabeza, que pertenecían a mis recuerdos, y renunciar a ellos a favor de lo que estaba pasando enfrente de la cámara, que también está contando la historia pero a lo mejor no se parece exactamente a la imagen que yo veía. Como buscamos este tono más natural yo siempre intentaba componer las imágenes exactamente como las tenía en la cabeza y eso se perdía. Fue una lucha interior para conseguir que la película se convirtiese en una película y no en mis recuerdos exactos.

La figura de la mujer está muy presente en tu obra. ¿Servirá para tirar muros en una industria en la que, según datos de un reciente estudio de AISGE, prevalece el hombre?
El problema de raíz es que faltan más mujeres escribiendo, dirigiendo y produciendo, yo creo que a medida que haya más llevará a poder retratar a más personajes femeninos. Aunque yo tengo mucha curiosidad por escribir personajes masculinos, hay algo de natural en que te salga escribir sobre mujeres si eres mujer o, al menos, hablar de una manera compleja sobre personajes femeninos. Al menos para mí fue así, tengo una familia en la que las mujeres somos mayoría y me salió de forma natural, pero tampoco tiene por qué ser así. Los hombres pueden escribir sobre mujeres y las mujeres sobre hombres, pero sí que me da la sensación de que si hubiese más mujeres escribiendo y dirigiendo habría más actrices trabajando.

Verano 1993. Entrevista a Carla Simón

¿Dificulta de alguna manera el hecho de dirigir a niños, tú que lo has hecho en dos de tus películas?
Sí, dirigir a niños es muy bonito pero también es muy difícil. Aunque vale la pena, a veces incluso es más fácil. Lo que pasa es que de repente son el centro absoluto del rodaje, de alguna manera todo gira a su alrededor: es un casting muy sensible, pueden trabajar pocas horas, se desconcentran… Todo el equipo se tiene que volcar en que sean la prioridad absoluta, y eso es complicado, porque no trabajas como en un rodaje con adultos, que los actores se pueden esperar o pueden entender que pueda haber una discusión de cámara. Trabajar con niños limita mucho el tiempo, porque nosotros rodamos seis semanas, las tres primeras seis horas al día y las tres últimas ocho, y eso significa que tienes que rodar muy rápido y ser muy eficiente. También la incertidumbre, la cosa de sufrir porque muchas veces lo tienes por los pelos.

Encontramos hasta tres idiomas en tu filmografía: inglés, catalán y castellano. ¿Ha sido el propio contexto de cada película el que ha elegido la lengua?
Sí. Yo estudié en Londres, así que todo lo que hice allí fue en inglés. Las pequeñas cosas fue en español sobre todo porque Ana, la actriz que hace de hija, no habla catalán, es asturiana, entonces fue lo más natural, para mí no había ningún problema. En el caso de Verano lo estuvimos discutiendo mucho con las productoras, por si la distribución era un problema o no, pero me dieron la libertad porque mi infancia fue en catalán, y era muy natural contar la película en catalán. Hay personajes en la película que son muy catalanes, a nivel cultural también, cómo gestionan las emociones, entonces lo respetaron y terminamos doblando la película para que pudiera tener una distribución un poco más amplia, pero yo creo que no ha sido un problema para que llegara a la gente.

Verano 1993. Entrevista a Carla Simón

Te han llovido los reconocimientos con esta ópera prima: Berlinale, Canes, Festival de Málaga… Incluso ha sido seleccionada para representar a España en los Oscar. ¿Esperabas este reconocimiento?
No, ha sido una sorpresa absoluta, muy bonita. Lo de Berlín fue un choque muy fuerte, porque cuando terminas una película y aún no la has compartido con el público no sabes qué has hecho, hay un punto de inconciencia muy grande. Lo han visto tu equipo y tu familia, y son las únicas opiniones que tienes. En Berlín cuando la pasamos me di cuenta del impacto emocional que tenía la película y me costó un poco creérmelo, fue con otras proyecciones cuando me di cuenta de que fuéramos donde fuéramos había mucha gente a la que le tocaba de cerca la película. Estamos muy contentos con los reconocimientos y con el público, que la ha defendido mucho.

Todos estos premios, ¿crees que te van a abrir puertas de cara a tu próxima película?
Espero que sí. Estas cosas son muy raras, depende del proyecto lo de conseguir financiación, pero siento que estoy en una situación muy privilegiada, ya veremos si con los próximos proyectos, que a lo mejor son un poco más arriesgados, pues funciona. Conseguir la financiación de Verano fue más o menos fácil, pasaron dos años desde que empecé a escribir a que rodé, tuvimos mucha suerte. La siguiente ya veremos, es muy incierto, pero sí que es verdad que de repente la gente sabe quién eres, que eso antes no era así.

¿Mantendrás la misma línea autobiográfica en tus siguientes proyectos?
Siempre hablo de cosas cercanas, y de gente que conozco, y de mundos que me son un poco propios. No va a ser tan autobiográfica como ésta, una de las líneas sí que lo es un poco más, pero la otra para nada. Creo que no me han pasado tantas cosas en la vida como para contar solo eso en mis películas, pero sí que me gusta retratar mundos que me son cercanos o que sé que existen, partir de la realidad para contar historias.