WIKILEAKS Y ASSANGE

DAVID LEIGH: “ASSANGE HA MUTADO EN UNA ESTRELLA DEL ROCK”

“Brillante, loco y herido”. Así define el periodista de ‘The Guardian’, David Leigh, a Julian Assange, el hacker más famoso del planeta, con quien trabajó y convivió durante la publicación mundial de las ya históricas filtraciones de Wikileaks. Leigh está ahora en España para presentar ‘Wikileaks y Assange’, un libro donde da su versión del proceso y cuyos derechos han sido comprados por Spielberg para llevarlo al cine. ¿Quién puede resistirse a una historia de piratas informáticos, espías, sexo y gobiernos contra las cuerdas? Leigh conoció a Julian Assange cuando éste se presentó sin duchar y sin comer en la redacción de ‘The Guardian’. Su periódico acabaría publicando –junto con El País, The New York Times, Der Spiegel y Le Monde- las filtraciones de Wikileaks en las que dejaba desnuda a la administración norteamericana, pero eso sucedería semanas después. Mientras tanto, no sólo le invitó a comer ese día (Assange pidió 12 ostras y un trozo de queso), sino que le acogió en su casa con su familia, un tiempo en el que pudo comprobar íntimamente la compleja personalidad de uno de los protagonistas de este principio de siglo. Esta semana se ha sabido que Assange ha demandado a Leigh por este libro.


¿Cómo definirías a Assange en tres palabras?
Brillante, loco y herido.

¿Qué pensaste de él la primera vez que le viste? Vino a la redacción de ‘The Guardian’ para hablar de esos documentos que decía tener. Vestido con una sudadera, algo desaliñado, con su mochila. Le pregunté si había comido y me dijo que no en los últimos días. ‘Venga, te invito a comer entonces’, le dije.  Cuando llegamos al restaurante imaginé que acabaría con la carta, es lo que cualquiera hubiera hecho, pero pidió 12 ostras y un trozo de queso.

¿Y luego te le llevaste a tu casa? El asunto de la colaboración entre Wikileaks y los cinco medios de papel avanzaba y él no tenía dónde quedarse en Londres, así que le invité a quedarse con mi familia.

¿Qué tal es como compañero de piso? Un desastre absoluto. No come cosas normales, no duerme a horas normales, no lleva una higiene normal. Trabaja delante de su ordenador hasta que cae rendido, da igual si es de noche o de día. Dentro de la comunidad de hackers no está mal visto no ducharse, se deduce que habrás estado trabajando en cosas mucho más importantes que en trivialidades como la higiene personal. Lo mismo ocurre con la comida.

¿Es cierto que no está mucho tiempo en el mismo sitio y usa ropa prestada? Sí, la ropa y también las tarjetas de crédito. La chaqueta, la camisa y el sombrero que llevó en una de sus apariciones públicas cuando saltó todo a los medios eran de Smith, el aristócrata inglés que le acogió en su mansión en el campo. Después de mi casa se fue a un hotel, luego a casa de un amigo… Le encanta moverse, es su particular paranoia. No en vano, su madre era una madre soltera hippie de los 60 y Assange ha estado en 37 colegios.

¿Y tiene razón en ser paranoico con la CIA? No lo sé, quizás.

¿Mantenéis el contacto? No, está muy enfadado. Primero porque publicamos el asunto de su denuncia por presuntos abusos sexuales -pensamos que si fuimos trasparentes en publicar las filtraciones también debíamos serlo con él- y después con este libro. No lleva bien las críticas. Cuando publicamos en ‘The Guardian’ unos cables comprometidos con nombres de confidentes, los borramos para que su vida no corriese peligro, pero Assange sostenía lo contrario y decía que si eran confidentes norteamericanos merecían lo que les pasase. Tampoco le ha hecho gracia que Spielberg haya comprado los derechos. Está intentando vender a otro director los de sus memorias, que saldrán planetariamente en junio, para que sea esa versión la que llegue primero a la gran pantalla.

¿Qué actor te gustaría que te interpretase si Spielberg hace la película sobre tu libro? (Risas) No lo sé. Al Pacino no estaría mal.

¿Has tenido miedo en algún momento? No. Estábamos nerviosos porque podían encarcelarnos, pero ‘The Guardian’ habló con muchos abogados y, paradójicamente, el hecho de que el ‘New York Times’ fuese uno de los cinco periódicos que publicó las filtraciones nos protegía: La Constitución Americana cuida muchísimo a los periodistas.

¿Os ha presionado el gobierno de EEUU? No. Es curioso cómo han actuado. Han creado tres niveles de presión. A los cinco periódicos que publicamos – El País, The New York Times, Der Spiegel, Le Monde y The Guardian- nos han dejado en paz, quizás porque saben que publicaríamos su intento de censura de haberse producido. A Assange le han presionado moderadamente y a Bradley Manning, el soldado que filtró los documentos a Assange, le están tratando muy duramente en la cárcel.

¿Qué opinas de la teoría que dice que la CIA está detrás de la denuncia a Assange por abusos sexuales en Suecia? Cuando saltó la noticia, la investigamos con mucho rigor periodístico. Según lo que hemos podido saber, Assange no se trata de un violador en el sentido convencional de la palabra, si eso existe, sino que al conocer los detalles del caso puede verse como esas mujeres eran fans de Assange y su aura de hacker inconformista y quedaron muy decepcionadas más tarde con cómo él actuó en la intimidad. La clave fue además que le pidieron que se hiciese la prueba del VIH y él se negó. Si hubiese aceptado, no le hubiesen denunciado.

¿Entonces no crees que la CIA esté conspirando contra él? En este tema al menos, creo que no.

¿Crees que le están superando las circunstancias? Sí. Ha mutado en una especie de estrella del rock. Los periodistas no andamos cortos de ego, pero nunca he visto uno tan grande como el de Julian. Está volviéndose más paranoico de lo que ya era.