CON TODAS LAS LETRAS
No es habitual que un libro tenga como punto de partida las descomunales, dolorosas y sarcásticamente cómicas almorranas de su protagonista y que éstas sean de tal tamaño y complejidad fisionómica que necesiten ingreso y quirófano expeditivo en las primeras páginas. Tampoco lo es que la protagonista viva obsesionada con hacerse fotografías de las mismas en el postoperatorio e incluso se lo pida a su anestesista. Lo es aún menos que el libro esté narrado con todo lujo de detalles (explícito se queda corto) por una deslengüada teenager de 19 años (sexualmente activa) que no es que esté liberada sino que es el símbolo de la liberación más honesta y descarnada como la estatua de la libertad lo es de algo que ahora no sé muy bien qué es. Que el libro esté escrito por una sonriente y, a juzgar por la expresión de su foto de promoción, tenuemente tímida y apocada (después de leer el libro comprendes que es de todo menos eso) ex – presentadora de tv (ha trabajado en Viva, Arte, ZDF y tiene treinta y un añitos, casada y con una hija) es cuanto menos, sorprendente. Que medio mundo se deshaga en halagos hacia el texto y comparen su primer libro a un cruce entre “El guardián entre el centeno” de Salinger y “Crash” de Ballard, y a ella con Henry Miller y Anais Nïn es de no dar crédito. Que, dadas sus características, temática y su lenguaje abiertamente incorrecto, se convierta en un bestseller allí donde se publica, es ya directamente un milagro.
Como antes era lo de Lourdes, pues ahora igual, pero con las partes íntimas de una jovencita. La moralidad, la anatomía, la osadía, las descripciones de sexo e higiene, la fisiología y un novísimo batido de autoconciencia, placer, cuidado y autodestrucción, se mezclan en estas páginas para formar un atípico misil de la transgresión. O el nuevo feminismo, como han dicho algunos. Es un regalazo que Anagrama haya decidido apostar de manera tan fuerte (su lanzamiento del otoño, desde el 1 de octubre en librerías) por este “Zonas Húmedas” que ha vendido 1.500.000 ejemplares en Alemania, su país de origen.
“Zonas húmedas” no es una lectura para estómagos sensibles, desde luego. Pero merece la pena ser leído atentamente porque hay algo tremendamente fresco y casi ingenuo en la forma en la que Charlotte Roche nos obliga a enfrentarnos y volver a reconocer lo que somos: válvulas, orificios, emociones, deseos, jugos, olores, órganos, pasiones y pura biología. Estrena así un nuevo tipo de filosofía, una visión sangrante y festiva del ser humano, como hace siglos hizo Sade con su decálogo de “enfermedades”. Tremendamente clínica, por momentos aséptica, sin embargo es un libro cargado de frescor. Nunca la visceralidad de los excrementos tuvo semejante candidez (que yo recuerde desde aquel cuento de Rubem Fonseca que relataba la experiencia de leer el futuro en las descargas del baño). Pero es cierto, friki como suena, nunca los orificios humanos y sus regalos fisiológicos tuvieron una voz tan nueva, tan afilada, tan ingenua. Con su trazo directo, su lenguaje directo, nos muestra la realidad de lo que somos: pura química buscando placer.
Este libro lo tiene todo: talento por un tubo, depilaciones, masturbaciones, escatología a raudales, olores, agresividad, originalidad… Y mucha verdad y sabiduría narrativa: la verdad de la ficción o la ficción de la verdad, lo que se prefiera. Es justamente eso (y la voz propia, increíblemente bien resuelta, de Helen, la “lolita” protagonista) lo que hace que Charlotte Roche salga indemne del dificilísimo arte de mantener un tono que sondea los precipicios más inexcrutables, y salir airosa. A diferencia del referente de Catherine Millet en Francia (y el escándalo, innecesario a mi modo de ver, que provocó la publicación de “La vida sexual de Catherine Millet”), “Zonas Húmedas” es ficción, de la mejor clase, además. De la que hace que todos tus sentidos cobren vida mientras lees el texto, de la que hace que te reencuentres con pasiones indescriptibles (del rechazo a la admiración). Es tal la libertad con la que está escrito que no puedes salvo admirar a la autora.
Una advertencia: si quieres que tu madre (o cualquier enemigo acérrimo inconfesable, uno de esos familiares que no puedes ni ver en pintura) no te dirija la palabra en varios años, no lo dudes, esta es la venganza perfecta. Si quieres destrozar las noches de tu amigo del alma retrógado, machista y conservador, no lo pienses ni un segundo: hazle un favor y regálale “Zonas húmedas”. De eso va la revolución cultural. De dinamitar las existencias de los más acomodados con proyectiles tan potentes como este libro. Quizás antes de llamar a la ambulancia del frenopático, tengas la suerte de que te deshereden o te retiren el saludo. O que después de leerlo, se los lleven a ellos contigo y podáis vivir por mucho tiempo entre zumbaos con una copia de “Zonas Húmedas” bajo el brazo, como única pertenencia. Molaría, ¿eh?.
11 de abril de 2012 a las 14:12
Hubo la Edad de bronce, de plata, de oro…ahora estamos en la edad de mierda y, por tal motivo, se celebra esta novelita escatológica. De chaval ya leí mucha pornografía de mejor calidad que la que nos ofrece la tal Roche. Resumiendo: Épater la bourgeoisie.
28 de noviembre de 2011 a las 11:57
pues la verdad es que yo he leido la mitad. Es cierto que tiene un punto divertido, pero también es cierto que a ratos se te ponen, por lo menos a mi, los pelos como escarpias. Personalmente es un libro que no estoy pudiendo leer del tirón porque, de cuando en cuando, tengo que para a tomar un poco de aire. De hecho ahora mismo estoy en uno de esos parones decidiendo si merece la pena seguir con el libro o ya he tenido bastante.
2 de febrero de 2010 a las 9:02
Zonas húmedas, de Charlotte Roche…
Tras el aluvión de críticas y la polémica generada por la publicación de este libro en Alemania y animada finalmente por el comentario de una de nuestras lectoras de facebook me he decidido a empaparme (nunca mejor dicho) de este Zonas húmedas de …
3 de diciembre de 2009 a las 1:16
apetece querer a la protagonista del libro, no a la soledad.
2 de diciembre de 2009 a las 16:45
Leí el libro de un tiron, durante mi turno de noches.
Me pareció increiblemente bueno, y creí acertadas las comparaciones con Crash de Ballard y con el guardian entre el centeno de Salinger, sin embargo eché de menos una referencia más, Chuck Palahniuk (no se si lo he escrito bien), la parte en la que la protagonista se deja resbalar desde la cama para provocarse una hemorragia por ejemplo.
Completamente de acuerdo con Mama says en el tema de la animalidad femenina.
Personalmente me encantaria encontrarme una mujer así, que envidia me dio el enfermero que se la lleva a su casa.
Por otro lado me da la impresión de que con este libro se comete un error, y es que se le da demasiada importancia a todo el rollo escatológico, a mi me parece que detras de la escatologia se esconde la historia de una mujer que ha crecido en una familia desestructurada, con un terrible miedo a la soledad a la que al cerrar el libro apetece querer, mucho. (al menos a mi).
31 de octubre de 2009 a las 3:13
Acabo de terminar de leer el libro “Zonas húmedas” Seré breve en mi crítica: ¡¡Menuda basura!! Es muy, muy, muy, malo…
17 de octubre de 2009 a las 23:32
Otra nota que me gustaría añadir (si se me permite disentir en lo que aquí se comenta) es eso de la “revolución cultural”; o lo que podríamos llamar la contra-cultura como forma supuestamente estética con la que derribar los prejuicios y conceptos “morales” de la clase social burguesa acomodada. Loable propósito de partida si no fuera porque para conseguirlo no basta con cantar loas a los excrementos o ser “políticamente” incorrectos en el lenguaje o las formas; si no hay un trasfondo filosófico verdadero (al margen de esa rupestre filosofía de salón con la que se nos presenta su “filosofía del cuerpo”) el libro es un empeño superficial con el que alimentar a quienes se consideran “outsiders” de la cultura (lo que no es, a mi juicio, sino otra “pose”). Respecto a la frescura, bueno, eso es siempre discutible, sobre todo cuando se retoman los principios de Sade, o las formas millerianas. En el fondo, hay decenas de novelitas pornográficas que abordan este asunto, algunas de las cuales están mejor narradas que ésta, por cierto. Lo unico que diferencia a este relato de sus predecesoras o de sus cotemporánas es que ha sido tocada con la varita comercial, con el influjo de la atracción mediática. Nada más. Si para ir “más allá” el relato ha de estar salpicado de la irreverencia, entonces podríamos confundir lo insólito con lo vulgar (para contradecir a las mentes bienpensantes, “seamos groseros”; hablemos de tampones sin apotar ningún discurso lírico o filosófico que vaya más allá de la mera anecdota). Porque no dudemos de que la pose contracultural es tan artificial como la llamada Cultura y sus artificios.
16 de octubre de 2009 a las 21:30
Producto típicamente posmoderno, “Zonas húmedas” representa muy bien a esa clase de novelas tan veneradas hoy en día, y cuya dudosa virtud no es otra que la de anular el intelecto, la insinuación o el misterio apostando por un ejercício barato de autocomplacencia obtusa; un catálogo de obviedades (ya mejor narradas por los escritores que menciona el crítico de esta página, y entre los que añadiría con mejor sabor paródico a Quim Monzó en su “La magnitud de la tragedia”, o al mismo Sade) y destinada a ser pretendida y groseramente “transgresora”. Pero la trangresión no es mas que un señuelo comercial, ante la falta más absoluta de imaginación, y ese canto a la nulidad narrativa que hoy se vende como lo definitivo.
En definitiva, una literatura posmoderna que es como una secreción bastante olorosa (al gusto de la escritora) de vanalidades cotidianas dentro de la basura mental de su protagonista y de unas fobias y placeres que dudo mucho trasciendan su género o cualquier otro. Los que la defienden hablan de feminismo, de “literatura feminista”: nada más absurdo a mi juicio, porque la buena literatura no puede estar encuadra ni en “machista” ni “feminista”. Y la verdad, no creo que esta literatura “abierta” escrita por una mujer -lo cual importa poco, pues son las obras lo que importan, no sus autores- sea precisamente buena o mala “para las mujeres”, sino simplemente una etiqueta comercial con la que vender un producto, en este caso bastante zafio; y no porque en él salgan lluvias doradas (no es un puritano quien les escribe, créanme), “chocolate”, menstruaciones (al estilo de la mediocre directora de cine francesa Catherine Breillete), etc, sino por su falta más flagrante de originalidad, de narrativa, de imaginación. Claro que en los tiempos que corren no podemos pedirles peras al olmo, y lo que importa es vender la “confesión” de turno, la vivencia cotidiana del individuo anodino de turno; lo que llamamos, la vivencia, por muy superficial o chabacana que resulte.
12 de octubre de 2009 a las 22:41
no se porque me censurais “femenina”,bueno no se pq me censurais nada…….
12 de octubre de 2009 a las 22:39
yo soy tu madre,o la de cualquiera,y me gusta el libro a pesar de mis 55 años,me sobran algunas guarradas como lo de comerse las espinillas o restregarse por los WC publicos,pero entiendo la formula como exageracion de la deshinibicion.Ademas me gusta que ultimamente haya “fenomenos literarios” de la clase que sean y me gusta ver que los hombres tartamudeais al hacer la critica de este libro.No es sexo,ni escatologia,ni siquiera solo cuerpo,es la animalidad femenina mas desnuda que cada cual viste luego,o no,con la genialidad de que se disponga.A mi no me incomoda el libro,que estupidez!
24 de septiembre de 2009 a las 3:16
Se lee absolutamente genial! Quiero una copia
23 de septiembre de 2009 a las 22:38
no es que me apasione las cosas escatologicas incluso las lluvias de las que llaman doradas me parecen demasiado innecesarias para probarlo…me ocurre de otra manera en la ficcion y mas si no proviene de mi imaginacion, que se da en otra persona que te cuenta de manera descarada lo que muchos no quieren saber y para otros es su pan de cada dia o eso quisieran. en fin me quedo con las ganas de correr a la libreria mas cercana a pedir un trozo de chocante y humeda realidad para mi y para como bien dice su merced algun conocido que no iria nada mal y quien sabe quizas hasta se redescubran y ven que no estan solos.
Hasta pronto
23 de septiembre de 2009 a las 16:29
ummm..interesante giner¡¡