
El pisco hace tiempo que se emancipó en España de su etiqueta exótica para campar a sus anchas en barras y fogones. Y como ocurre con toda costumbre bien asentada, hay un nombre que se repite más que ningún otro: Demonio de los Andes.
El pisco Demonio de los Andes tiene su cuna en Tacama, en el valle de Ica, comarca peruana donde la vid arraigó desde el siglo XVI. La bodega, considerada el viñedo en actividad más antiguo de Sudamérica, conserva una alquimia productiva de estricta fidelidad histórica. Ello se traduce en una única destilación en alambique de mostos frescos, en la absoluta ausencia de crianza sin adición de agua ni contacto con madera y en el exclusivo empleo de variedades pisqueras protegidas por la Denominación de Origen.

La gama de Demonio de los Andes
La gama de este espirituoso se divide entre piscos puros y la línea Gran Demonio o Mosto Verde. Quebranta, Italia, Albilla y Moscatel cubren distintas necesidades, mientras que el Acholado, resultante de la convergencia de todas ellas, circula con mayor frecuencia tanto en la coctelería como en propuestas gastronómicas que apuestan por su versatilidad.

El Acholado y sus reconocimientos
No es un dato menor que este último pisco concentre, además, el mayor número de distinciones de la casa, con más de 90 galardones internacionales. De acuerdo con la propia bodega, su perfil organoléptico combina registros herbáceos, florales y frutales, acompañados de una sedosa textura y un cierre prolongado y y elegante.



