La sala Iniciarte acoge la exposición ‘Bureau désespoir’, de María Alcaide. La muestra reflexiona sobre el papel de la oficina, que aparece a partir de los años 70 como el lugar donde se construye el poder.

El 15 de Agosto de 1971, Richard Nixon ordena abandonar el patrón oro, por lo que el dólar pasa a sostenerse únicamente por la confianza que le dan sus poseedores. Se inaugura de este modo una nueva virtualidad del dinero y del trabajo paralela al desarrollo de una economía postfordista. Las oficinas divididas en cubículos y sin referencias a un espacio exterior se convierten en el lugar por donde fluyen cadenas ingentes de información que aceleran las transacciones económicas virtuales hasta límites que conocemos muy bien desde 2008.
Según la artista, ’el hecho artístico sucede en todas partes. La falta de horizontes, de perspectivas estables, y la complejidad del sistema capitalista hacen que el trabajo artístico parezca desaparecer y volverse omnipresente en la realización de la fantasía moderna de unión entre arte y vida.’En ese proceso de desvanecimiento es donde Alcaide sitúa bureau désespoir, un proyecto que habla del trabajo mediante su espacialización.
Alcaide retoma la imagen de la oficina a partir de referentes populares como Ally Macbeal, The office, Betty la fea o cierto género de cine yuppie, haciendo de las piezas una mera escenografía, un decorado en el que juega con las cortinas verticales, el mármol, o las frases de motivación. Las esculturas que componen bureau désespoir responden a la búsqueda de una nueva sensibilidad estética que surge de collages precarios entre objetos manufacturados al otro lado de la pantalla , objetos fabricados por cuerpos inexistentes, también precarizados. Un humidifcador ultrasónico con forma de lágrima comprado en Amazon o un San Pancracio que mira a la pared y que se niega a darnos más trabajo, comprado en E-bay conforman una estética kitsch y “fácil”, claramente superficial, pues lo que importa no es la composición de las formas, sino los medios de producción que en ellas se acumulan, desde las maquiladoras invisibles en otros continentes hasta los procesos exclusivamente informacionales que componen la práctica artística.
Bureau désespoir recrea las ruinas estilizadas de un espacio paradigmático de los comienzos del capitalismo cognitivo para hablarnos de otro: de los espacios del arte como lugares de producción, acumulación y explotación.

Texto extraido de la nota de prensa

Hasta el 26 de noviembre
Sala Iniciarte
Córdoba